Juan Morris, biógrafo de Gustavo Cerati: “Si no me preguntaba por esos últimos años en coma, habría sido un libro cobarde e incompleto”

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A cinco años de la muerte del músico argentino, su partida parece ser una herida que aún no cierra entre los fanáticos de Soda. Entre compilaciones de entrevistas, biografías que repasan la historia musical del trío de "Zoom", y las memorias de uno de sus colegas; el periodista y escritor investigó en profundidad al hombre tras el rockstar. El mayor desafío, dice, fue reconstruir su vida en todas sus dimensiones: "Qué lo movía, en qué creía, cuáles eran sus miedos, sus miserias, sus neurosis".


Al principio se difundió como una mera descompensación, como el resultado lógico tras arduas semanas de ensayos y conciertos a propósito de la gira Fuerza Natural, el -entonces- más reciente disco de Gustavo Cerati.

Pero aquella "descompensación" no se curaba con reposo, dieta y el abandono del cigarro. Ya era tarde para que aquellas medidas -recomendadas cuando sufrió una tromboflebitis en su pierna en 2006- fueran efectivas.

El ACV que Cerati sufrió durante el concierto que dio en Caracas en mayo de 2010, lo dejó en estado de coma durante cuatro años y medio, los cuales acabaron con su deceso en septiembre de 2014.

El anuario de 2010 de la revista Rolling Stone incluyó entre sus páginas una extensa crónica que reconstruía las últimas horas de conciencia de Gustavo Cerati, aquellas que culminaron públicamente con la interpretación de "Lago en el cielo", y con una fotografía grupal en la privacidad de los camerines.

Su autor, el periodista Juan Morris, combinó el proceso creativo de Fuerza Natural con los sucesos ocurridos en Venezuela. "Fue un ejercicio básico del abecé periodístico", explica el escritor y periodista a Culto. "Llamé y fui a ver a las personas que habían estado con Gustavo en la gira para entender qué había sucedido. En la nota conté algo que hasta ese momento no se sabía: Gustavo no había caído en coma inmediatamente después del último show en Caracas, había estado un día internado en una clínica, sin diagnóstico, sin poder hablar y con medio cuerpo inmovilizado".

Con 27 años, Morris era editor en la edición argentina de Rolling Stone. Su crónica causó tal impacto -con detalles inéditos en torno al accidente- que un editor de Penguin Random House decidió hacerle una propuesta: "¿Por qué no escribes una biografía de Cerati?".

En la editorial le pidieron que completara la tarea en diez meses, pero el periodista demoró cuatro años y medio. "Fue como entrar en un bosque del que no tenía la menor idea cuánto tiempo me iba a llevar salir, pero una investigación seria y profunda requiere que uno se obsesione con la historia, que entreviste al circulo íntimo del biografiado diez, quince, veinte veces y, muchas veces, lleva años ganarse la confianza de alguna persona crucial en la historia hasta que finalmente acepte hablar".

Diferente es el proceso de escritura, la definición del estilo, enfoque y estructura para dar a conocer todos los colores -o la mayor cantidad posible- de quien es considerado un ícono musical no solo en Argentina, sino en Iberoamérica.

¿Cómo recordar a un ídolo? ¿Cómo reconstruir su legado?

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"No suelo tener una relación de fanatismo con las cosas y creo, además, que para escribir una biografía lo mejor es no ser fanático del biografiado, hay que tratar de llegar a él con la menor cantidad de prejuicios positivos y negativos posible", confiesa Morris a Culto.

El escritor conocía la música de Cerati, pero se encantó tardíamente, según dijo en entrevista con Paniko en 2015. Entre Bocanada y Siempre es Hoy, Juan Morris comenzó su inducción a la música ceratiana a fines de los 90, justamente cuando el ex Soda Stereo parecía no tener mayor protagonismo en la escena del rock trasandino.

"Gustavo quedó un poco desfasado de su época: se adelantó. Siempre conjugó un equilibrio admirable: fue un artista popular y de vanguardia, experimental y radial a la vez, pero creo que esos dos discos recién encontraron su audiencia unos años después y todavía hoy se siguen descubriendo", analiza el autor de la biografía más completa de Cerati.

En 2012, fue publicado el libro Cerati en primera persona de Maitena Aboitiz, un compilado de entrevistas y conferencias de prensa en las que el músico explicaba el significado y proceso creativo de sus álbumes. Dos años después, Gustavo Bove hizo lo suyo con Conversaciones íntimas, un proyecto que -asegura Bove- rondaba la idea de ambos, pero fue pausado cuando ocurrió el ACV.

Ninguno de esos dos libros tenía pretensiones biográficas. Más bien, plasmaron en papel las reflexiones y confesiones de Cerati en torno a su obra, pero de su historia, nada.

"Creo que escribir, en un sentido esencial, es ponerle palabras a las cosas que cuesta nombrar, a las cosas difíciles. Que, de pronto, un artista tan popular como él habitara una zona indefinida entre la vida y la muerte, en un lugar que era sobre todo una pregunta, fue algo que nos obligó a todos a pensar en eso. Todos, de forma consciente o inconsciente, vivimos preguntándonos por la muerte: cómo será, de qué manera nos llegará, qué hay del otro lado si es que hay algo. Es una pregunta que nos vuelve humanos", reflexiona Morris en torno a los capítulos más polémicos de la biografía.

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"Sin dudas creo que era una pregunta que el libro tenía que hacerse. Si no me preguntaba por esos últimos años en coma, habría sido un libro cobarde e incompleto. Yo creo que se puede y se debe escribir sobre todas las cosas, que no hay límites, en todo caso el desafío es cómo hacerlo. Hay morbo cuando hay goce, cuando hay un regodeo en la tragedia. En mi caso, traté de contar los últimos años de Gustavo de la forma más sobria y empática posible, porque también fue parte de su vida", relata el autor a Culto.

Siguiendo el modus operandi propio de una investigación periodística en profundidad, Morris se sumergió de lleno en la vida del cantautor. Desde la llegada de los Cerati como inmigrantes en Argentina, hasta la fatídicas horas en suelo venezolano.

"En el libro está el abuelo que llegó desde Italia después de la Segunda Guerra Mundial, la historia de amor entre sus padres. Está el chico que nació en una familia de clase media baja de Barracas bajo la influencia de la movilidad social ascendente que había dejado el primer peronismo, la infancia en un colegio parroquial de Villa Ortúzar leyendo historias de ovnis, el adolescente que escuchaba con fascinación a Luis Alberto Spinetta y al que un día su padre le regala una guitarra eléctrica, el joven que estudia Publicidad mientras ensaya con dos amigos arriba de un garage imitando a The Police", resume el periodista y autor de Cerati: la biografía.

"También está el rockero que sale al escenario con peinados espumosos y que con sus canciones desata una fiebre que pronto se extiende por el resto de Latinoamérica. Está el artista que en Canción animal se pone a la altura de leyendas como Spinetta y Charly. Están el padre de familia, el hijo, el hermano, el amigo, el hombre guiado por sus deseos y obsesiones, el músico que vive la fantasía rockera de giras, fanáticas y juventud eterna. Está el accidente cerebrovascular en Venezuela y los años en coma".

Descifrar al hombre tras el rockstar

En su travesía por el ámbito tanto personal como artístico del hombre de "Crimen", hubo muchos descubrimientos. Más considerando que la admiración de Morris no raya en el fanatismo devoto.

A diferencia de Charly García, explica Morris, Cerati no se podía definir como un "niño superdotado que podía distinguir en qué nota sonaban las bocinas o qué cuerda estaba desafinada: era un chico común y corriente".

Los primeros discos -Soda Stereo (1984) y Nada Personal (1985)- tienen claras influencias New Wave y Synth-pop. Con reversiones a los británicos The Beatles y The Police, Gustavo, Charly Alberti y Zeta Bosio se inclinaron a las fórmulas poperas apadrinados por Federico Moura, el entonces líder de Virus. Su crecimiento, dice el biógrafo, fue a partir de Signos, Doble Vida y en Canción animal.

"Todo lo que viene después es casi perfecto. Otra cosa interesante: Gustavo nunca dejó de evolucionar. El final de Soda Stereo podría haber sido el comienzo del resto de su vida, y sin embargo, fue el comienzo de una búsqueda interesantísima".

Su perfeccionismo, aspecto de Cerati en el que coinciden quienes lo conocieron, fue lo que más atrajo al periodista al adentrarse en la esencia del músico. Un “super-yó” que lo impulsaba a trabajar.

“Una mezcla poderosa de pasión, obsesión y talento que lo llevaba muy lejos. Una vez, uno de los técnicos que trabajaban con él en [el estudio] Unísono me dijo: ‘Era un profesional salvaje, en el estudio no tenía amarras'. Me pareció una definición muy ajustada. Porque además era ultra profesional. Su padre había pasado de vivir en una pensión a convertirse en ejecutivo de ESSO en base esfuerzo y trabajo, y Gustavo hizo lo mismo. Nadie a su alrededor trabajaba más que él”, detalla Morris.

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Si tuviera que elegir los hallazgos más destacados, Juan Morris menciona, por ejemplo, que lo que fue concebido por Charly García como esos "Raros peinados nuevos" en Piano Bar, complementados con delineado oscuro a lo The Cure; surgieron de una ex novia y amiga de Cerati: Anastasia Chomyszyn, una adolescente de 15 años que conoció en uno de sus shows.

Era la mezcla de elegancia, rebeldía y modernidad que Gustavo estaba buscando para el look del grupo...

Que el éxito explosivo de Soda Stereo en Chile haya derivado de una negociación entre empresarios que llevaron al trío argentino a la televisión, es otras de las historias que Morris rescata como “sorpresa” dentro de su investigación, pero se detiene especialmente en un tema que es foco de discusión constante entre los asistentes a los conciertos: los videos del público.

"Cuando Gustavo volvía al hotel después de los shows, abría su computadora tirado en la cama y se quedaba viendo videos subidos por los fans a YouTube. Me da ternura esa mezcla de inseguridad, perfeccionismo y narcisismo, creo que muestra bien los sentimientos complejos que conviven en alguien que puede enfrenar multitudes arriba del escenario. ¿Alguna vez se preguntaron quién ve los videos de mala calidad que filma la gente con sus celulares en los shows? Bueno, Cerati los veía".

- ¿Qué fue lo más desafiante?

Poder llegar a comprender quién era Gustavo Cerati realmente. Qué lo movía, en qué creía, cuáles eran sus miedos, sus miserias, sus neurosis. La biografía que escribí intenté que fuera una reconstrucción de su vida en todas las dimensiones posibles. Que se desplegaran dentro del relato sus emociones, su evolución artística, el contexto artístico, político y social en el que todo eso sucedía.

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