Mulán: el estreno cuesta arriba de la mayor apuesta de Disney en 2020
Tras su salto directo al streaming en EE.UU. y un discreto debut en China, la película suma críticas por haber filmado en Xinjiang, donde se han denunciado violaciones a los derechos humanos.
Más allá de algunas críticas por su falta de riesgo o el cuestionable valor agregado a lo ya visto, las reversiones de Disney de sus clásicos animados se habían sucedido con gran éxito en los últimos años. Sobre todo en 2019, en que las nuevas El rey león y Aladdín terminaron segunda y novena, respectivamente, en el listado de las producciones más taquilleras de la temporada, ambas sobre la barrera de los US$ 1,05 mil millones.
Su siguiente incursión, Mulán, debería haber seguido el mismo rumbo. Incluso el 10 de marzo alcanzó a realizar su avant premiere en Los Angeles, en el teatro El Capitán, recinto en el que Disney acostumbra a lanzar sus películas. Pero hasta ahí llegó el apego a la pauta habitual.
El coronavirus canceló el estreno de Mulán, generó su reiterada postergación en salas y derivó en una inédita determinación de Disney, que a inicios de mes la lanzó en el streaming mediante un pago “premium” en el servicio Disney+ y la llevó a cines donde la plataforma no está disponible. Aunque su mayor controversia hasta ahora data de mucho antes de la pandemia y podría haber estallado en cualquier momento: la localidad dónde filmó algunas escenas.
Dirigida por la neozelandesa Niki Caro, la película se grabó entre su país natal y China en 2018 con un presupuesto de US$ 200 millones, rodeada muy tempranamente por comentarios que advertían una reinterpretación de la leyenda de la guerrera china y, en efecto, cambios importantes respecto a la versión original (sin canciones, con una mayor apuesta por la acción y con la ausencia de Mushu, el recordado dragón rojo que acompañaba a la protagonista en el filme de 1998).
Quienes han visto la superproducción han podido comprobar cuán diferente es a la cinta anterior, pero también enterarse de un detalle clave en los créditos: parte del rodaje se realizó en Xinjiang, una región china en la que diversos informes internacionales han advertido la vulneración de los derechos humanos en contra de los uigures, etnia musulmana que representa cerca de la mitad de la población del lugar.
Las personas pertenecientes a la etnia son ubicadas en lo que el régimen chino llama “centros de formación profesional” y las políticas irían desde la prohibición de practicar su religión a esterilizaciones forzadas y abortos. “Hay muchas otras regiones de China y países de todo el mundo que ofrecen el paisaje montañoso de gran belleza presente en la película. Pero al hacerlo (en Xinjiang), Disney ayuda a normalizar un crimen contra la humanidad”, argumentó Isaac Stone Fish en The Washington Post en su columna “Por qué la nueva Mulán de Disney es un escándalo”.
Respecto a la responsabilidad de la compañía al haber filmado en esa zona, el viernes un grupo de congresistas demócratas y republicanos de EE.UU. envió una carta al director ejecutivo de Disney, Bob Chapek, solicitando explicaciones. “La aparente cooperación de Disney con los funcionarios de la República Popular China (RPC), que son los principales responsables de cometer atrocidades, o de encubrir esos crímenes, es profundamente inquietante”, escribieron en la misiva.
Una situación que hoy salpica al cine pero que hace tiempo alerta a autoridades internacionales. De hecho, la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, había planteado su preocupación previamente y lo volvió a hacer ayer, por “el impacto de sus políticas en los Derechos Humanos”. “He estado discutiendo con las autoridades las condiciones de una posible visita a Xinjiang cuando las condiciones sean propicias”, señaló la expresidenta de Chile en Ginebra.
Un debut tibio
Mientras los llamados a boicotear Mulán se han multiplicado, la película da las primeras luces de su resultado en los dos formatos en los que está disponible. Sobre su desempeño digital, Samba TV, que mide el consumo a través de equipos Smart TV, informó que 1,12 millones de personas habrían pagado por verla en su primer fin de semana en EE.UU., a un precio de US$29,99 (adicionales al valor de la suscripción en Disney+, la plataforma que llega a Chile en noviembre).
Números que equivaldrían a cerca de US$ 33,5 millones, y que tendrían satisfecha a la compañía. “Estamos muy contentos con lo que vimos”, indicó la directora financiera de Disney, Christine McCarthy, en una conferencia de inversionistas el miércoles. La ejecutiva reconoció la complejidad en torno a la polémica de Xinjiang, expresando que “nos ha generado muchos problemas”.
En esas agitadas circunstancias el filme llegó a los cines de China, consiguiendo una recaudación por debajo de las expectativas: US$ 23 millones entre viernes y domingo, lejos del monto alcanzado en agosto por la épica local The eight hundred en su primer fin de semana, de US$ 69 millones.
En medio de la pandemia, todas las cifras parecen verse distorsionadas, pero si se considera a Mulán como el mayor guiño de Hollywood a China -un elenco con Jet Li y otros actores de raíces asiáticas- y que los cines de ese país son los que han podido retomar el funcionamiento con mayor normalidad, el balance es al menos decepcionante.
En cualquier caso, el panorama que ha enfrentado la película ha sido permanentemente cuesta arriba. La primera señal de alerta la dio su protagonista, la actriz chino-estadounidense Liu Yifei, que en agosto de 2019 brindó su apoyo a la policía de Hong Kong, frente a la agitación social y las protestas surgidas en ese país a favor de la democracia.
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