Red Hot Chili Peppers: historia del regreso de John Frusciante

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Red Hot Chili Peppers en los años de Californication.

En su primera vuelta al grupo, el guitarrista había completado una rehabilitación por consumo de heroína y crack cuando fue sondeado para reincorporarse luego de la expulsión de Dave Navarro. A su regreso, Frusciante y los Red Hot recuperaron la magia y escribieron una cumbre llamada Californication.


La bomba de Flea

Cerrando la gira promocional del discreto One hot minute (1995) —el disco de "Warped", "Aeroplane" y "My Friends"—, Red Hot Chili Peppers volvía a los prepearativos para componer un nuevo trabajo de estudio, aunque sin contar con que aparecería una piedra de tope conocida por el grupo.

La banda enfrentaba un nuevo problema en su carrera relacionado con excesos.

Para los primeros ensayos de 1998, en una pequeña sala de Los Angeles, su guitarrista Dave Navarro llegaba drogado y fuera de sus cabales a las sesiones.

Según cuenta Anthony Kiedis en sus memorias Scar Tissue (Capitán Swing, 2016), "Dave llegaba a los ensayos con unas gafas de sol enormes y unos sombreros flexibles desmesurados, renacentistas, a los que llamábamos 'sombreros de cocoso', porque había que estar puesto de coca para plantearse siquiera llevar algo así. Dave aparecía tarde y era imposible comunicarse con él".

Para abril de ese mismo año, sin progresos artísticos, el grupo decidió despedir al guitarrista. "Flea habló con él al principio, pero Dave se molestó en serio, así que seguí yo. La cosa salió fatal, porque Dave estaba colocadísimo, y aunque sabía que no había manera de que el grupo funcionase así, verbalmente la realidad le jodió lo que no estaba escrito", escribe Kiedis.

Con Dave Navarro fuera de la banda, mientras el baterista Chad Smith se mantuvo neutral en la decisión —paralelamente grababa un disco en solitario con el guitarrista—, Flea y Anthony se encontraban hundidos.

El grupo estaba parado y uno de sus fundadores no veía cómo avanzar.

"No creo que pueda seguir con esto", dijo Flea. "Lo sé —respondió el cantante—. Me imaginaba que era eso lo que me ibas a decir. Lo entiendo perfectamente".

Entonces Flea lanzó la bomba.

-Solo me imagino seguir adelante si John vuelve al grupo.

Un pintor en los huesos

Años después de que John Frusciante dejara a los Red Hot Chili Peppers por primera vez —y mucho antes de su impensado regreso—, Anthony Kiedis cuenta que recibió un montón de historias horrendas sobre —lo que llamó— "el descenso al infierno de las drogas" del guitarrista.

"Sabía que Johnny Depp y Gibby Haynes, el cantante de los Butthole Surfers, habían llegado a hacer un documental sobre las condiciones miserables en las que vivía. Viendo la cinta, uno se daba cuenta de que estaba contemplando la casa de una persona sin ningún interés en la vida más allá de meterse drogas y pintar", relata el músico en sus memorias.

"No me importaba si era un genio o un idiota de mierda", escribe Kiedis, "ese tipo había sido mi mejor amigo y en aquella época se le estaban cayendo los dientes, así que yo no lo veía como otras personas podían hacerlo. 'Ah, es un genio, no pasa nada'. Se estaba pudriendo y eso no era nada divertido de ver".

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Un cuadro de Frusciante

Como sabía que Frusciante pintaba ("inspirado por Basquiat y Da Vinci"), Kiedis se enteró de que Frusciante iba a montar una exposición y se apareció allí el día antes de la inauguración.

Kiedis recuerda: "Los dos nos quedamos un poco sorprendidos. John estaba puesto de coca, tenía el pelo muy corto y unos círculos oscuros y grandes debajo de los ojos y estaba fumando Gauloises. Me impactó verlo tan delgado, era un esqueleto con camiseta, un hombrecillo de hueso, pero estaba muy vigoroso porque por dentro tenía un montón de energía y sustancias químicas, así que por el aspecto no parecía estar a punto de desmayarse ni sentirse débil".

Según el cantante, "fue una situación rara, porque diría que a los dos nos hubiese gustado sentir más aversión el uno por el otro de lo que fuimos capaces".

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John Frusciante.

¿Volver y tocar en el grupo?

Para enero de 1998, el cantante Bob Forrest convenció a John para que entrara a una clínica de rehabilitación. Entonces Frusciante había dejado la heroína, pero había estado fumando crack y bebiendo. Kiedis cuenta que por esos días fue a visitarlo y, mientras hablaban de canciones de Nirvana o algún dibujo, el músico saltó de la cama "y se marcó una abertura de piernas perfect a lo James Brown en torno a 1968. Luego se puso en pie y volvió a sentarse".

Kiedis no sabe qué lo motivó a hacerlo, "pero pareció sentirse en plena forma y estar dando a entender que aún tenía la llama suficiente para abrirse a lo James Brown si hacía falta".

Unas semanas después, cuando salió del centro de rehabilitación en febrero, John Frusciante arrendó un pequeño departamento en Silver Lake. Un día de abril Flea pasó a visitarlo y se pusieron a escuchar discos juntos. Entonces el bajista le preguntó:

-¿Qué te parecería volver y tocar en el grupo?

John empezó a sollozar y respondió:

-Nada me haría más feliz en el mundo.

Los dos lloraron y se abrazaron durante mucho rato. Luego Flea hizo un viaje a Camboya, y le encargó a Anthony Kiedis continuar con la operación retorno.

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Flea

Según el cantante, “Flea esperaba que lo informásemos de haber llegado a algún acuerdo tras un día entero de deliberaciones, de haber sacado a la luz toda la hostilidad, pero ninguno de los dos sentía la necesidad. el principal problema era que John ni siquiera tenía una guitarra, así que fuimos al Guitar Center y le compré una Stratocaster antigua, del 62, magnífica”.

Kiedis cuenta que "John estaba emocionado con la idea de regresar al grupo, pero también tenía miedo, porque llevaba mucho tiempo sin tocar la guitarra".

Luego sigue: "Decidimos que su vuelta fuese suave: lo único que importaba era tocar. No nos importaban una mierda los contratos discográficos, ni el hecho de que nuestro manager nos hubiese dejado, ni que nuestra compañía discográfica hubiese perdido el interés en nosotros. Nada de eso importaba. Solo queríamos entrar en un garaje y darlo todo juntos".

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Red Hot Chili Peppers.

La cochera de Flea

En sus memorias Anthony Kiedis relata algunos detalles desconocidos de esas primeras reuniones.

"Flea vivía en una alucinante superestructura de estilo mediterráneo en Los Feliz, una casa antigua y famosa por los montones de músicos que habían vivido allí, como Bob Dylan y Lou Reed —escribe el músico—. Nos reunimos en el garaje de Flea, que había convertido una parte del espacio en una zona de ensayo. Chad montó la batería en un rincón. Flea tenía esa mirada en la cara de 'ok, expectativas ninguna, vamos a tocar y ya'. Había instalados unos altavoces pequeños algo mierdosos. John tenía aspecto de sentirse un poco inseguro, pero enchufó la guitarra y nos pusimos a tocar. Y ahí estábamos otra vez. Creo que quizá fui el único que lo pensé, pero la habitación se llenó de una música celestial, hecha sin ningún otro motivo que ver a qué sonaba aquello cuando le dábamos juntos a los instrumentos".

Luego sigue: "Para mí, ese fue el momento decisivo de lo que terminarían siendo los siguientes seis años de nuestras vidas juntos. Entonces supe que aquello era supremo, que la magia estaba a punto de surgir otra vez. De repente, todos éramos capaces de oír, de escuchar, y en vez de estar metidos en nuestras peloteras pequeñas y finitas de basura, podíamos convertirnos de nuevo en músicos de esa gran orquesta universal".

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Red Hot Chili Peppers

"¡Suenan genial!"

Pese al entusiasmo del renovado cuarteto, "nos llevó un tiempo dar con el ritmo", recuerda Anthony. "John estaba oxidado, tanto mental como físicamente. Yo era un montón de óxido también, aunque con paso lento pero seguro las cosas empezaron a mejorar".

Todos los días, después de tomar té en la cocina y jugar con los perros de Flea, los Red Hot Chili Peppers se encerraban a trabajar por horas y a ahondar en lo que sería una especie de método.

Como el bajista había montado la sala de ensayo a la manera de un estudio de grabación, al final de cada sesión le entregaban las cintas al cantante para que escribiera sus letras.

"Aunque él dirá que tardó años en recuperar su talento, a mí me encantaba cómo tocaba John cuando no disponía de la capacidad técnica para hacer cualquier cosa. Rebajó el tono y desarrolló un estilo minimalista increíble", describe el vocalista.

Según cuenta Kiedis, tenía un cuaderno lleno de letras que esperaba convertir en canciones, así que después de los ensayos se pasaba al departamento de Frusciante.

"Muy en su línea, John no tenía nada de mobiliario, solo discos, un tocadiscos, una cama y una batidora. Estaba pasando por una fase de tomar batidos, así que había cosas para hacer batidos en las paredes y en la nevera y en la cocina. Era como si Jackson Pollock viviese allí", describe.

Y añade: "Nos sentábamos y fumábamos y fumábamos y trabajábamos. Me resultaba increíble tener otra vez a uno de los grandes músicos de nuestro tiempo tan telepáticamente conectado a mí. Me tocaba una pieza complicada, instrumental y rara que había estado grabando toda la noche, y yo reaccionaba en plan: 'De puta madre, sé exactamente lo que hacer con eso'".

En algún momento explica que era divertido para el grupo no tener expectativas de sellos ni del público. Estaban simplemente haciendo música por el placer de hacer música. "En comparación con el Blood Sugar Sex Magik, el One Hot Minute no tuvo tanto éxito ni de lejos, así que la gente había perdido la fe en nosotros. En la industria musical se tenía la sensación de que nuestro momento de gloria ya había pasado. Pero cuanto más tocábamos, más cosas empezábamos a crear, cosas en las que creíamos y que queríamos que la gente oyese", apunta Kiedis.

Como hacía calor en esos primeros ensayos con John Frusciante de regreso, Flea dejaba la puerta del garaje abierta. Anthony Kiedis cuenta que, "después de unas semanas de trabajo, me encontré con Gwen Stefani de No Doubt. Era vecina lejana de Flea; vivía al otro lado del desfiladero, en la montaña de enfrente. 'Los escucho tocar todos los días. Mis amigos se vienen a casa y nos sentamos allí y los escuchamos. ¡Suenan genial!'. El cumplido fue bonito, pero también algo embarazoso, porque nosotros creíamos que estábamos en nuestro mundo privado, aclarando nuestros puntos negros".

Espías psíquicos chinos

Kiedis cuenta en sus memorias que por esos días las canciones salían a toda marcha, salvo una: "La primera en la que John y yo trabajamos, incluso antes de que nos juntáramos en el garaje de Flea, fue un tema titulado 'Californication'".

El cantante recuerda que la escribió durante un viaje purificador a Tailandia y la melodía le había llegado en el mar de Andamán. "Era una de esas estructuras melódicas sencillas que se presta a que las palabras vayan fluyendo a su interior. Una de las cosas que me impactaron durante mis viajes a lugares exóticos, incluidos el pueblo de los gitanos del mar de Tailandia y los bazares de Indonesia, fue hasta qué punto la cultura estadounidense había calado en todos esos sitios, incluso hasta el extremo de tener camisetas de los Red Hot Chili Peppers de contrabando. Una vez, en Auckland, me topé con una señora loca en la calle que estaba despotricando porque en China había espías psíquicos. Esa frase se me quedó grabada en la mente, así que al volver a casa empecé a escribir y a escribir, y esa se convirtió en mi letra favorita de entre todas las que había recopilado el año anterior".

Le mostró "Californication" a John "y le encantó", recuerda el cantante, "y empezó a componerle una música. Sin embargo, por algún motivo, aunque ahí había una canción perfecta, no lográbamos encontrarla. Probamos con diez arreglos distintos y diez estribillos distintos, y nada funcionaba. El resto de los temas nos salían a borbotones".

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Red Hot Chili Peppers.

Un solitario paisaje para compartir con los pájaros

A fines de julio Red Hot Chili Peppers había reunido doce canciones. "'Scar tissue' fue otro de esos temas para los que basta tener la cabeza abierta y te llueven del espacio exterior. Rick Rubin y yo habíamos estado hablando mucho sobre el sarcasmo. Rick había leído una teoría según la cual el sarcasmo era una forma de humor increíblemente perjudicial que deprime el ánimo de quienes lo usan. Como hasta entonces habíamos sido unos tontos sarcásticos de primera, prometimos intentar ser divertidos sin usar la muletilla del sarcasmo. Supongo que pensé también en Dave Navarro, el Rey del Sarcasmo, el más rápido e incisivo del Oeste".

Luego sigue: "Todas esas ideas flotaban en el aire cuando John empezó a tocar un riff de guitarra, y de inmediato supe de qué iba esa canción. Había un ambiente de juego, de alegría de vivir, del ave fénix que renace de sus cenizas. Salí corriendo con la grabadora portátil y, con la música puesta de fondo, empecé a cantar el estribillo entero de la canción. Nunca olvidaré estar mirando al cielo, por encima del garaje, hacia el Griffith Park, con los pájaros sobrevolando mi cabeza, y recibir unas dosis de Juan Salvador Gaviota. Tenía realmente esa vista de pájaro, con la sensación de ser un forastero eterno.

La traslación de Rick Rubin

Con la empresa Q-Prime ahora como managers, los Red Hot buscaban un productor para su inminente nuevo disco, a pesar de estar trabajando con Rick Rubin. "Sopesamos nuestras opciones. Le habíamos pedido ya tres veces a Brian Eno que nos produjese y siempre nos había dicho que no, así que le preguntamos otra vez, aunque el 'no' fue inevitable. Sin nosotros saberlo, nos estaba haciendo un favor al rechazarnos. Pensamos incluso en David Bowie, que quería trabajar con nosotros, pero al final nos mandó una nota explicándonos que tenía demasiados compromisos ya como para asumir otro proyecto más. Otro motivo por el que éramos reacios a volver con Rick Rubin era que estaba trabajando en seis cosas a la vez, además de ser el director ejecutivo de su propio sello discográfico, y veíamos mejor buscar a alguien que trabajase solo en nuestro proyecto", cuenta Anthony Kiedis.

Luego sigue: "Nos pusimos en contacto con Daniel Lanois, que había convertido un antiguo cine en un estudio de grabación maravilloso, como los de la vieja escuela. Lanois no podía comprometerse a producirnos porque estaba a la espera de trabajar con U2, pero sí tuvo la gentileza de ofrecernos usar su estudio para hacer una maqueta con las once canciones que habíamos terminado. Fuimos, nos instalamos y grabamos todas las canciones seguidas en un día. Era una maqueta llena de sentimiento y de carácter, no muy distinta a la primera que hicimos.

Pasaron un par de semanas y hablamos con Rick. Hizo un hueco en su calendario, así que decidimos volver a trabajar con él. Fue como si hubiésemos entrado en razón y nos hubiésemos dado cuenta: '¿Por qué estamos perdiendo el tiempo con todos estos otros tipos?'. Al día siguiente, Daniel Lanois me llamó: 'He escuchado la cinta de la maqueta que hicieron en el estudio. Me lo he pensado mejor y estoy interesado en trabajar con ustedes. Estas canciones me han llamado de verdad. No había oído nada como esto desde hacía mucho tiempo'. Aprecié de verdad sus amables palabras, pero le dije que ya habíamos pasado esa página. De todos modos, estuvo bien recibir esa constatación de nuestras sensaciones por parte de alguien como él".

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Anthony Kiedis

El futuro

Para el verano boreal de 1997, Kiedis reconoce que llevaba seis meses limpio del consumo de drogas pero recayó. "Un día sin más me monté en la moto, fui al centro e hice todo el trabajo. No tuvo sentido, ni lo disfruté, pero volví a despertar al gorila de trescientos setenta kilos. Me vi en una habitación de hotel y al despertar supe que no podía contárselo a nadie. Como era fin de semana, recogí todas mis mierdas y fui a ensayar toda la semana siguiente. Al siguiente fin de semana volví a escaparme, solo que en esa ocasión no pude dejarlo tan fácilmente. Terminé en un hotel de San Diego, como si no hubiese otros sitios, deprimido de nuevo. No sabía qué hacer, ni siquiera tenía fuerzas para irme, y en ese momento oí que llamaban a la puerta. ¿Quién mierda sería? Me acerqué a la mirilla y eché un vistazo fuera, y ahí estaban John, Flea y Chad".

De regreso a Los Ángeles en el Mercedes multicolor de Flea, la banda habló del futuro. "Me estuvieron insistiendo en que teníamos un disco que grabar, pero se lo tomaban con calma absoluta, así que me quitaron mucho peso de encima. Cuando llegamos Flea me ofreció quedarme en su casa, en la suite con forma octogonal que había abajo, con moqueta de leopardo. Me mudé allí y pasé dos meses muy tranquilos y productivos. Me limité a leer, escribir, practicar con el grupo y pasar el rato con Clara, Flea y los perros. Me libré de todas las complicaciones ajenas de la vida nocturnas y las chicas y las fiestas, y simplemente me quedé en aquella finca y trabajé mucho", cuenta el cantante.

En sus memorias, Kiedis recuerda que "un día, estando en casa de Flea, se me antojó y decidí cortarme el pelo, Llevaba trece años con una melena que me llegaba al coxis, pero no me lo pensé dos veces y fui a que un amigo me recortase toda esa movida. Guardé el pelo y se lo mandé a mi padre a Michigan. Habíamos mantenido nuestra hermandad de pelos desde principios de los setenta. La noche que me corté el pelo, llegué tarde a casa y Flea ya estaba dormido. A la mañana siguiente, entré a la cocina con el pijama. Flea tuvo que mirar dos veces, con los típicos ojos saltones de sorpresa, y luego comenzó a reírse histérico. 'Dios mío, estoy de vuelta de Fairfax High y tenemos diez años. ¡Mírate!'".

Previo a la grabación del disco, programada para diciembre de 1998 y los primeros meses del año siguiente, los Red Hot acumularon piezas, partes, canciones, medias canciones, puentes, estribillos, estrofas, intros, outros y breakdowns.

Flea, Chad Smith y John Frusciante comenzaron a grabar las canciones de lo que sería Californication sin su cantante, que se encontraba de paso en Nueva York.

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John Frusciante y Anthony Kiedis

Árboles nuevos desde las cenizas del bosque

"De vuelta en el estudio, aunque las cosas iban bien, la canción que para mí era más importante no lo era para el resto. Se trataba de 'Californication'. Cada vez que la ponía sobre la mesa, todo el mundo reaccionaba en plan: 'Tenemos otras veinticinco canciones grabadas. No necesitamos otra más'. 'No, tenemos que meter esta. Es el ancla del disco entero. Es la mejor letra que he escrito en mucho tiempo. Tiene que convertirse en una canción'", anota Kiedis en sus memorias.

Luego añade: "No iba a dejarlo pasar. No paraba de decirle a John que debíamos acabarla. Entretanto, la sesión se iba relajando y solo nos quedaban unos cuantos días para grabar las pistas básicas. En los últimos momentos de la grabación, John apareció corriendo en el estudio con su guitarra nueva White Falcon de cuerpo hueco de treinta mil dólares. '¡La tengo! ¡Tengo 'Californication'!', dijo. Se sentó y se puso a puntear aquella combinación de notas increíblemente dispersa pero cautivadora. Era algo tan distinto a los otros enfoques que le habíamos dado a la canción que me costaba mucho escucharla. Entonces John empezó a cantarla y, pese a subir a los más alto de mi registro, parecía asequible".

"John se la mostró a Flea y a Chad, la ensayamos un par de veces y la grabamos. Sentí un alivio y una gratitud enormes al saber que ese tema no iba a terminar en la misma papelera que 'Quixotic elixir' y otra serie de canciones para las que había albergado grandes esperanzas", recuerda sobre la creación de "Californication".

"Todos estábamos emocionados cuando terminamos de trabajar en el álbum. Nos sentíamos como un bosque que se hubiese quemado hasta las raíces y luego hubieran brotado árboles nuevos de las cenizas. Flea seguía en un calvario emocional, pero John y yo, e incluso Chad, habíamos atravesado ya nuestros calvarios por completo, así que entre nosotros había un vínculo real, y ver avanzar ese proyecto fue un proceso verdaderamente unificador. Pasar por todo aquello había cambiado nuestras perspectivas", rememora Kiedis mirando en retrospectiva.

"Mezclamos el disco y la gente empezó a pasarse para oírlo, y nos subimos a una nube con sus reacciones", agrega el cantante.

Luego concluye: "El disco nos encantaba y queríamos compartirlo, pero no teníamos expectativas con respecto a su recepción, simplemente nos agradaba lo que habíamos hecho".

A modo de epílogo, Californication —publicado oficialmente el 8 de junio de 1999— se convirtió en el disco más vendido en la historia de Red Hot Chili Peppers con 16 millones de copias. “Scar Tissue”, su primer sencillo, ganó un premio Grammy como Mejor canción de rock en el año 2000 y Rolling Stone lo incluyó en su ranking de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos.

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