Algunos de los mejores cineastas acostumbran a filmar más o menos siempre la misma película o crean largometrajes que parecen ser piezas de un gran mosaico. Así como el chileno Patricio Guzmán indaga una y otra vez en nuestra historia, el portugués Pedro Costa (1958) ha creado una obra que es el retrato de la inmigración africana a su país. Específicamente la de Cabo Verde, aquella isla-país del Atlántico cuyos habitantes alguna vez soñaron con una vida mejor en Lisboa, en el barrio ya desaparecido de Fontainhas.
Su nueva película es una culminación estética de sus cintas anteriores, desde Juventud en marcha (2006) hasta Caballo dinero (2014), premio al Mejor director en el Festival de Locarno. Es más, Vitalina Varela (2019), que se llevó el galardón más importante en el mismo festival suizo, es protagonizada por la Vitalina del título, personaje que ya estaba en Caballo dinero. El largometraje estará presente en la sección Cinefilias, del 24º Festival Internacional de Documentales de Santiago (Fidocs), que irá desde el 25 de noviembre al 1 de diciembre. Considerada una de las 10 mejores películas del 2019 por la revista Sight and Sound, es una especie de documental con ambición de ficción o viceversa: Vitalina Varela, de 55 años, viaja a Lisboa al funeral de su esposo, quien hace 25 años dejó Cabo Verde en busca de un futuro mejor para ambos y nunca retornó.
Otro cronista de su país es el cineasta camboyano Rithy Panh (1964), quien en el 2013 ganó la sección Una Cierta Mirada de Cannes con su cinta La imagen perdida (2013). A falta de material de archivo, en aquel filme retrató la masacre de Pol Pot y el Khmer Rouge en Camboya en los años 70 a través de figuras de arcilla y dioramas. Para su cinta Irradiés, ganadora del premio a Mejor documental en el Festival de Berlín 2020, sí hay registros. Lo que hace Panh es unirlos a su manera para contar los efectos de Auschwitz, Hiroshima y los bombardeos con napalm en Vietnam.
También en Fidocs estará Notturno, película del italiano Gianfranco Rosi (1963), exhibida sólo hace un par de meses en el Festival de Venecia. El cineasta es el único documentalista que ha ganado los festivales de Venecia y Berlín (con Sacro GRA en el 2013 y Fuocoammare en el 2016, respectivamente) y ahora recrea la contingencia en tres países y una región que limitan entre sí: Siria, El Líbano, Irak y Kurdistán. El fantasma de la guerra civil y de ISIS cruza cada una de las historias.
En medio de estas tres cintas, la película Andrey Tarkovsky: A Cinema prayer, dirigida por Andrei A. Tarkovsky, hijo del famoso cineasta ruso, luce como un remanso. A través de imágenes y grabaciones escasamente conocidas, el hijo del director de El sacrificio (1986) deja que su padre cuente su vida y su perspectiva sobre el arte y el cine en sus propias palabras. La película fue estrenada en Venecia 2019 y tal como las tres mencionadas, estará en la sección Cinefilias del Fidocs, festival que se realizará este año en streaming y con acceso gratuito.