Siempre detestó hablar en público. Incluso hoy, cuando es uno de los intelectuales más leídos del mundo, Yuval Noah Harari (1976) no se siente cómodo en el escenario. En 2003 comenzó a dar el curso de Introducción a la Historia Mundial en la Universidad Hebrea de Jerusalén, y para facilitar su tarea decidió escribir sus clases como guiones. Fueron 22 capítulos que distribuyó entre sus estudiantes. “Mis clases empezaron a circular por toda la universidad, incluso entre los estudiantes que no asistían. Fue entonces cuando pensé que podría haber un libro en todo esto”, recuerda.
Ambiciosa y comprensiva historia de la humanidad, Sapiens mira con distancia la idea de progreso y sugiere que la especie está en el umbral de un cambio radical. Publicado con éxito en 2011 en Israel y editado en inglés tres años más tarde, hoy contabiliza ventas por 16 millones de copias, un fenómeno que convirtió al profesor doctorado en Oxford en un intelectual global.
Desde entonces Harari publicó dos libros que prosiguen el debate de las conclusiones planteadas en Sapiens, Homo Deus y 21 lecciones para el siglo XXI. Mantiene sus cursos en la Universidad Hebrea y viaja por el mundo dictando conferencias de alto nivel, invitado por líderes políticos, económicos o del mundo tecnológico.
Con su agente y esposo, Itzik Yahav, fundó en 2019 Sapienship, una organización que busca difundir sus ideas. Bajo ese alero se publica ahora Sapiens: una historia gráfica, la versión en cómic de su libro más célebre. Concebido en cuatro volúmenes, el proyecto quiere acercar los contenidos a un público más joven o que eventualmente se sintió intimidado con el libro. Publicado en español por Debate, el primer tomo acaba de editarse.
Vegano y budista, la figura delgada del historiador recibe al lector en las primeras páginas. Sentado en un sillón y con un libro entre las manos, el académico será el guía en la lectura del cómic. “Hola, me llamo Yuval Noah Harari. Soy historiador”, dice. “Sí, ya sé que los historiadores no suelen hablar de física, química y biología. Normalmente hablan de cosas como la Revolución Francesa”, prosigue. “Pero en realidad la historia humana es una prolongación de la física… la química… y la biología”, añade en viñetas donde aparecen Einstein, Marie Curie y Darwin dibujados como niños. “No comprenderemos sucesos como la Revolución Francesa hasta que entendamos cómo evolucionó la humanidad”.
“La idea es llegar al público general”, dice el historiador en entrevista con el diario francés Libération. “Aunque hoy en día todos se creen profesores de epidemiología, existe una flagrante falta de cultura científica. Sin embargo, más allá de la pandemia, los temas clave de nuestro siglo requieren un mínimo de comprensión científica, ya sea que estemos hablando de cambio climático, inteligencia artificial o bioingeniería. Y quiero ser ese puente entre la comunidad científica y el público general, en todos los medios”.
Conocido por su carácter sobrio, el autor que practica meditación a diario aceptó figurar como personaje en esta versión pop del libro. “En tiempos de pandemia es extremadamente importante hacer el esfuerzo de llevar el conocimiento tecnológico a una amplia audiencia para no dejar espacio a las teorías de la conspiración”, dijo al diario El País. La ciencia, la realidad, es muy complicada de explicar, y mientras tanto circula el rumor de que Bill Gates creó el virus en un laboratorio para controlar el mundo. Es vital que los científicos encuentren modos de comunicar más interesantes para llegar a la gente", afirmó.
Realizada en conjunto con el guionista belga David Vendermelen y el dibujante francés Daniel Casanave, la novela gráfica no es una simple adaptación, subraya Harari, sino una extensión de Sapiens. “Hay algunas ideas nuevas y sobre todo respuestas a preguntas que la imagen, a diferencia del texto, obliga a plantear. Por ejemplo, los primeros sapiens que hicieron fuego: ¿eran negros, blancos? ¿Hombres, mujeres? La respuesta científica no siempre es clara, a veces es necesario pensar en términos ideológicos”.
Problemas globales
Junto con la figura de Harari, el cómic incorpora también un elenco de científicos para explicar disciplinas y teorías. “Es importante mostrar la ciencia como un esfuerzo colaborativo y no como una empresa individual”, dice. Algunos de ellos son reales, como el antropólogo de Oxford Robin Dunbar, y otros ficticios, incluso hay un superhéroe enmascarado, Doctor Ficción, y un detective de Nueva York “que investiga quién mató a la mayoría de los grandes animales del planeta durante más de 10.000 años”.
Con sede en modernas y luminosas oficinas en Tel Aviv, Sapienship es una organización multidisciplinaria que “aboga por la responsabilidad global”, según su página web. Su misión es poner atención en los desafíos más importantes que enfrenta la humanidad: “disrupción tecnológica, colapso ecológico y la amenaza nuclear” . Liderada a nivel gerencial por Itzik Yahav, la empresa busca difundir las ideas de Harari. En sus paredes pueden verse mensajes como “Concéntrese en los principales problemas globales que enfrenta la humanidad”. O “Aprenda a distinguir la realidad de la ilusión”, y “Preocúpese por el sufrimiento”.
Además de la novela gráfica, Sapienship trabaja ahora en una gran exposición inmersiva, una serie de televisión y una historia del mundo para niños.
Al inicio de la pandemia, Harari escribió un artículo en Financial Times sobre el mundo pospandemia que provocó debate. Hoy cree que los mayores riesgos no están en el ámbito de la salud, sino en la economía y en las amenazas totalitarias .
“El mayor peligro de la covid ahora es económico y político, no médico. Las repercusiones de la pandemia pueden ser catastróficas y durar muchos años, con el colapso de regiones enteras, como Sudamérica, y la emergencia de nuevas tecnologías de vigilancia”, dice. “Países muy cuidadosos en la protección de los derechos de sus ciudadanos están legitimando su uso. Puede que dentro de 50 años, cuando se eche la vista atrás, se la recordará no por el virus, sino por el momento en el que todos empezaron a estar vigilados por el Gobierno. Ese puede ser su gran legado. Sobre todo si existe vigilancia biométrica, no solo para saber adónde va y con quién se encuentra una persona, sino también para observar qué pasa en el interior de su cuerpo: su presión sanguínea, pulso del corazón, actividad cerebral. Los Gobiernos y corporaciones van a ser capaces de conocernos mejor que nosotros mismos; entender nuestras emociones y pensamientos, nuestra personalidad. Es una forma de control social con la que los regímenes totalitarios siempre han fantaseado”.