Consuelo Valdés, ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio: “En la cultura mapuche hay una capacidad de diálogo y entendimiento”
Por primera vez, el Premio Nacional de Literatura fue para un poeta mapuche, Elicura Chihuailaf. La ministra Valdés asegura que no es un premio político y aboga por el diálogo “reparador y respetuoso” ante el conflicto actual.
En 1981, cuando la ciudad de Temuco celebró su centenario, la actual ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Consuelo Valdés (1948) era directora del Museo Regional de La Araucanía. Le tocó remodelar el primer piso del recinto, que acogía la muestra etnográfica mapuche, y cambió todos los textos de la museografía. Los hizo bilingües. La acción fue pionera: fue el primer museo en castellano y mapuzungun en Chile. Además, retiró de la exhibición los restos bioantropológicos. “Me parecía una falta de respeto. Afortunadamente hoy existen convenciones, pero en ese momento yo no tenía instrucciones ni normas; fue sentido común”, comenta la ministra.
Arqueóloga con un magíster en Antropología, Consuelo Valdés recuerda con enorme cariño esos años, y cuenta que en cada trabajo arqueológico en terreno, se dirigía primero al lonko y luego se reunía con toda la comunidad. “No iba a ir a imponerles la Ley de Monumentos Nacionales. Conversábamos. Es una comunidad acogedora, pacifica, trabajadora y con mucho apego a su cultura. Cuando oigo hablar a Elicura Chihuailaf, parece que estoy escuchando a muchas de esas personas que conocí. Su relación con la tierra y la espiritualidad… Cada árbol, cada bosque, todo está animado de vida en la cultura mapuche”, detalla .
El martes pasado, la ministra llamó por teléfono a Elicura Chihuailaf para informarle que el jurado le otorgó el Premio Nacional de Literatura 2020. “Estaba tan lejos, en Asturias, pero tan cerca en el alma. ¡Tengo unas ganas de conocerlo personalmente! Fue muy emocionante escucharlo y quedamos en conversar cuando regrese y ver juntos qué agenda podemos hacer. Es muy importante invitar a todos a leer su obra”, comenta.
-Es la primera vez que un escritor mapuche recibe el premio nacional. ¿Está diciendo el Estado que la cultura mapuche es parte de Chile?
-Completamente. Es un reconocimiento de que la cultura y la creación literaria mapuche son parte de nuestra identidad, de Chile mismo. Es también darle un estatus literario a la creación mapuche y a la lengua, y además es un reconocimiento que trasciende, que queda en la historia, se incorpora en los textos escolares. Este premio contribuye a acercarnos al conocimiento, a la comprensión y el respeto de la cultura mapuche, y llega en un momento muy oportuno.
Lo dice por dos razones. Una es la sincronicidad: Jaime Huenún, poeta mapuche huilliche, recibió la semana pasada el Premio Jorge Teillier, de la Universidad de La Frontera. “Lo llamé, estábamos tan contentos. Él es funcionario del ministerio. ¡Mira cómo se dieron dos reconocimientos en tan corto período de tiempo!”, exclama Valdés.
La otra razón es contingente: “Este premio nos ayudará a no mantenernos al margen de la cultura mapuche; pone en valor su fertilidad poética y le da un impulso a otras generaciones de talentos que hoy están invisibles. Es necesario revelar la afectividad poética de la cultura mapuche, que impregna su cosmovisión, sus relaciones sociales y con la naturaleza. La poesía de Elicura me lleva a imaginar y sentir la ternura de la naturaleza. Gabriela Mistral decía que la poesía es un sedimento de la infancia sumergida, y en la persona de Elicura emerge eso. Su poesía logra una apertura intelectual y emocional muy amplia”.
-¿Incidió en la deliberación la situación actual de La Araucanía? ¿Fue un premio político?
-No. Es un premio literario, cultural. Un reconocimiento de toda su trayectoria. Para aquilatar el peso y los méritos que tiene Elicura hay que leer su producción literaria y ver cómo ha colocado a la cultura mapuche en el mundo a través de sus traducciones, y cómo ha inspirado a otros artistas.
El rol del Estado
Más allá del premio, la institucionalidad cultural ha desarrollado por décadas un silencioso y fecundo trabajo de integración y difusión de la cultura mapuche. La museografía que inauguró hace 11 años el Museo Regional de La Araucanía hace dialogar con verdad histórica a los colonos y los pueblos originarios, y la del Museo de Cañete fue fruto de ocho años de diálogo entre especialistas y autoridades espirituales de la comunidad. Asimismo, la restitución de bienes culturales avanza: ya han retornado valiosas piezas a Rapa Nui y Puerto Williams, tras décadas de oscuridad en depósitos santiaguinos.
“Chile es un país multicultural. En la Ley 21.045, que crea el Ministerio de las Culturas, hay siete artículos referidos a políticas en tema de los pueblos originarios”, acota. Esto se implementa a través de fondos concursables, el Sello de Artesanía Indígena y 16 programas de la subdirección de Pueblos Originarios del Ministerio de las Culturas. Uno de los focos es la revitalización lingüística. “No podemos perder estas lenguas, porque son el gran contenedor de las culturas”, enfatiza Valdés.
-¿Cómo cree que hay que avanzar para buscar una solución en el llamado “conflicto mapuche”?
-Diálogo, más diálogo, más diálogo. Ese es el único camino. Es un tema de carácter histórico, de Estado. Pero yo sigo confiando en la capacidad dialogante de la cultura mapuche. Los mapuches son una comunidad de personas pacíficas y que tienen una capacidad en la conversación. Recuerdo un poema de Robinson Saavedra, autor de La Araucanía ya fallecido, que dice: “Primero hay que ir hacia los demás y empaparse completamente de ellos hasta que uno mismo se haga prójimo”. Eso es lo que tenemos que hacer, y este viaje de ida y vuelta hacia el prójimo tiene que ser reparador, enriquecedor y respetuoso. En la cultura mapuche hay una capacidad de diálogo y entendimiento. Debemos hacernos más sensibles e incluyentes en el calor de esta cultura. El mismo Elicura, cuando lo llamamos, dijo que con el premio se abre una ventana. Agregaría que se abre un puente y que si destruimos esos puentes desaparecen las posibilidades de encontrarnos y entendernos, de hacernos prójimos”.
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