Ella se llamaba Deborah, y aunque el adolesecente Jarvis Cocker pensaba que el nombre no le venía bien, eso no fue impedimento para mirarla como un obseso cada vez que pasaba a su lado. Más si las coincidencias entre ambos se hilvanaron en un relato. “Era una niña que nació dos días después que yo en el mismo hospital. Mi madre y su madre se conocían y me gustó mucho cuando llegué a los 13 años”, recuerda en la biografía Truth And Beauty: The Story Of Pulp (OmnibusPress 2008), el hombre que cuando creció fue el rostro, la voz y la pluma de Pulp.
De sonrisa amplia y pequeños pero vivaces ojos pardos, Deborah Bone fue la mujer que inspiró “Disco 2000”, el tercer sencillo del álbum Different Class (1995). Pero mucho antes que eso, fue inalcanzable como una nebulosa. Era la chica guapa del colegio que no le prestaba atención a los torpes coqueteos de Cocker, quien por entonces era solo uno más en la cohorte de púberes espinilludos y poco espabilados, que intentaban conseguir su atención.
“Desafortunadamente, a todos los demás en la escuela también les gustó, y nunca lo conseguimos -rememora el cantante en el libro-. Pero sabes que cuando dices esas cosas cuando estás a punto de dejar la escuela, dices: ‘Oh, mira, no perderemos el contacto, nos encontraremos todos en el año 2000, nos encontraremos todos en la fuente en el camino’. Y sabes que no lo vas a hacer, pero sería bueno si lo hicieras”.
La idea la retomó mucho tiempo después. Jarvis tenía 31 años cuando ese pasaje de la adolescencia, se le reveló en forma de una crónica sobre esos días de tímido, pero volcánico, amor teenager satisfecho más en las ensoñaciones que en la carne. Era el verano boreal del 95′, y la popularidad de Pulp estaba a punto de estallar hacia su minuto de gloria.
Un pop borracho
Con las canciones del álbum His 'n' Hers (1994) como “Do you remember the first time?” o “Babies”, Pulp consiguió dar con un sonido pop definitivo que maduraba sus intereses indie menos convencionales, en un lenguaje más accesible. Y además, poco a poco, conseguían mayor presencia en los medios.
No era para menos. Tras una carrera que iba para los quince años, con diferentes formaciones y enfoques musicales, los de Sheffield sentían que las cosas por fin les resultaban. “Pulp tenía una historia muy antigua, eran una banda ochentera prácticamente -explica a Culto el crítico musical y creador del podcast Magical Mystery Rock, Nuno Veloso-. Llevaban muchos años haciendo música. Acá dan en el clavo por el simple hecho de ser persistentes. Estaban en un momento en que lo que venían haciendo cobró frutos”.
Esa temporada fueron invitados al festival de Glastonbury (en uno de los escenarios secundarios), que en aquella ocasión levantó un line up de lujo con unos debutantes (y arrogantes) Oasis, además de Radiohead, los shoegazers Ride (aunque ya estaban alejados de esa etiqueta), Manic Street Preachers, James, M People, Björk, Peter Gabriel, Nick Cave & The Bad Seeds, y muchos otros.
“El gentilmente divertido Jarvis Cocker se sienta en el borde del escenario, balancea sus pantalones y cuenta chistes malos, y su pop borracho es tan silenciosamente glorioso como siempre -se lee en la crítica del show publicada en Melody Maker el 2 de julio de ese año-. ‘Do you remember the first time?’ es pintoresca, atractiva y la banda sonora perfecta para sentarse y ver a la pareja follar en seco en el césped frente a mí”.
Además el grupo viajó por primera vez a EE.UU (como teloneros de Blur, en la cresta de la ola por Parklife), mientras los videos promocionales de His 'n' Hers alcanzaron buena rotación en los programas musicales de Reino Unido. Por ello, la discográfica Island decidió darle al grupo un mejor presupuesto para el siguiente álbum, lo que les permitía una grabación de mejor calidad.
Durante la medianía de 1994, Cocker y el resto del grupo trabajaron en nuevas composiciones. Entre las primeras que salieron estaban “Common People”, “We Can Dance Again”, “Underwear” y “Pencil Skirt”. Es decir, se trataba del material más decididamente pop que habían compuesto en toda su carrera. Aunque no lo hubiesen planeado de esa forma.
“No creo que nos hayamos sentado a escribir singles de éxito, a abordar las cosas comercialmente”, comenta el guitarrista y violinista Russell Senior en la biografía. “Sino de manera más artística. Encuentro la música pop mucho más interesante y difícil de hacer que la música indie”.
La influencia principal estaba en el arco del pop setentero. Desde ABBA, pasando por Blondie y hasta ELO (por ejemplo, en “Common People”). Por ello, decidieron buscar un productor que conociera muy bien ese lenguaje. “A finales de 1994 Jarvis y yo teníamos este concepto de hacer un LP que tenía 12 canciones pop y cada una podía ser un sencillo -rememora el bajista Steve Mackey-. Incluso hablamos de conseguir que Benny de Abba lo produjera, o Mickey Most, productores de pop puro”.
Pero el escogido fue Chris Thomas. Un veterano de la producción musical que trabajó en Abbey Road durante los días turbulentos del White Album de los Beatles y en su currículum sumó nombres capitales en la industria musical como Pink Floyd (mezcló el legendario The Dark Side of the Moon), Roxy Music, Elton John, INXS, los Sex Pistols, The Human League, entre muchos otros. “Viene con toda esa escuela de grabación a la antigua bien hecha, como de utilizar los recursos del estudio para lograr matices orgánicos y no algo tan prefabricado”, explica Nuno Veloso.
Sin embargo, más que por la música el elepé acabó por destacar a partir de otro aspecto. “La gran virtud de Pulp respecto a la camada de bandas de la época son las letras”, agrega el crítico.
Clases diferentes
El grupo comenzó a grabar el disco al que titularon Different Class, en enero de 1995. Fueron días duros. A la agrupación le llevó varios meses completar el repertorio que incluyeron en el LP debido a que Thomas les demandó más material. Por ello, tras registrar el repertorio compuesto el año anterior, hacia el verano boreal del 95′ trabajaron 12 temas nuevos; entre estos “Bar Italia”, “Monday Morning” y “Mis-Shapes”, que llegaron al corte final del álbum, mientras que otras como “PTA (Parent Teacher Association)” o “Mile End” fueron usadas como lados B o entregadas a otros proyectos (la última se incluyó en el soundtrack de la película Trainspotting).
También estaba “Disco 2000”, la canción que Cocker escribió sobre la chica que lo ignoró durante su adolescencia de Sheffield, con la que fantasea volver a encontrarse en el año 2000 “junto a la fuente al final de la calle”. Un tema que según el biógrafo Mark Sturdy, musicalmente debe tanto al “Gloria” de Umberto Tozzi (que Cocker probablemente conoció en la versión de Laura Branigan) como a “Saturday night’s alright for fighting”, de Elton John.
Valiéndose de su chispeante ingenio, Jarvis se limitó a construir una historia en que recuerda a Deborah y evoca diferentes situaciones que vivió -o quiso vivir- con ella. “Éramos amigos/eso es lo más lejos que llegamos/Solía acompañarte a casa a veces, pero eso significaba/oh, eso no significaba nada para ti”, relata. A eso le sumó un sentimiento de pesimismo, propio de alguien que bregó durante años para conseguir el reconocimiento. “Nunca imaginé que te casarías, yo estaría viviendo aquí, a mi aire en aquel húmedo y solitario jueves de hace años”.
“Jarvis Cocker es el mejor letrista de su generación”, asegura Nuno Veloso. “O sea, la letra de ‘I spy’ es brutal, es un thriller de celosía y venganza sexópata. O la de ‘Live bed show’ es buenísima, es la historia de cómo una relación va decayendo y se refleja en cuantas veces la marques a del cama va golpeándose en la muralla. Cocker es un tipo muy inteligente”.
Esa temporada sorprendió al autor en estado de gracia. A medio camino entre la verdad y la leyenda sobre sí mismo, él asegura que buena parte de las letras del disco salieron de un par de noches bien regadas. Porque de alguna forma, todo venía de ahí, de esa sensación de miseria.
“Habíamos grabado toda la música y tuve que escribir las letras de ocho canciones en una noche -recuerda en la biografía-. Al final, no lo hice en una noche, hice cinco una noche y tres la noche siguiente. Me senté en la cocina de mi hermana con un brandy que mi madre había traído de España y me lo tomé. Me desmayé después de las cinco y terminé los otros tres la noche siguiente. Era obvio que había algo esperando salir”.
Por ello es que el nombre del álbum también tuvo una inspiración urbana. Según Jarvis el concepto le llegó en un lugar llamado Eve Club, en Londres. “Iba allí la mayoría de los fines de semana y un amigo nuestro se llamaba Antony...era una de sus frases favoritas: Clase diferente, es como, ‘Eso es genial, es único en su clase’. De repente me di cuenta. Fue inspiración, una luz cegadora de inspiración en este club”.
Pero también tenía una connotación social. Un concepto que articuló muchas de las composiciones del álbum, que precisamente hablaban de una generación desdichada y ávida de nuevas experiencias, tras la era de gobiernos conservadores liderados por Margaret Thatcher y John Major. “Por las razones que sean, muchas de las canciones parecen tener un poco de fijación con el sistema de clases, que podría tener un doble sentido -detalla Jarvis-. En nuestro entendimiento de Sheffield, ser de ‘una clase diferente’, es ‘el jefe’, y por eso dice: ‘Somos de una clase diferente a la de ustedes’”.
Sin embargo, de inmediato el vocalista se aleja de cualquier lectura reivindicativa. “No estoy exactamente seguro de qué clase social era yo. No es como, creo que soy de clase trabajadora, porque en realidad no lo soy. Realmente nunca me sentí como en casa en el entorno en el que me criaron; solía hacer que me tomaran mucho el pelo porque era un tipo larguirucho. Realmente no sabía a qué clase pertenecía, si es que pertenecía a alguna, y es por eso que hay un pequeño mensaje en la parte posterior del disco que dice: ‘No queremos problemas, solo queremos el derecho a ser diferentes. Eso es todo’”.
Como sea, había una narrativa. Según Nuno Veloso, en los textos había un discurso sobre la juventud marginal, la “common people”. “A diferencia de Blur que intentaba hacer un disco para toda la gente sin discriminación alguna, abiertamente pop, incluso con los acordes para que la gente tocara las canciones en la casa, este disco de Pulp está dirigido a los desterrados, a los ‘misfts’, de hecho abre con ‘Mis-Shapes’ que es un himno para que los ‘misfits’ se levanten, para que todos los expatriados de la sociedad, los freaks, se alcen. Es a esos desclasados a los que intenta darle voz. Por eso ‘Common People’ es su himno, como ‘Trash’ de Suede, del año siguiente, que aspiraba a lo mismo”.
Porque ante todo, Cocker hablaba desde la experiencia. “No hay que olvidar que los orígenes de Suede y los orígenes de Pulp son super marginales -agrega Nuno Veloso-. Suede se saltó el año 95′, pero Brett Anderson vivía al lado de un vertedero, rayaba con el punk y con toda una historia barrial antes de llegar a ser lo que fue”.
Figuras de cartón
En mayo, el éxito del single “Common People” (alcanzó el número 2 del UK Singles Chart) fue tal, que abrió un interés mayor por el grupo, que también destacaba por usar trajes y peinados perfectos en escena. Un logro nada menor en una temporada en que se publicaron singles contundentes como “Country House” de Blur, “Allright” de Supergrass, “Connection” de Elastica o “Wonderwall” de Oasis.
Más aún, a finales de junio los Pulp salieron del estudio para asumir un glorioso puesto de headliners en Glastonbury debido a la baja a última de hora de los Stone Roses (por la fractura de clavícula del guitarrista John Squire). Una presentación en que la banda aprovechó para tocar algunos de los temas nuevos (fue el debut en vivo de ‘Sorted for E’s & Wizz’, ‘Mis-Shapes’ y ‘Disco 2000’) y que tuvo un cierre épico con la multitud coreando eufórica “Common People”. Era la consagración de la música hecha por tipos absolutamente comunes del Reino Unido, en su escenario más célebre.
Esto anticipó la recepción de Different Class, que tras salir a las tiendas el 30 de octubre de 1995, fue un éxito rotundo. Las ventas superaron el millón y medio de copias y alcanzó el número uno del UK Albums Chart, el 11 de noviembre de ese año. Los peleles de Sheffield ahora eran superestrellas, en especial su carismático líder; un larguirucho de lentes gruesos y bueno para las morisquetas, que se plantó como una voz ingeniosa e inteligente en una era de rockstars deprimidos. “Si yo pude, ustedes también”, había anticipado en Glastonbury.
Además de las canciones, otra parte de la propuesta estética del álbum que llamó la atención fue la portada. Esta era la fotografía de un matrimonio real en que novios e invitados posan con retratos de los integrantes del conjunto a blanco y negro, ampliadas a tamaño natural. Además, la edición de vinilo tenía el logo de la banda en relieve plateado y nada menos que doce opciones de portadas intercambiables. Se trataba de escenas diseñadas con cuidado, en que se montaron instantáneas de los músicos sobre delicados fondos urbanos.
El diseño también se extendió hacia las portadas de los singles. Así pasó con la de “Disco 2000”, cuando salió la venta en noviembre de ese año (y alcanzó el puesto 7 del UK Singles Chart), mientras el grupo se encontraba de gira. A partir de la letra, se desarrolló “una historia de amor fotográfica bellamente ejecutada que se extendió a través del arte de los CD’s”, a la que se agregaron las figuras de los músicos en monocromo, explica Mark Sturdy.
Esta idea tuvo tal aceptación que el encargado de promoción de Pulp, Pedro Romhanyi, decidió replicar el concepto para el video de “Disco 2000”, en el que se desarrolla la historia de una pareja que se conoce en una discoteca. “Inicialmente íbamos a hacer algo mucho más cercano a la letra de la canción. También estábamos experimentando con una nueva idea técnica, y luego apareció el arte del single -rememora en la biografía-. Entonces, en el video duplicamos la sesión de fotos, cambiamos el orden en un par de casos y, por supuesto, agregamos muchas cosas nuevas: la pista tiene más de cinco minutos de duración”.
Y aunque la idea original no llegó a la pantalla, la protagonista luce un collar con las letras que forman el nombre Deborah, mientras Jarvis le canta desde un televisor. Pero la real Deborah Bone no trabajaba en una lavandería como la chica del video, sino que en rigor, fue una trabajadora sanitaria. Un cáncer apagó su vida en el año 2014. Pero como un mensaje al mundo, dejó en su blog su impresión sobre los hechos que la hicieron conocida en los surcos de un disco. “Nacida en Sheffield, mi fama es crecer y dormir con Jarvis Cocker, bueno, alguien tuvo que hacerlo, ¡y todo fue perfectamente inocente! Me han dicho y me gusta creer que soy la Deborah en el éxito número 1 ‘Disco 2000’, pero nunca pudimos encontrarnos junto a la fuente en la calle”.