Sophia Loren y sus 70 años en el cine: “Si no me hubiera convertido en actriz, creo que habría muerto”
Tras ganar dos premios Oscar y convertirse en uno de los rostros más emblemáticos del séptimo arte, la italiana de 86 años vuelve a las pantallas con The Life Ahead (2020), película en la que interpretará a una sobreviviente del holocausto, quien cuida hijos de prostitutas en la costa italiana.
Cuando Sophia Loren tenía 6 años, esconderse en refugios antibombas era una actividad recurrente. Vivía en Pozzuoli, una ciudad ubicada al este de Nápoles, la cual era objetivo rutinario de ataques aéreos durante la Segunda Guerra Mundial y el régimen de Benito Mussolini.
A pesar de que siempre evadía las explosiones, un día no fue lo suficientemente rápida: el trozo de una munición alcanzó su barbilla y le dejó una pequeña cicatriz.
—Me refugiaba en los cines y me sumergía en las increíbles películas de Hollywood. Soñaba despierta con todas las estrellas — comenta en una entrevista con Variety.
Aquel periodo también se presenta en su filmografía. En Dos Mujeres (1960) interpretó a una madre que lucha por proteger a su hija de los horrores del conflicto, mientras que en Un día especial (1977) es una ama de casa que se ausenta a la visita de Hitler a Roma en 1938.
Con la cinta dirigida por Vittorio Da Sica ganó un Oscar a “Mejor actriz”, en lo que fue la primera vez que se entregó el reconocimiento a alguien que haya actuado en una lengua distinta a la inglesa. Asimismo, la segunda fue galardonada con un Globo de Oro y dos premios David di Donatello por “Mejor dirección” y “Mejor papel protagónico femenino”.
Antes de ser una de las actrices italianas más valoradas del mundo, se presentaba a sí misma como Sophia Scicolone, nombre que se le otorgó en su nacimiento. Pero el apellido de su padre le generó problemas mientras era una niña en un pueblo católico y conservador, debido a que este abandonó a su mamá, Romilda Villani, tras negarse a contraer matrimonio.
Ambas estaban solas.
—Era muy difícil ir a la escuela, porque la gente bromeaba con que no tenía papá.
A Villani no le interesaba el cine, pero sí llevaba a su hija a ver películas de actrices como Greta Garbo; quien participó en las cintas The joyless street (1925) de Mauritz Stiller y Flesh and the Devil (1926) de Clarence Brown, entre una lista extensa. Junto a ello, Rita Hayworth y Deborah Kerr se convertían en idolas a seguir.
—Quería estar en la pantalla. Si no me hubiera convertido en actriz, creo que habría muerto.
Con ese objetivo, le pidió a su madre que se trasladaran a Roma cuando tenía 15 años, bajo la excusa de que quería retomar contacto con su papá. Ahí participó en concursos de belleza y revistas de fotonovelas, donde adoptó el nombre Sophia Lazzaro como su primer seudónimo profesional.
Poco tiempo después conoció a Carlo Ponti, un productor 22 años mayor que ella y con quien se casaría más tarde. Según comenta a Variety, la invitó a tomar unas copas y le sugirió que hiciera una audición para ser actriz.
Ella aceptó.
Así, apareció en diversas cintas desde 1950, en las que alternaba los apellidos Scicolone y Lazzaro en la sección de créditos, según las preferencias de la dirección.
Fue recién en África bajo el mar (1953) cuando adoptó un seudónimo permanente. El productor Goffredo Lombardo se inspiró en el apellido de la actriz Märta Torén para sugerirle una propuesta, a la cual añadió un toque anglosajón: el resultado fue Sophia Loren.
Al año siguiente consiguió su primer gran éxito en El oro de Nápoles (1954) con Ponti en la producción y De Sica en la dirección; con quién trabajó después en seis películas más a lo largo de su carrera.
—Fue una gran oportunidad para mí. Me empezaron a dar mejores papeles y la gente me reconocía en las calles.
A finales de la década apareció en varios filmes estadounidenses, tales como La leyenda de los perdidos (1957) de Henry Hathaway, la cual protagonizó con John Wayne. Su creciente éxito la llevó a trasladarse a Los Ángeles, California, ese mismo año.
—Admiraba a todos estos actores, por lo que verlos en carne y hueso me generaba una sensación extraña; como si hubieran salido de la pantalla.
Si bien, según comenta la actriz, todavía tenía problemas con el idioma inglés en aquel momento; ello no dificultó que Paramount Pictures le ofreciera un contrato por cinco películas. Entre ellas se encontró la comedia Hogar flotante (1958), la cual terminó de rodarse solo unos días después de que se casara con Ponti.
Loren continuó alternando entre papeles de cintas italianas y estadounidenses, hasta que en 1991 recibió un Oscar honorífico por su trayectoria; el segundo desde que ganó el de “Mejor actriz” por su papel en Dos Mujeres.
El regreso de un ícono
Tras pasar tres décadas de trabajo ininterrumpido hasta 1979, abandonó las cámaras para concentrarse en su vida familiar. Si bien, regresó en 1994 para grabar siete filmes hasta 2010, ese año tomó un receso indefinido para compartir con sus nietos e hijos en Estados Unidos: el compositor Carlo Ponti Jr. y el director cinematográfico Edoardo Ponti.
Este último actuó con su madre en la serie de televisión Los tres amantes de Aurora (1984) para años después incluirla en su cortometraje La voz humana (2013), adaptación homónima de la obra teatral de Jean Cocteau.
The Life Ahead (2020) volverá a reunirlos en la pantalla grande, con Ponti en la dirección y Loren como protagonista; en lo que sería su primer papel de larga duración desde Femina (2010) de Matt Cimber.
La película está basada en la novela The Life Before Us (1975) de Romain Gary —ganadora del premio Goncourt— y relata la historia de Madame Rosa, una sobreviviente del holocausto que cuida hijos de prostitutas en su departamento de Bari, Italia.
En medio de aquel escenario, conoce a Momo (Ibrahima Gueye), un niño senegalés que intenta robarle y con el que después estrecha un vínculo emotivo.
La cinta será estrenada el 13 de diciembre a través de Netflix y, en caso de ser nominada, podría significar el tercer Oscar para la actriz de 86 años; quien se muestra optimista frente a esa posibilidad.
—Si estás convencido de lo que quieres ser, no hay nada que pueda destruirlo. Es como una fiebre, lo único en lo que piensas. Es increíble cuando hablo de estas cosas, porque siento que las hice ayer; me siento muy, muy joven.
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