La película mexicana del año llega al Festival de Cine de Viña del Mar

Nuevo orden
Un escena de Nuevo orden, película de Michel Franco.

Ganadora del Gran Premio del Jurado en el reciente Festival de Cine de Venecia, Nuevo orden describe una insurrección social de características apocalípticas.


Las cosas ya no se ven tan bien en la opulenta Avenida Presidente Masaryk de la zona de Colonia Polanco en Ciudad de México. Su tradicionalmente impecable tienda Louis Vuitton está manchada de pintura verde y a su alrededor se acumulan cadáveres que en otros tiempos fueron tal vez clientes de apetitos y bolsillos generosos. Ahora todo es más bien un decorado incongruente y surreal desatado por una rebelión social con dosis de alta violencia.

La imagen es una de las varias postales furiosas que presenta la película Nuevo orden en sus económicos, eficaces e impactantes 88 minutos de duración. La obra del realizador mexicano Michel Franco (1979) inaugurará el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar, que va del 2 al 11 de noviembre, y viene precedida de una fama que comenzó en el último Festival de Venecia, donde obtuvo el Gran Premio del Jurado. El encuentro en Viña del Mar, por lo demás, será a través del streaming y las películas se podrán ver en forma gratis.

En la pasada edición de Venecia, el filme logró un León de Plata para su director, pero no pocos medios la consideraron seria candidata para el León de Oro, que finalmente obtuvo la estadounidense Nomadland, otra cinta sobre los efectos globales de la disparidad económica. Protagonizada por Naian González Norvind y Diego Boneta (Luis Miguel en la serie homónima), Nuevo orden ha sido vista como una reflexión sobre el actual estado de desasosiego y descontento planetario.

En su paso por los festivales de Venecia, Toronto y San Sebastián, un buen número de reseñas aludió a la cinta de Michel Franco como una representación encendida y apocalíptica de los movimientos de los chalecos amarillos en Francia, Black Lives Matter en Estados Unidos o las protestas político-sociales en Chile, Hong Kong y El Líbano.

Aunque aún no se estrena comercialmente en México, el filme tiene bastantes posibilidades de ser nominado por su país para los Oscar: la plataforma de Venecia ya ha ayudado en las estatuillas a otras cintas de cineastas mexicanos, como Roma de Alfonso Cuarón y La forma del agua de Guillermo del Toro.

Distopía verde

Ganador en el año 2012 de la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes con su filme Después de Lucía (sobre una adolescente víctima de bullying) y premiado con el galardón a Mejor guión en el mismo festival en el 2014 por Chronic (acerca de un enfermero de pacientes terminales), Michel Franco es responsable de un cine directo, sin contemplaciones, a veces frío y que en Nuevo orden alcanza un grado mayor de ambición

La película, que en su dimensión social ha sido comparada con Parasite de Bong Joon-ho, plantea una virtual lucha de clases donde no quedan bien parados ni los unos ni los otros. Eso sí, Franco siempre logra empatizar más con los menos privilegiados de la historia: es a partir de la desigualdad económica que todo comienza.

La trama parte con la boda de Marianne (Naian González Norvind), una muchacha acomodada que a diferencia del resto de su familia aún mantiene lazos de afecto con los antiguos empleados domésticos de la casa. De alguna manera aquella integridad la salvará (al menos momentáneamente) de la insurrección social que vive el país y que pronto hará irrupción en la misma fiesta de matrimonio.

Mientras Marianne y su superficial hermano Daniel (Diego Boneta) departen en casa, las calles de la ciudad se llenan de barricadas y protestas. El pueblo en rebeldía se identifica con la pintura verde y tiñe de aquel color los lugares y personas que se presentan por delante. El gobierno, por otro lado, impone ley marcial, toque de queda y aplica el garrote.

Nuevo orden probablemente tiene toda la fantasía visual de Michel Franco, que la calificó en Venecia como una “distopía”, pero existe un evidente terreno real del cual tomó inspiración.

Nacido en 1962, el Festival de Cine de Viña del Mar es el más antiguo del país y siempre tuvo una vocación latinoamericanista. En el 2019 y 2018 las películas ganadoras fueron la colombiana Monos de Alejandro Landes y la paraguaya Las herederas del Marcelo Martinessi, premiadas en Sundance y Berlín, respectivamente.

En la Competencia latinoamericana de este año estará además la chilena Blanco en blanco, filme de Theo Court que en el 2019 se llevó el premio a Mejor director en la sección Orizzonti del Festival de Venecia. En esta historia de época ambientada a fines del siglo XIX en Tierra del Fuego, Pedro (Alfredo Castro) es un fotógrafo contratado por un terrateniente local para realizar retratos en su futura boda. En aquella circunstancia, Pedro es testigo de la metódica masacre de los selknam, pueblos originarios de la Patagonia.

Las otras cintas que estarán en la competencia son Los ojos de Ernesto, de la directora brasileña Ana Luiza Azevedo; La muerte habita de noche, del también brasileño Eduardo Moroto; El tango del viudo y su espejo deformante, de los realizadores chilenos Valeria Sarmiento y Raúl Ruiz; Chaco, del cineasta boliviano Diego Mondaca; Perros sin cola, de la directora chilena Carolina Quezada; Uzi, del realizador mexicano José Valle; y Las buenas intenciones, de la directora argentina Ana García Blaya.

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