Miryam Singer, Premio Nacional de Artes Musicales 2020: “Este premio es un reconocimiento a la mujer e implica dar una vuelta de página”
La soprano, directora de ópera y arquitecta es la cuarta mujer que recibe el galardón. Directora de Artes y Cultura de la UC, Singer tiene una destacada trayectoria lírica y ha sido clave en popularizar el género. “La ópera tiene muy pocos secretos para mí”, dice.
Es la cuarta mujer que recibe el Premio Nacional de Artes Musicales en los 75 años del galardón. Y por eso, cuando la llamó el lunes la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés, la soprano, arquitecta y directora de ópera Miryam Singer se refirió rauda al género.
“Tiemblo entera de la emoción; no puedo más que agradecer al jurado. Como se suele decir, uno siempre está parado sobre hombros de gigantes, y en este caso son los hombros de las gigantas que me precedieron. Margot Loyola, a quien conocí a los cuatro años cuando mi madre estudiaba con ella. Luego vino mi maestra Elvira Savi y después, por supuesto, mi otra maestra, Carmen Luisa Letelier, hace más de 40 años en el conservatorio”, declaró Singer.
La folclorista, la pianista y la contralto obtuvieron el premio en 1994, 1998 y 2010, respectivamente. Letelier, además, integró el jurado junto con la ministra Valdés, los compositores Juan Allende Blin y Andrés Maupoint, y los rectores Ennio Vivaldi, de la U. de Chile y Alirio Bórquez, de la U. Católica de Temuco. Se excusó, por salud, Rodomiro Huanca, cantor y lakita.
Singer se impuso a postulaciones, entre otros, de Alejandro Guarello, Luis Orlandini, Isabel Parra, Guillermo Rifo, Horacio Salinas, Roberto Bravo, Patricio Manns y Cecilia Pantoja, y recibirá $ 22 millones y una pensión vitalicia de 20 UTM.
“Este premio significa un reconocimiento a la mujer e implica dar una vuelta de página en la historia de la humanidad. Espero pertenecer a la última generación de mujeres que estaban al otro lado: ahora estamos todos juntos”, aseguró Singer.
La obra de arte total
Miryam Singer nació en la oficina salitrera Victoria, y se vino a los 17 años a Santiago, a estudiar Arquitectura y Canto en la Universidad de Chile. “Me gusta mucho el desierto, porque mi papá me enseñó a apreciarlo. Él nació en Berlín, arrancó en 1939 y llegó a Chile. Acá estudió ingeniería y se fue al norte, y allá conoció a mi mamá y se enamoró de ella y del desierto”, relata.
“Cuando era pequeñita, me quejaba de que todo fuera tan seco, pero mi papá me hacía mirar los diferentes colores que había en el ocaso”, agrega la soprano.
“Nací dibujando y cantando. Recuerdo mi primera presentación en público a los cuatro años, y mis primeros dibujos a los cinco años. Tengo una formación en el sonido y en el espacio, entonces yo me conecto con ambas dimensiones de la ópera desde mi ADN. Yo creo en el Gesamtkunstwerk (la obra de arte total), las veo en sus tres dimensiones. La ópera tiene muy pocos secretos para mí”, dice
Uno de sus más cercanos colaboradores, hace ya 25 años, el director Eduardo Browne, destaca justamente que “Miryam es una enorme cantante y regisseur, se preocupa del diseño, de la actuación, del espacio. Ella es misma es una gesamtkunstwerk, aborda el arte desde muchos aspectos”.
Miryam Singer es una directora de ópera prolífica: ha montado más de 30 producciones, en escenarios como el Teatro Municipal de Santiago, ha gestionado proyectos itinerantes y presentado títulos como Carmen al aire libre, ante multitudes. No se limita, por lo demás, a la dirección escénica, sino que participa en la escenografía, la iluminación y el vestuario. Asimismo, ha sido pionera en la incorporación de recursos tecnológicos audiovisuales.
Esa labor es destacada por el guitarrista Luis Orlandini: “Miryam Singer reúne todos los atributos para recibir el premio. Su contribución ha sido muy importante, sobre todo en algo que en Chile cuesta mucho, su labor de gestión, obtener recursos, armar plataformas de desarrollo”.
Las producciones de Singer de Madama Butterfly (1997), Las Bodas de Fígaro (2007), El rapto en el Serallo (2011) y Der Kaiser von Atlantis (2011), fueron premiadas por la crítica. Esta última, compuesta por Viktor Ullmann en el campo de concentración nazi de Therienstadt en 1943, la tiene en el corazón. “Representa mi historia personal”, dice.
Cuando inició esta carrera como regisseur, a mediados de los años 90, Singer era una cantante lírica muy activa. Por 25 años, fue una voz siempre presente en la escena nacional, y en el extranjero, en un amplio repertorio.
De todos los roles que hizo, destaca Violetta, de La Traviata. “Es el más redondito, más completo. El más complejo, desde el punto de vista vocal e interpretativo. A medida que pasa el tiempo voy conociendo mejor el rol, y puedo interpretarlo a través de otras cantantes. Uno como maestra, se va realizando a través del trabajo de sus alumnos”, revela. Y destaca el nivel interpretativo que alcanzaron las dos últimas cantantes que dirigió en el rol, hace dos años, en el Municipal de Las Condes, Marcela González y Pamela Flores.
Esa labor formativa es apreciada por el pianista Roberto Bravo. “Miryam Singer le ha dado oportunidades a muchos cantantes jóvenes. Es una persona muy talentosa y emprendedora, que ha hecho un gran trabajo en popularizar la ópera y llevarla a varias partes del país”, asegura.
Profesora del Taller de Ópera del Instituto de Música UC, desde 2010, Singer es directora de Artes y Cultura de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Católica de Chile. Allí ha desarrollado el innovador programa Artifica la UC, que expone a los estudiantes y funcionarios a experiencias inmersivas, por medio de irrupciones tipo flash mobs.
“La ópera es una catedral del conocimiento colectivo y, en ese sentido, me siento una trabajadora de esta catedral”, asegura.
“Nuestra misión es guiar a las nuevas generaciones, para que desde pequeñitos estén en contacto con la ópera, que es una de las formas más excelsas que toman las artes, pues es interdisciplinar. No podemos perder este saber que nos ha costado cientos de años conquistar. Todo el mundo tiene el derecho a disfrutarlo”, reflexiona.
Es enfática: “Este género es tan fácil de apreciar como una canción folclórica. Hemos escuchado Gracias a la Vida tantas veces que está encriptada en nuestras células; y un aria de ópera es igual de sencilla. Pero hay que exponerse”.
Ello no implica, por cierto, que no valore la música popular. “Es exactamente lo mismo. Una canción de Schubert tiene la misma estructura que cualquier canción popular. Creo que, de la misma manera que se creó hace muchos años este premio para la música de tradición escrita, hay que crear un premio nacional para reconocer la música popular. El país le debe un reconocimiento a los músicos de tradición oral, como es el caso de la música popular y yo voy a trabajar para que eso exista”.
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