Polimá WestCoast: “Nunca se habla de que el hombre llora o sufre por amor”

Polimá WestCoast
Polimá WestCoast

El chileno-angolés dio sus primeros pasos en el gospel a los 8 años, para luego convertirse en uno de los referentes del trap nacional con la publicación de No Love More Bitches. Elogiado por sus pares, su último sencillo con el argentino Duki aborda la perspectiva de los artistas que ganan popularidad, hasta el punto en que pierden la noción de sí mismos. “Chile es un país multicultural hace mucho tiempo”, asegura en entrevista con Culto.


El pasado lunes 5 de octubre, Polimá WestCoast subió un video a sus redes sociales. En la descripción, el trapero denunció que la seguridad ciudadana de Vitacura persiguió el vehículo en el que viajaba, un trayecto que empezó en el Parque Bicentenario y que recién se detuvo cuando salió de la comuna.

“ESTAMOS CANSADOS DEL RACISMO, CANSADOS DE LA XENOFOBIA”, es una de las frases más visibles de la publicación de Instagram, en la que atribuye el origen del acto a su color de piel.

A pesar de que el padre de Polimá Ngangu llegó de Angola (África) como refugiado de guerra, el músico nació y se crió en Chile. Según relata, su madre le habló sobre su doble nacionalidad desde que era un infante, mientras que él mismo se percató de que su apariencia era distinta a la de la mayoría de sus contemporáneos.

“Yo soy un artista negro. Es importante, porque acá no estamos acostumbrados a verlo; todo eso me crea y me hace ser quien soy ahora”, comenta el trapero a Culto.

Polimá WestCoast
Polimá WestCoast

Si bien, desde la publicación de No Love More Bitches (2018) destaca como uno de los artistas más populares del trap nacional, los orígenes de WestCoast en la música se remontan a otro género: el gospel. Solo tenía 8 o 9 años cuando interpretaba canciones cristianas en la iglesia y en el colegio, una muestra de fe que su familia le inculcó desde que era niño.

Recién en 2015 empezó a hacer sus propias letras, pero fue tres años más tarde cuando inició su trabajo de manera profesional. A través de Instagram, se contactó con un productor de Georgia que le mandó un archivo con bases, de las cuales seleccionó algunas para cantar encima. Así surgió el sencillo “Brokeboi” en 2018, el cual fue incluído en Las crónicas de Ngangu ese mismo año.

“Nació del desamor, una parte más íntima de nosotros que nunca se ve expuesta, porque nunca se habla de que el hombre llora o sufre por amor. Era otra visión y muchos chicos se sintieron identificados con eso”, reflexiona.

-Artistas como Pablo Chill-E y tú muestran un lado sensible a través de sus creaciones, aspecto que no se tendía a tocar explícitamente en la música urbana. ¿Cuál es la esencia que buscas transmitir?

-Me dirijo principalmente a los jóvenes. Que no sigan lo que dice el sistema y traten de vivir de sus sueños, uno tiene que buscar la felicidad y el espacio en que se sienta libre.

-¿Qué te hace feliz a ti?

-Para mí la música es algo sagrado. Me levanto y me acuesto escuchándola, creando cosas nuevas y pensando en conceptos. Es algo que me apasiona, me sale natural y no me genera cansancio.

-En una entrevista con Culto, Pablo Chill-E dijo que el mejor concierto de su vida fue el tuyo en Lollapalooza 2019, ¿qué opinas de esa declaración?

-Para mí es especial que lo diga él, ya que es uno de los más grandes de la escena nacional. Ese día fue auténtico y cambió la música urbana para nosotros. El Movistar Arena estaba repleto y nos parecía increíble que los mismos chicos que empezamos en esto sin nada estuviésemos en un gran escenario. Jamás lo voy a olvidar.

El ascenso a la fama

Los días anteriores a su concierto en Lollapalooza, Ngangu creyó que sentiría nervios antes de iniciar su espectáculo, pero sus proyecciones fueron erradas: tenía ganas de saltar y gritar, de dejarlo todo en el escenario y ver cómo se sentiría después en la regreso hacia el camarín.

“No consumo alcohol ni ningún tipo de drogas, es una reacción natural que me genera la música. Cuando escucho una canción muy buena me dan escalofríos en el cuerpo”, expresa el artista.

Su último sencillo con el argentino Duki aborda precisamente esta temática. “Run Run Stop” trata sobre la perspectiva de los artistas que alcanzan un gran nivel de popularidad, hasta el punto en que pierden la noción de sí mismos.

-¿Cómo se conocieron?

-Lo conocí porque a él le gustaba una de mis canciones y me invitó a un concierto suyo. Ahí nos hicimos muy amigos, él viene a mi casa cuando está en Chile y yo voy a la suya cuando estoy en Argentina.

-¿Hubo algún momento en particular que los inspiró a escribirla?

-Lo estamos viviendo ahora: es rápido y difícil de asimilar. Bad Bunny es top de línea y está hablando con Pablo Chill-E, que es un artista chileno. Esas cosas pasan a menudo y nosotros quisimos retratarlo. Es una vida que uno elige y en la que imaginas cómo podría suceder.

-¿Cómo fue la dinámica en el estudio?

-Pasamos toda la noche ahí, el productor nos mostró el beat y la ampolleta se prendió automáticamente. Tiramos ideas y a él se le ocurrió el concepto del rockstar. Cuando hicimos el tema, él ya tenía ese estilo de vida, incluso estuvo con Pablo Chill-E y Bad Bunny en “Hablamos mañana”. Duki es el más importante del trap en argentina, en cambio yo hace poco logró consagrarme.

-¿Cuándo sentiste por primera vez que al resto le interesaba tu trabajo?

-En mis primeros conciertos en Bellavista, cuando muchos jóvenes me decían “quiero ser como tú” o “tu canción me ayudó con mi depresión”, mensajes así de personas que tienen muchos problemas y que la música los ayuda como terapia. Eso te hace sentir en una posición extraña, en la que sientes la responsabilidad de mostrar lo mejor para que más gente se motive con lo que uno hace y las acciones que sigue.

-Hace unos meses sugeriste que se celebrara el día del trap chileno los 21 de agosto. ¿Cómo ves el futuro de la escena?

-Por lo menos yo busco que más jóvenes quieran hacer esto, pero también me interesa mostrar que Chile es un país multicultural hace mucho tiempo, en donde hay gente de color que puede hacer este tipo de cosas. Esto se transformó en algo gigante, que puede llegar muy lejos y que aún está en proceso de construcción. Es algo inclusivo en lo que hay oportunidades para todos, eso es lo que yo quiero transmitir como Polimá WestCoast.

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