Pedro, un avioncito chileno marca Disney
En tiempos de guerra Walt Disney creó Saludos amigos, película que acercaría EE.UU. a Latinoamérica y donde Chile fue un frágil aeroplano menor de edad. El filme está en Disney Plus.
Podría haber sido cualquier plumífero o camélido del continente, pero Walt Disney le dio una curiosa y metalizada identidad infantil a Pedro, el personaje chileno de su producción Saludos amigos (1942). A Brasil sí le tocó un ave: un guacamayo al que llamó Pepe Carioca. A Argentina le correspondió Goofy vestido de gaucho y a Perú y Bolivia una llama porfiada que encrispaba al Pato Donald. Aquel zoológico de naciones, donde Chile fue un avión y la excepción a la regla, era la película con que Estados Unidos pretendía acercarse a Latinoamérica en tiempos de guerra.
A casi 80 años de su estreno el filme de 42 minutos continúa siendo toda una rareza, una pieza de colección y un caso de estudio en la utilización de la cultura como herramienta de persuasión política internacional. Saludos amigos, la cinta más corta de la factoría Disney en su historia (si se excluyen los cortos), es una de las sorpresas que contiene el recién llegado servicio de streaming Disney Plus.
Básicamente es un filme hecho con todos los recursos de Hollywood de la época y que busca empatizar con los países de América del Sur a través de las aventuras de Donald y Goofy en Sudamérica. México tendría su propia dosis de fraternidad animada en 1944 con Los tres caballeros, donde el habitante vernáculo era un gallo llamado Pancho Pistoles. Sí, Pistoles y no Pistolas, pues se escribió tal como lo pronunciaban sus creadores.
En esta fauna geográfica, Chile fue el caso extraño: nos tocó un avión infantil al que Walt Disney llamó Pedro, nombre que tomó de Pedro Aguirre Cerda. El Presidente también era el mandatario del país cuando el dibujante y productor estadounidense vino en septiembre de 1941 a preparar la producción. Para su estreno a mediados de 1942, Don Tinto llevaba más de medio año bajo tierra.
“El avión que representa a Chile es un niño. Podría haber sido un cóndor, pero ya existía aquel dibujo en el país y no era precisamente Condorito, que recién apareció en 1948”, dice Jorge Montealegre, escritor e investigador del humor gráfico en Chile. En efecto, desde el siglo XIX hubo humanizaciones del ave de Los Andes y aunque Disney pensó en un principio crear su particular versión para Saludos amigos, optó por antropomorfizar un avión, algo que se repitió 71 años más tarde en Aviones, subproducto de Pixar derivado de Cars.
Pero ¿qué disuadió a Walt Disney de usar el animal del escudo nacional para el personaje local? “Cuando estuvo en Chile conoció a Jaime Escudero y Carlos Trupp, que trabajaban en la película animada 15 mil dibujos y que habían creado a Copucha, un cóndor humanizado. Fue una de las razones por las que Disney decidió crear a Pedrito, quizás una metáfora mecánica del cóndor”, explica Montealegre. Aún así, en una parte de la cinta aparece un cóndor, aunque no pasa de ser un carácter secundario.
Saludos amigos se divide en cuatro segmentos con una historia por país a excepción del primero, que une a Perú y Bolivia a través del lago Titicaca. La segunda es la parte chilena, con el fragmento de 10 minutos llamado Pedro. Es el único pasaje donde no hay imágenes reales de la nación aludida y todo es dibujos animados.
Ante esto se podría pensar que Disney encontró a Santiago demasiado aburrida en comparación al altiplano, Buenos Aires y Río de Janeiro. O suponer que fue su historia más inspirada, la única donde no debió incluir realidad para explicar la historia.
Con el paso del tiempo se instaló la sensación de que Pedro no era una imagen modélica de los chilenos: torpe y descuidado, el avioncito por poco pierde la vida en su viaje a través de los Andes ya de vuelta de Mendoza.
“Es curioso porque en Brasil aún se acuerdan de Pepe Carioca, por ejemplo. Es un personaje querido y familiar”, comenta el historiador Fernando Purcell, vicerrector académico de la UC y autor de ¡De película!: Hollywood y su impacto en Chile 1910-1950, sobre el cine estadounidense como herramienta propagandística de Estados Unidos.
El pequeño aeroplano de Disney fue citado incluso por Pepo como el origen de su Condorito. Claro que por las razones incorrectas: el dibujante nacido como René Ríos decía que inventó a Condorito como respuesta auténticamente chilena ante el esmirriado avión.
Según Mauricio García Castro, creador del desaparecido Museo de la Historieta, eso es poco probable. “No creo esa versión de Pepo. Pasaron seis años entre un personaje y otro. Una respuesta no se demora tanto en llegar. Creo que era una excusa para hablar sobre el nacimiento de Condorito solamente”, sostiene García Castro.
A pesar de ser un carácter ingenuo en comparación al papagayo Pepe Carioca o al gallo Pancho Pistoles, Pedro al menos no es una caricatura clásica de los latinoamericanos. “Pienso que salimos incluso favorecidos”, apunta Jorge Montealegre. “No es el estereotipo colonialista: no es fiestero o pasa durmiendo la siesta. Es el más moderno de todos los protagonistas de la película”, añade el escritor.
“Perfect chilean huaso”
Walt Disney visitó Chile en septiembre de 1941, tres meses antes de que Estados Unidos entrara a la Segunda Guerra Mundial y como parte de una gira que incluía varios países de Latinoamérica. Fue en este viaje que él y su comitiva de dibujantes desarrollaron las ideas para Saludos amigos, una película apoyada por las directrices del Departamento de Estado de EE.UU.
Disney negó ante la prensa local cualquier carácter político de la gira. “La visita era parte de la llamada Operación Simpatía, que pretendía acercar a los países latinoamericanos a Estados Unidos ante la inminente guerra”, comenta Jorge Montealegre sobre esta estrategia desarrollada por el multimillonario Nelson Rockefeller. “Nuestros países no estaban precisamente a favor de los aliados. Había mucha influencia y simpatía hacia Alemania”, complementa Mauricio García Castro.
Para Fernando Purcell, el episodio cae dentro “de la diplomacia cultural” de Estados Unidos. “Las guerras son complejas y no se definen sólo en el campo de batalla. Nuestro continente es fuente de caucho y petróleo, recursos que se utilizan en los conflictos bélicos. EE.UU. no quería que esta región fuera un foco de conflicto que obstaculizara su avance en la guerra”, agrega.
Pero hay una pieza más en el puzzle. “A Disney también le convenía tener el apoyo del gobierno”, especifica Purcell. “Su compañía estuvo al borde la quiebra a fines de los años 30 y la guerra de alguna manera la salvó: no solamente hizo películas como Saludos amigos o Los tres caballeros, sino que participó en campañas gubernamentales de recolección de impuestos y racionalización del combustible en ayuda del esfuerzo bélico”, explica el historiador.
En el documental South of the border with Disney (1942), disponible en YouTube, se ve a Disney en Chile tocando difícilmente la guitarra, aunque improvisando unos pasos de cueca exitosos para ser un principiante. La voz en off identifica a un grupo como Los Quincheros, aunque una fotografía de El Diario Ilustrado consigna a Los Cuatro Huasos. Tal vez estuvo con ambos. No sería raro, pues como repara Mauricio García, “era Disney, lo recibieron como una estrella de rock”.
Sonriente y con un desenfado característico, Disney se vistió con el traje típico, anduvo a caballo, tomó chicha y declaró ser un “perfect chilean huaso”. De regreso a California, los perfectos huasos, la cueca, la chicha y los caballos quedaron fuera del imaginario de Saludos amigos.
Disney se resistió a dibujar un cóndor como protagonista y nos dejó un avión preescolar de regalo en 1942. Tres años más tarde, 17 días antes de que Alemania se rindiera en 1945, Chile fue el último país en unirse a los aliados. Tal vez Pedrito y su creador llegaron tarde con el mensaje de fraternidad.
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