Un hombre en bicicleta, cruza buena parte de la ciudad para visitar a su amada Ismenia. Mientras pedalea, con un ramo de flores en mano y la melodía del piccolo concerto en Do mayor de Vivaldi de fondo, recibe un grito por parte de taxistas, obreros y estudiantes que lo miran atónitos: comprate un auto, perico. La misma frase, le dirá una sorprendida Ismenia, cuando lo reciba en la reja de su casa.

Luego, una profunda voz en off, invita a la audiencia a contratar un crédito con el Banco de Santiago. Ese es el esquema del conocido spot, protagonizado por el fallecido Nissim Sharim, junto a Delfina Guzmán.

El anuncio, producido por la agencia Matte & Pérez, llegó a las pantallas en 1978, el mismo año en que comenzaron las transmisiones a color y se llamó a un plebiscito para someter a consulta la legitimidad del régimen militar -cuyos resultados fueron cuestionados al no existir registro electoral-. Su frase principal hasta hoy es una de las más recordadas entre las producciones publicitarias del país.

Por entonces, el país estaba en pleno auge del nuevo modelo económico impulsado por los “Chicago boys” -los economistas formados en EE.UU-, que además de la privatización de compañías estatales, invitaba al consumo masivo aprovechando el dólar fijo a 39 pesos, y los resultados de la economía que ese año marcó un crecimiento del PIB de 7,7%, según las cifras del Banco Mundial.

El entusiasmo era tal, que el general Augusto Pinochet no dudaba en ocupar los medios para promover los supuestos beneficios del nuevo orden. “De cada diez chilenos, uno tendrá automóvil. De cada cinco, uno tendrá televisor y de cada siete, uno tendrá teléfono”, prometió hacia 1980.

En esa cuerda, leen los expertos, se debe entender el impacto del comercial. “Entroncó muy bien con una aspiración de la cultura popular de la época, que era el deseo de tener auto”, explica Cristián Leporati, director de la Escuela de Publicidad de la Universidad Diego Portales.

“También empiezan a aparecer unas gráficas en los diarios que, si no me falla la memoria, eran de Suzuki, en la que salía un auto pequeño y al lado un tremendo edificio, super aspiracional, con gente joven, bien vestida -agrega-. O sea, de alguna forma, en esa época, se empezó a meter el bichito de mejorar el estatus a través de los bienes materiales parte de la cultura económica de Chicago”.

“Ese spot es muy importante”, sostiene Óscar Contardo, autor de Siútico (Planeta, 2013) y co-autor de La era ochentera (junto a Macarena García, Planeta, 2015). “Era la primera vez que ponían a personajes que uno supone graciosos para hablar de un crédito de banco”.

Más aún, se trataba de una producción que, a su juicio, resumía el ideario del modelo. “Ni siquiera era un comercial de autos, sino un comercial de pedir plata para comprar. ¿Y qué compras? Un auto. Se supone que así vas a enamorar a la polola. Era la cultura del consumo. Pide plata para comprar porque sino se van a burlar de ti en la calle. Y es la cultura del bullying, de la gente gritando burlas en la calle a otra persona”.

Esa incipiente cultura del consumo se condensa en el spot de un minuto, que instala la famosa frase que lo hizo recordable hasta hoy. “Todos los comunicadores que trabajan en lo comercial saben que siempre el jingle, o la frase pertinente es lo que queda, y eso es lo que pasó con el ‘Cómprate un auto perico’”, explica Leporati.

Gente común

Otro aspecto que llama la atención de los especialistas, son los personajes que muestra el spot, todos sacados desde las calles. Es decir, nada de ejecutivos trajeados; se trata ante todo de mostrar al chileno medio. “Aparece un taxista, aparecen obreros, estudiantes, era un spot muy simple, muy económico, pero muy bien pensado porque abordaba también a las personas que estaban empujando al Chile de esa época hacia un nuevo tipo de economía”, agrega Leporati.

Y al respecto, el académico relaciona esa idea a otro aviso publicitario posterior que considera importante. El del recordado “Faúndez”, el electricista que contesta su flamante celular en un ascensor, mientras está rodeado de encopetados ejecutivos que lo miran algo extrañados, pues hasta entonces los móviles circulaban casi en exclusiva entre los ejecutivos de alto poder adquisitivo.

Aquel era un spot de la desaparecida CTC Startel, muy difundido en los noventas, cuando Chile se abría a los tratados de libre comercio, y se masificaron productos como la televisión por cable, entre muchos otros. “Es muy memorable porque captura un momento histórico del país”, afirma Leporati. A su juicio, eso reafirma la idea de la meritocracia, y le permite hacer un vínculo con el spot de “perico”. “Son dos puntas de un iceberg, que es la economía neoliberal de libre mercado. Ahí está el éxito de ese relato, porque es un país que cree en el modelo, y esos spots conectan muy bien con ese sentir popular”.

Por otra parte, están los actores. En el caso de “perico”, el comercial reúne a Nissim Sharim y Delfine Guzmán, dos reconocidos opositores a la dictadura que ya eran rostros reconocibles desde sus trabajos en el teatro Ictus -donde formaban un comité creativo junto a Claudio di Girólamo-, pero también por su participación en televisión, en un recordado programa humorístico, La Manivela.

Este espacio de sketches, emitido entre 1970 y 1976 en las pantallas de diferentes canales (pasó por TVN, Canal 13, Canal 9 y UCV), contó también con la participación de otros actores del Ictus que harán historia tanto en televisión como en las tablas; Julio Jung, Patricio Contreras, Gloria Münchmayer, José Manuel Salcedo, Jaime Vadell, Jaime Celedón, María Elena Duvauchelle, entre muchos otros.

Por ello, Óscar Contardo piensa que el anuncio de “perico”, también tenía esa tensión entre los actores y la política económica que se impulsaba desde La Moneda. “Era paradojal porque son dos personajes de izquierda, Nissim Sharim y Delfina Guzmán, de alguna manera, a través de ese comercial, estaban avalando el modelo económico nuevo. Y un modelo de consumo. Porque era pedir un crédito al banco”.

Sin embargo, Cristián Leporati sostiene que el éxito del anuncio y el alcance de sus actores se lee más desde su exposición televisiva, más por su postura frente al régimen. “Eran personajes súper conocidos y más que por ser opositores, era porque estaban en televisión”. asegura. “No hay que olvidar que en esa época el control de la información era brutal por parte de la dictadura, y por lo mismo la gente no estaba tan al tanto de lo que pasaba en el país, o sea la hipótesis política en la fama del spot, yo creo que no”, agrega.

Culto gestionó una conversación con Delfina Guzmán para este artículo, pero desde su entorno manifestaron que no entregaría declaraciones al respecto.