Era una idea de larga data: cuando el director surcoreano Bong Joon-ho estaba en la universidad, trabajaba a tiempo parcial como tutor del hijo adolescente de una adinerada familia. El cineasta vio entonces un mundo de lujos al que no estaba acostumbrado y pensó entonces que ahí había material, que finalmente concretó en Parasite, la película extranjera más premiada en Estados Unidos y Europa en 2019, sobre una familia pobre que comienza a trabajar para una familia millonaria, y que compite en los Oscar tanto en película del año como en filme de habla no inglesa —es la gran rival de 1917 y la virtual ganadora del segundo trofeo—, además de dirección de arte, montaje y dirección, abriéndole la puerta de EE.UU. a Joon-ho.

"Imaginé qué pasaría si trajera a mis amigos a esa casa", dijo el realizador a Vanity Fair, sobre un trabajo que duró bastante poco. "Me despidieron dos días después, porque hablábamos mucho", contó entre risas, aunque la experiencia le quedó grabada.

La carrera de Joon-ho es breve, pero intensa: siete películas unidas por la crítica social, bajo un ropaje diferente, desde el drama y la sátira hasta el thriller. Todas sus ideas parten de una intriga que podría calificarse como aterradora. Así fue su debut, Barking dogs never bite (2000), sobre un hombre alterado que mata al perro de un vecino. Algo de eso había en Snowpiercer (2013), una distopía sobre una sociedad de supervivientes que vive en un tren condenado a seguir siempre en marcha. Y eso se reiteraba en Okja, otra distopía —esta vez producido por Netflix en 2017, que lo puso definitivamente en el mapa internacional—, sobre una niña que intenta salvar a un cerdo gigante que ha adoptado como mascota.

La idea de Parasite tiene esos elementos perturbadores, bajo el ropaje de un drama sobre una familia compuesta por cuatro personas de clase baja que poco a poco entran en la casa de una familia millonaria, engañándolos, para convertirse en empleados de ellos. La farsa tensa el relato y subvierte los roles. "A primera vista, podría leerse como una sátira social en la que una familia pobre se aprovecha de un clan adinerado, pero esa lectura es peligrosa", dijo Joon-ho a la revista Fotogramas. "En realidad, los pobres de mi película son personas con talento y dignidad. Es la falta de empleo la que los empuja a aprovecharse de los ricos. Además, la familia burguesa también puede verse como un grupo de parásitos: son incapaces de realizar las tareas más elementales y requieren de sus sirvientes para hacer cualquier cosa", advirtió el realizador.

Favorito del circuito festivales

Bong Joon-ho, de 50 años, nació en Corea del Sur y es el menor de cuatro hermanos. De padre diseñador gráfico y director de arte y madre dueña de casa —hija del escritor Park Taewon—, estudió sociología en la Universidad de Yonsei, en pleno movimiento democrático surcoreano, y Joon-ho fue un activo manifestante estudiantil hasta que tuvo que cumplir con un servicio militar de dos años. A su regreso a la universidad, cofundó un club de cine llamado Yellow Door, donde hizo algunos cortometrajes (Lookin for paradise y White man), hasta que decidió estudiar en la Academia Coreana de Artes Cinematográficas.

Tras egresar, colaboró en trabajos de compañeros de universidad y comenzó el rodaje de su primera cinta, Barking dogs never bite, que no tuvo mayor acogida del público y solo años después fue revalorizada. Eso sí, fue la puerta de entrada al circuito de festivales: estuvo en competencia en el Festival Internacional de San Sebastián y ganó premios en el Festival Internacional de Cine de Hong Kong. Recién dos años después, y gracias al boca a boca y los premios, consiguió financiarse.

El éxito le llegó realmente con su segunda película, Memories of murder, adaptación de una obra de teatro sobre un asesino en serie que aterrorizó a un pueblo en los años 80 y nunca fue atrapado. Tuvo pasos por los festivales de Cannes y Venecia y el director ganó el premio en su rubro en San Sebastián. Los críticos europeos y estadounidenses la amaron y anotaron el nombre de Bong Joon-ho como alguien en quien poner ojo.

El éxito internacional fue de la mano de The host. Tuvo un alto presupuesto (US$ 12 millones), se estrenó en la Quincena de Realizadores de Cannes y recaudó 13 millones de tickets solo en su país natal gracias a una historia particular: un monstruo ficticio que surge del río Han provoca el caos en Seúl.

Convertido en director de culto, en 2008 participó en la película Tokio!, junto a Leos Carax y Michel Gondry, y dos años después rodó Mother (sobre una madre que busca salvar a su hijo discapacitado de las acusaciones de un asesinato), aunando los aplausos del público y la crítica. Por entonces, Joon-ho ya sabía moverse bien en el circuito, siendo jurado en Sundance y de la sección Cámara de Oro en Cannes, y en 2013 estrena su primer largometraje en inglés, Snowpiercer, basada en una novela gráfica que se transformó en una de las películas más taquilleras de la historia de Corea.

En 2017, Okja fue parte de la competencia oficial del Festival de Cannes y desató críticas a las organización y abucheos durante la función de estreno, al ser primera vez que una apuesta de Netflix entraba en la competencia. Joon-ho recibió críticas por el acuerdo, pero indudablemente ayudó a masificarse su carrera. El estreno de Parasite le dio la razón: nuevamente estrenó en Cannes y terminó alzándose con la Palma de Oro. Lo que vino a continuación fue una cosecha de elogios, premios y una recaudación de US$ 115 millones en el mundo. Una consolidación para Joon-ho y un descubrimiento para una mayoría que aún no ha visto su filmografía.

De la mano de HBO

"Es la primera vez que experimento algo así, por lo que estoy intentando pasarlo bien", ha dicho Joon-ho por la vitrina que le han dado los Oscar. "Es una situación un poco extraña para mí", reconoce en entrevistas. Pero, tras la ceremonia de la Academia, ya tiene planes a futuro: una cinta de terror y otra rodada en inglés, sobre un caso real de 2016 del que no ha querido dar detalles.

Pero el proyecto que ha dado más que hablar es un remake que hará HBO de Parasite, luego de comprar los derechos de la película para adaptarla como miniserie, con un equipo conformado por Joon-ho junto a Adam McKay, ganador del Oscar por La gran apuesta y productor de la premiada serie Succession. Por ahora el proyecto está en su primera fase de desarrollo, pero Joon-ho será productor ejecutivo y estará vinculado al proceso creativo de la adaptación.

"Cuando estaba escribiendo el guion de Parasite, me vinieron a la cabeza muchas más ideas que no pude transmitir en una película de dos horas. Si hubiera tenido más tiempo, habría sido capaz de contar más historias. Por eso quiero hablar de ello con Adam McKay", dijo en una entrevista Joon-ho, mientras algunos miran con recelo esta rápida adaptación, tomando en cuenta que la cinta original ha tenido suficiente repercusión. "Aunque no estoy familiarizado con la industria televisiva, creo que este formato de miniserie permitirá desarrollar las tramas más profundas que no pude contar en Parasite. Además, Adam y HBO han creado la increíble Succession, así que no podría tener mejores compañeros", añadió el surcoreano, el nombre más popular de ese país en Estados Unidos, mientras se pasea por alfombras rojas y espera que la ceremonia de la Academia de Hollywood le dé el espaldarazo definitivo.