Cuando Dave Lombardo (1965) llegó a Estados Unidos desde La Habana, solo tenía dos años de edad. Si bien, sus padres y hermanos tenían influencias de la música latinoamericana, también disfrutaban del rock en inglés con el que se encontraron en California. Nombres ligados a la psicodelia, tales como Cream, Led Zeppelin y Jimi Hendrix —además de los éxitos de Tina Turner— se escuchaban frecuentemente en su casa.
—Tenía dos culturas e iba aprendiendo de ambas. No había un conflicto entre géneros musicales, comprendí que tienen diferentes sentimientos y formas de entender la percusión —recuerda en un conversatorio organizado por la London School of Music.
Y a pesar de que nadie en su familia tocaba un instrumento —a excepción de un hermano baterista al que vio tocar en vivo solo una vez—, quisieron regalarle una batería de juguete cuando tenía cuatro años. Según relata, las baquetas eran de la mitad del largo de las que usa ahora y cuando los tambores se rompieron, uno de sus hermanos le consiguió unos bongos para que siguiera golpeando con los palillos.
Los fines de semana, asistían a clubes cubanos que había en la zona. Ahí bailaban, comían platos típicos de la isla y se presentaban agrupaciones de salsa durante las noches y otras de rock —y éxitos comerciales —durante las tardes. En esa misma época, Lombardo ya estaba convencido de que su pasión era la música.
En medio de uno de los eventos, el joven desapareció entre el tumulto de gente que presenciaba el espectáculo. Su madre lo buscó por todo el lugar y no lo encontró hasta que revisó en la parte trasera del escenario: ahí estaba él, sentado en un sillín de piano, con su mirada fija en los movimientos del baterista. Su fanatismo por el instrumento era tan grande que, incluso, un día lo dejaron subirse a tocar por unos segundos.
—Creo que ahí me enamoré de la batería y aquí estoy ahora.
Cinco años después, mientras cursaba el cuarto grado, participó como percusionista en una banda de marchas militares. Durante ese periodo también tuvo sus primeras lecciones con un profesor de la escuela, quien le enseñó a expresarse en el instrumento como diestro, al notar su impulso natural por hacerlo como zurdo.
—Fue muy bueno para mí, porque pude adaptar mi forma de pensar izquierda en la práctica como derecho. Creo que esa fue una ventaja que tuve creando mi estilo propio —dice, para luego añadir que al hacer sus patrones percusivos, realiza dos golpes con su mano dominante, para así terminar con la derecha.
Lombardo tuvo su primera batería real a los 10 años y con la inspiración de grupos como las mencionados, además de Kiss, tocaba en las presentaciones escolares en las que tenía la oportunidad. Más tarde, cuando acabó su adolescencia, le pidió dinero prestado a su padre para comprar una más profesional y luego devolverle la cifra con sueldos de trabajos ocasionales. Ese fue el mismo set que ocupó en Show No Mercy (1983), el primer álbum de Slayer.
Aquella obra significó el inicio de uno de los nombres más destacados en la escena del thrash metal y su estilo particular —marcado por ritmos con influencias de diversos géneros— lo llevó a posicionarse como un intérprete de clase mundial. Solo con la banda del chileno Tom Araya, Kerry King y Jeff Hanneman, grabó un total de siete álbumes de estudio, mientras que también colaboró con artistas como Fantômas —con Mike Patton, Buzz Osborne y Trevor Dunn— Testament, Grip Inc. y el saxofonista John Zorn.
Pero toda la parafernalia ligada a los autores de “Raining Blood” llegó a su fin en 2013, luego de que anunciara en su cuenta de Facebook que las ganancias de la agrupación eran mal distribuidas. Según detalló en el comunicado, King le informó que si quería discutir ese punto del contrato, mejor se retirara. Y así lo hizo: decidió emprender su propio camino y pasó de tocar en estadios con miles de personas a hacerlo en pequeños clubes con 20 espectadores.
—Eso fue duro, pero me ayudó a mantener los pies en la tierra, porque una persona nunca se debe creer mejor que otra. Hay que estar bien apoyado en la tierra para sobrevivir a estos momentos de la vida. La pasión por la batería nunca se me va a ir, no importa si estoy en una banda famosa o en una que no lo es; mientras esté tocando, soy feliz. No hay nada en el mundo que me dé más satisfacción que la música.
Detrás del escenario
La carrera de Dave Lombardo en la batería es tan compleja como extensa. No solo siguió colaborando en bandas de metal como Suicidal Tendencies, sino que también exploró el harcore punk en otras como Misfits y Dead Cross, además de otras de corte experimental como Mr. Bungle (donde también trabaja con Patton). Con esta última grabó su más reciente álbum de estudio, titulado The Raging Wrath of the Easter Bunny Demo (2020).
Pero la pandemia y la imposibilidad de hacer conciertos en vivo también tuvo su efecto en el físico del baterista. Según relata, subió considerablemente de peso al estar confinado en casa, mientras que las últimas veces que tocó frente a un público presencial fueron a inicios de año; además de una instancia exclusiva que hizo en el NAMM de California, feria internacional en la que se muestran los avances en productos musicales para el semestre.
Desde ese momento, dejó de ensayar constantemente por siete meses, a excepción de instancias eventuales en las que participó en sesiones de grabación; pero todo eso cambió cuando el staff de Mr. Bungle le anunció que tocarían por streaming el 31 de octubre, desde la Eureka Main Library de California. Fue ahí cuando —con la ayuda de su esposa— adoptó una dieta estricta y empezó a rememorar las canciones de la banda en un pad de práctica, a solo dos meses del evento. Asimismo, recién se sentó frente a una batería real cuando quedaban tres días.
—Antes no me importaba nada, porque sabía que no tenía trabajo, pero cuando recibí noticias de que íbamos a tocar, me di cuenta de que no podría hacerlo en esa forma, por lo que tuve que prepararme. La energía que se necesita para un show de Mr. Bungle es más de lo que puedes imaginar, tenía que hacer todo lo posible para adaptar los músculos a como los tenía en febrero. Fue duro, pero lo logré —comenta, para después añadir que solo tuvieron una jornada de práctica presencial antes de la fecha.
Pero a pesar de lo que los seguidores de Slayer podrían creer —después de todo, la contraportada de Reign In Blood (1986) muestra a los integrantes con un six pack incompleto de cervezas—, Lombardo mantiene una alimentación saludable desde que inició su carrera como músico profesional.
—Tomo mucha agua antes de los conciertos, no alcohol, porque este te relaja y para ser baterista de metal no puedes estar relajado, tienes que estar preparado como un boxeador.
De la misma manera, trata de caminar por la ciudad e intenta acostarse en el hotel las horas previas, para así focalizar su mente en la presentación. Junto con ello, toma vitaminas y practica rutinas de elongación —similares al yoga —para evitar lesiones.
—Mi novia, que es mi esposa hace dos años, siempre me decía que tenía que aprender a relajarme y recién ahora, después de tanto tiempo, sé como hacerlo. Aun así, mi mente siempre está trabajando e inventando nuevos patrones o sonidos.