Como la calva de Lenin, el bigote de Hitler o la barba de Fidel Castro, hay ciertos rasgos del aspecto personal que son definitorios en la imagen de un líder. Ya lo decía Napoleón Bonaparte: “El poder radica en la apariencia del poder”.
Esa idea se recogió en el equipo de producción de la serie de The Crown, que en su cuarta temporada incluye la impertérrita presencia de Margaret Thatcher, la “Dama de Hierro”, con su cabello elevado, casi como una escultura capilar. Una señal de su carácter firme.
Recrear el look de la primera ministra, interpretada en la ficción por Gillian Anderson, no resultó una tarea sencilla. “Es mi cosa favorita. Es lo que más me gusta en toda la temporada “, le dijo la diseñadora de maquillaje y peluquería de The Crown , Cate Hall, al medio especializado Vulture. “Y definitivamente fue lo más difícil”.
Tras recibir las instrucciones del showrunner de la serie, Peter Morgan, el equipo comenzó a trabajar en un primer diseño del look de Thatcher. “Comenzamos con un enfoque de peinado y maquillaje muy tradicional -cuenta Hall-. Hicimos el set, y se veía brillante, hermoso y sorprendente. Todos decían, ‘Wow, eres increíble’, y luego Peter Morgan llamó y dijo: ‘No está bien’. Dijimos: ‘¡Dios mío! ¡Oh, Dios mío, no!‘”.
El problema estaba en el color. En el equipo se dieron cuenta que todos tenían un recuerdo distinto sobre el cabello de la premier. “Su color cambiaba constantemente”, comenta Hall. “Recuerdo que era pelirroja, pero en realidad, por las fotos, sé que cambiaba todo el tiempo”. Por ello, tuvieron que tomar la decisión de que la señera peluca de Thatcher, debía pasar una “sutil transición de color a lo largo de la serie”.
De esta manera, como la temporada arranca en 1979 con el ascenso de Thatcher el poder, se decidió presentarla primero con un tono rubio y una textura muy suave, que se irá endureciendo a medida que pasen los capítulos. De allí, a que la “sutil transición”, va a tono con el arco narrativo del personaje durante la historia.
Pero Morgan además insistió con un detalle. “Ve más, ve más allá con la textura”, le pidió a Hall. Por ello recurrieron a varias artimañas. “Lo ceñíamos, lo peinamos hacia atrás, nos poníamos la peluca pero sin agua para que quedara aún más destrozada y así conseguir ese tipo de silueta dañada que en realidad es lo que es, creo, cautivadora y reconocible. Eso se debió completamente a que Peter simplemente dijo: ‘Sigue intentándolo, sigue intentándolo’“.
A contrapelo de las dificultades para dar con el tono del cabello, el maquillaje fue mucho más sencillo. La razón es que Gillian Anderson recurrió a pocos artilugios extras para crear el look, y conseguir una recreación perfecta del aspecto de la primera ministra. “La gente piensa que tenía prótesis porque es muy hermosa”, comenta Hall a Vulture.“¡Pero no es así! Ella simplemente lo hizo. No hay nada. De hecho, el maquillaje lleva unos diez minutos”.
Una vez definidas las características de la peluca, solo se le hicieron cambios muy acotados durante el rodaje. Un proceso que Hall, pese a todo, valora en su dimensión. “Es solo ese compromiso con la realidad lo que me encanta. Eso fue muy emocionante para mí“.