Los primeros recuerdos musicales de Cler Canifrú fueron con Mazapán y canciones infantiles, aunque no tardó mucho tiempo en descubrir el género que más le apasiona. A los 7 años empezó a tocar la guitarra. Su padre, músico que formó parte de Los Escorpiones y figura en un capítulo del libro Genealogía del rock penquista (2020), le enseñó temas como “Twist and Shout” de The Beatles y clásicos de The Rolling Stones, los cuales marcarían el futuro de su hija.
Siempre que tenía la oportunidad, llevaba su acústica al colegio, mientras que sus actos eran recurrentes en las actividades extraprogramáticas. Si bien, ahí pudo desarrollarse como intérprete en un ambiente acogedor, los problemas llegaron más tarde.
Tras estudiar sociología por dos años, le comunicó a su familia que quería abandonar la universidad para centrarse en el sueño de ser músico profesional. Sus padres la apoyaron, pero con una sola condición: tenía que ser de las mejores.
Fue ahí cuando entró a la Escuela de Música SCD (la cual pasó a ser parte de la U. Arcis mientras estudiaba) como la primera mujer en la carrera de guitarra, según cuenta en entrevista con Culto.
—Nunca me lo cuestioné, para mí no era tema; pero sí para los demás.
Recuerda que uno de sus compañeros le confesó que cuando la vio, pensó que “no tenía nada que hacer ahí”; sin expresar argumentos que sostuvieran su comentario. Incluso, tuvo una relación amorosa con un chico de una generación más arriba, quien le sugirió desertar, debido a que entró “muy vieja” y a que “esto se tiene que estudiar técnicamente desde la infancia”.
—Ahí me di cuenta de que algo estaba pasando y que no venía de mí.
Aquello continuó cuando terminó sus estudios. En uno de sus trabajos como miembro de una orquesta en un programa de televisión, le dijeron que tenía exceso de peso; mientras que ninguno de sus compañeros era criticado por su apariencia física.
Cuando teloneó a Angra en el Teatro Cariola en 2015, como miembro de la agrupación de Gabriel Hidalgo, cada uno de los integrantes tenía planeado decir unas palabras al público. Todo transcurrió con cordialidad mientras hablaban sus compañeros, pero esta se rompió cuando llegó su turno: un sujeto le gritó improperios de carácter sexual.
—En ese tiempo no se hablaba tanto de feminismo y respeto. La gente reía y yo reaccioné diciéndole que viniera a decírmelo al escenario. Hasta yo misma le resté importancia en ese minuto. Ese tipo de cosas ocurren única y exclusivamente porque soy mujer, no hay ninguna otra razón.
Pero nada la detuvo en su objetivo por convertirse en una heroína de las seis cuerdas.
Tras tocar con Myriam Hernández, grabar en discos de Murciélago, Hidalgo, Felo Foncea y debutar con un álbum propio en 2015, hoy es reconocida por Hispanic Heritage Month como una de las artistas latinas más influyentes en la cultura norteamericana. Mientras que firmas como Laney Amplification y Kramer se han interesado en incorporarla a sus filas.
Este mes se sumó el interés de Gibson, una de las marcas más reconocidas en la historia de las guitarras y con la cual han figurado nombres como Angus Young, Jimmy Page, Sister Rosetha Tharpe y Joan Jett, entre una lista extensa.
-¿Cómo te contactaron?
-Antes estuve con Kramer (una submarca de la empresa), pero hubo unos cambios internos en el equipo y yo me desligué un poco. Aparte me empezaron a llamar la atención las Telecaster y tenía ciertas inquietudes artísticas, por lo que la unión se fue disolviendo. Hace poco me hablaron las mismas personas para que retomáramos contacto, pero esta vez con Gibson. Obviamente acepté.
-¿Cómo era tu relación con la marca antes de que te pidieran ser embajadora?
-Siempre me gustaron, pero nunca había tenido una. Tener una como la que me pasaron era difícil, porque son muy caras. Todos mis ídolos siempre han usado Gibson, como Slash y Jimmy Page. El otro día me enteré de que el solo de “Another Brick in the Wall” de Pink Floyd se grabó con una Les Paul. También admiro mucho a Joan Jett, Sister Rosetha Tharpe y Angus Young; todos tenían en común la firma en el clavijero. Para mí es un logro muy importante.
-¿Qué instrumento te pasaron? ¿Tú seleccionaste?
-Me dijeron que entrara a la página web y escogiera mi favorita. Así que pedí una Gibson Les Paul Standard Custom Model en honeyburst, es como color miel.
-La firma se declaró en bancarrota el 2018, pero al año siguiente contrataron a Mark Agnesi (ex gerente de Norman’s Rare Guitars) para que asumiera como director de experiencia de marca; ahí surgieron líneas como la Original Collection, las cuales recuperon los estándares que abandonaron por años. ¿Qué diferencias sientes entre ejemplares fabricados en la última década y el que tienes ahora?
-Principalmente, el sustain; puedo tocar una nota y esta sigue sonando por tres días. También tiene un sonido más gordo y opaco, mientras que al mismo tiempo, le puedo sacar brillo si lo considero necesario. Es pesadita, pero me gusta que sea así; cuando toco guitarras livianas me siento como si estuviese con un instrumento de juguete.
Un ambiente incierto
En junio de 2017, The Washington Post publicó un artículo en el que expuso que las ventas anuales de guitarras eléctricas disminuyeron en un tercio durante los últimos 10 años, mientras que Guitar Center —la mayor tienda de retail en Estados Unidos— enfrentaba una deuda de $1.6 billones de dólares; la cual podría llevarlos a la quiebra antes de que acabe el semestre, según anunciaron en un comunicado esta semana.
Por otro lado, la compañía de análisis de mercado, Technavio, asegura a través de Business Wire que la industria de los sintetizadores podría llegar a los $78.11 millones de dólares en 2023, cifra que se ha potenciado con la popularidad de la música electrónica.
A pesar de los casos expuestos, el CEO de Fender, Andy Mooney, se muestra con optimismo en una entrevista con The New York Times. En 2020 su marca alcanzó un récord histórico de instrumentos vendidos, mientras que su aplicación interactiva figura con 930.000 usuarios y un 45% de audiencia femenina. Ya en 2018, había informado a Rolling Stone que el 50% de sus nuevos compradores en Estados Unidos y Gran Bretaña eran mujeres.
-¿Cómo ves este escenario?
-Creo que la música actual ha prescindido un poco de la guitarra, porque estas mismas empezaron a simular el sonido de los teclados con el uso de efectos. El otro día un alumno me decía que la industria ya no quiere a un nuevo Slash o Jimmy Page. Le di la razón, pero le dije que si en verdad le gusta el instrumento, debe esforzarse en llevarlo hacia adelante. Creo que tiene que ser un conducto para expresar lo que quieres; por lo que encuentro maravilloso que haya más mujeres tocando.
-Vemos que también hay más medios con foco de género, como la revista She Shreds, mientras que modelos como la Musicman signature de St. Vincent adquieren cada vez más popularidad. ¿Crees que tu incorporación a Gibson pueda influenciar a que más mujeres jóvenes quieran tocar?
-No sé si me considero influyente en ese sentido, pero si lo soy, para mí es un orgullo y una responsabilidad. Desde hace rato existen mujeres motivadas, como Olivia Alarcón y Red Frandany. Mi inspiración chilena era la Soledad Genúa, que fue miembro de Human Factor y, sin ir más lejos, la Violeta Parra; tocar canciones de ella es súper complejo.
-¿Cómo es tu set de preferencia?
-Ahora ocupo un Laney Lionheart, un modelo bien clásico y de la onda hard rock que me gusta. Uso puros pedales análogos: MXR Super Badass, Fuse Overdrive, Dunlop Wah Hendrix, MXR Carbon Copy, Boss DD7 y el más importante, un afinador. No sé si tendría más cosas, me gusta la sencillez y depender más de mí que de los efectos.
-¿Cuáles son tus planes para el futuro?
-El 28 de noviembre es la celebración de los 5 años desde que publiqué mi primer disco, así que haré un concierto por streaming, para el que podrán comprar entradas desde la próxima semana. Con la pandemia empecé a trabajar el triple desde mi casa, por lo que tuve poco tiempo para componer. Aun así, logré hacer nuevo material que espero publicar de aquí a diciembre.