La novela que enseña cómo negar un talento

Manuela Espinal Solano

El debut de la escritora colombiana Manuela Espinal Solano, Quisiera que oyeran la canción que escucho cuando escribo esto, se basa en una premisa tan sencilla como llamativa. Una chica tiene un don para la música, pero ante las presiones de una singular familia, decide esconderlo. En las páginas hay contradicciones y temores, pero ante todo, es un llamado a doblegar un destino.


Si hay un criterio que permite distinguir una novela buena de una mala, es que se pueda resumir el argumento claramente en una oración. Algo así como contarle una historia breve a unos amigos en un carrete. En el caso de Quisiera que oyeran la canción que escucho cuando escribo esto, lo nuevo de la porteña Editorial Kindberg la premisa es sencilla: una chica que tiene un talento para la música, pero lo esconde, lo niega. La ecuación se complejiza cuando es su familia de músicos la que la empuja a hacerse cargo de sus habilidades.

En esta novela de la joven autora colombiana Manuela Espinal Solano (1998), la narradora protagonista configura una visión de mundo más bien realista. Debido al trabajo de su madre, cantante, ha debido mudarse en más de una ocasión, con todo lo que ello implica. Ante la adaptación forzosa a nuevas realidades, echa mano a sus habilidades artísticas a modo de sobrevivencia, inscribiéndose en un taller teatral o cantando para sus compañeros.

Sin embargo, esa visión realista tiene algo de incomodidad, un desencanto ante un destino que le ha sido escrito en piedra y ante el cual quiere escapar. Su familia de músicos espera de ella que sea cantante como su madre, quien ha buscado la fama con ahínco. Pero la protagonista se resiste.

Hay una cierta contradicción. La música le gusta, se le da fácil, pareciera que lo disfruta, pero está harta de cantar. Lo ha hecho siempre, es casi un trámite para ella. Esa contradicción es lo que permite que la narrativa avance.

Así, hay una resistencia al poder. Ella en ocasiones no elige su destino, simplemente debe acompañar a su madre a vivir en Centroamérica, primero, y a la ciudad de Bogotá, después (desde su natal Medellín). Es un poder de cierto modo coercitivo, que no deja mayores opciones a la protagonista, pero el hecho de negarse a realizar ciertas actividades artísticas (como cantar en un acto del colegio) hace que muestre una voluntad de oponerse. Su madre le castiga por eso.

En ese sentido, la protagonista si bien acepta su condición de potencial artista talentosa, es algo que no la llena, hacia el final de la historia se aprecia su gusto por la escritura. Eso debió tener mayores señales desde atrás, pero es un punto que ayuda a entender la mente del personaje.

Manuela Espinal Solano
La escritora colombiana Manuela Espinal Solano.

Hay una preponderancia del mundo femenino. La protagonista tiene una hermana, ambas viven con su madre y la pareja de turno de esta. Y es la madre de donde la protagonista adquiere un rasgo esencial: el tema de arrancar permanentemente. La madre quiere arrancar a Canadá en busca de algo mejor –pero que no sabe exactamente qué– y es algo que ya había hecho anteriormente. La hija también quiere arrancar. Arrancar de un destino. Arrancar de las arrancadas de su madre. “Quiero que sepa que no la voy a seguir a todas partes”, dice en una parte.

Es una narración que no es lineal, dado que presenta saltos temporales. No son forzados, se presentan de manera bastante natural en el relato. Es una novela con un formato no tradicional, pero tampoco es un experimento. Se lee con agilidad y fluidez.

Amén de una prosa ágil, la novela tiene una extensión breve. Al terminar su lectura es difícil no pensar en que el mensaje es tratar de ser uno mismo. En la juventud sobre todo, donde abundan más las dudas que las certezas, es un llamado a atreverse a doblegar un destino. Es una forma bastante creativa de manifestarlo, lo cual se agradece en tiempos donde en la literatura hay una sobreabundancia de autoficciones aduladoras, las historias sobre gente con dones artísticos y que los rechacen, se cuentan con los escasos dedos de una mano cercenada.

Manuela Espinal Solano libro

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.