"Chicos, ¿les gustaría que Andy Warhol los represente?". Con esa pregunta, el cineasta Paul Morrissey rompió el hielo cuando decidió hablarle a la banda que había visto justo esa noche en el Café Bizarre, la Velvet Underground.
Pero no fue tan simple convencer al artista pop de incursionar en el rock. “Andy no quería, nunca lo habría pensado. Incluso después de pensarlo, tuve que empujarlo a hacerlo (…) Mi idea era que podría hacer mucho dinero representando a un grupo de rock and roll que tuviera su nombre en los periódicos, y si había una cosa para la que Andy era bueno era para poner su nombre en los periódicos”, cuenta Morrissey en Please, Kill Me (1996, Penguin).
Finalmente, tras mucho insistir, el ilustrador fue al club y comprobó por sí mismo el potencial del conjunto. Al acabar la actuación se acercó a conocerlos y luego de un rato de conversación, amenizado con algunas cervezas, sellaron el acuerdo. “Andy Warhol me dijo que con la música estábamos haciendo lo mismo que él estaba haciendo con la pintura, las películas y la escritura”, dijo Lou Reed en el libro citado.
Eso sí, había un precio. La banda podría ensayar y trabajar en The Factory, el taller de Warhol en el quinto piso del 231 de la calle 47 East en Midtown, Manhattan. Éste también les financiaría la grabación de su disco debut, las drogas que quisieran y nuevos instrumentos, pero tendrían que aceptar a la modelo alemana Nico como la vocalista.
Los Velvet no la querían. Ya tenían compuestas casi todas las canciones para su álbum y la sentían como una molestia, pero Warhol les insistió en que tenían que crear material especialmente pensado para la europea. Para el padre del pop art, la imagen lo era todo y en su opinión, ella les iba a dar un gancho visual. De mala gana los músicos accedieron a que la gélida voz de la germana se escuchara en “I’ll be your mirror”, “Femme fatale” y “All tomorrow’s parties”, un tema que terminó siendo el favorito del artista.
Escrita por Reed, se inspira en los personajes que pululaban en las noches de fiesta de la Factory en que no faltaban la música estridente, las proyecciones, las drag queens, las serigrafías y las drogas. Todo en medio del ambiente de libertad sexual que asomaba en parte de la sociedad estadounidese de la medianía de los sesentas. “¿Y qué traje usará la pobre muchacha?/A todas las fiestas de mañana/Un vestido de manos abajo de quien sabe dónde/A todas las fiestas de mañana”, dice la letra. El músico volvería sobre la idea en “Walk on the wild side”, uno de los clásicos de su período solista.
En julio de 1965, mucho antes de su grabación definitiva, el guitarrista junto a Sterling Morrison y John Cale registraron un primer demo del tema. Su sonido es totalmente acústico y folk, casi cercano al estilo de Bob Dylan. Esta versión se puede escuchar en el compilatorio Peel Slowly and See.
Las presentaciones de la Velvet se montaron como una exposición bajo el nombre The Exploding Plastic Inevitable. Mientras tocaban se proyectaba una película una película muda de 70 minutos en blanco y negro. Pronto Warhol consideró que eso era insuficiente, así que añadieron luces estroboscópicas, diapositivas, bailarines y lo que se les pasara por la mente.
“All tomorrow’s parties” se incluyó en la placa The Velvet Underground & Nico, grabado entre abril y mayo de 1966. Años después fue grabada por artistas como Jeff Buckley y Los Tres, quienes la incluyeron en su tercer elepé, La Espada & La Pared (1995). Los penquistas ya habían tenido un acercamiento a la música del cuarteto estadounidense cuando a fines de los 80′ musicalizaron con piezas de su catálogo la obra de teatro Y Warhol, montada por la compañía Teatro Provisorio, junto al músico Cuti Aste. De alguna forma, el estilo despreocupado de la banda, se avenía con la inquietud artística de los chilenos. Todos a la fiesta.