En un hipotético paisaje del futuro el teatro debería verse de tres maneras: en vivo y en directo, como los griegos lo concibieron y hasta unos meses atrás se practicaba; a través de una transmisión que lleva la obra a muchos más espectadores al mismo tiempo; y vía el formato Zoom, el medio de comunicación por defecto de la pandemia. Ese es al menos el pronóstico de Marcos Alvo, productor y fundador de la compañía The Cow Company, la que primero echó a andar la rueda del Zoom teatral en Chile.

Creo que convivirán varios formatos y probablemente se repartan los porcentajes. Tal vez habrá más teatro presencial que en forma digital, pero siempre estará formado por varios componentes y medios.

Marcos Alvo, productor y fundador de la compañía The Cow Company.

Bajo el nombre de The Living Teatro, The Cow Company mantiene en este momento no menos de 30 producciones por vía remota en su sitio web (otras 14 son de otros creadores), con actores como Luis Gnecco, Paulina García e incluso Héctor Noguera. El escritor Rafael Gumucio ha sido unos de sus principales epígonos, con obras como Alcaldes de matinal y Una nueva vida.

“Cuando empezamos con esto lo vimos más bien como un paréntesis, pero no observamos los beneficios que podía tener”, dice Marcos Alvo. “Una de esas fortalezas es que llega a muchas más personas y descentraliza el teatro. Por otro lado, puedes trabajar con actores o dramaturgos que están fuera del país: hace poco hicimos El diablo, que escribió Rafael Gumucio en Nueva York y protagonizaron Tiago Correa en México y Peto Menahem desde Argentina”, agrega el productor.

El empresario teatral y uno de los fundadores de The Cow Company, Marcos Alvo, sostiene que el "formato zoom llegó para quedarse".

Las producciones de The Cow Company llegan a 700 conexiones por función, aunque técnicamente la capacidad es de 10 mil. Se calcula que por una conexión hay más de una persona al otro lado de la pantalla, con una cifra estimativa de 2.5.

¿Cuál es su diagnóstico del teatro por zoom?

Me parece que llegó definitivamente para quedarse: De una u otra forma abarca a la población que por diversas razones no tiene acceso a esta disciplina cultural. Es decir, los que no pueden ver teatro presencial por la distancia que los separa de los centros culturales en Santiago, por razones de movilidad (como he constatado que sucede con muchas personas de la tercera edad) e incluso por razones económicas: por una entrada pueden existir hasta cuatro o cinco personas conectadas desde la casa.

Creo que el zoom ha contribuido a democratizar el teatro en Chile.

¿Se puede hacer propiamente un clásico u obras más experimentales a través de este formato?

De hecho estamos a punto de comenzar un nuevo tipo de propuesta que se llama Dilema y que consiste en un formato donde es el público el que elige el giro narrativo de la historia. Probablemente hacer Shakespeare en formato zoom no es lo mejor. En ese sentido, este formato funciona mejor con obras especialmente escritas, como si fuera su propio género. Es lo que hemos hecho nosotros al menos en The Cow Company en los últimos meses: el zoom o la plataforma que sea es una suerte de protagonista más de la obra y, en ese sentido, debe haber cierta verosimilitud. Tienen que suceder situaciones o hechos que sean plausibles dentro de un medio así.

La obra Divorcio Express, con Luis Gnecco, Mané Swett y Marcial Tagle, es una de las creaciones por zoom que ha ofrecido The Cow Company en Chile.

Una gran herramienta

Son varias las compañías y escenarios chilenos que han ido adhiriendo al formato, entre ellos Ictus, GAM o Teatro UC, por ejemplo. Cada quien ve la tecnología de acuerdo a su realidad y la utiliza. El director y actor Jaime Lorca, ex La Troppa y director de la compañía Vianjeinmóvil, por ejemplo, lo valora en estos términos: “Es un muy buen formato e instrumento de trabajo. Es como el radioteatro, que por algo se llama radioteatro y no teatro a secas”.

¿De qué forma valora este medio?

Nosotros hacemos un taller extendido durante 14 o 15 semanas en los que abordamos dramaturgia y construcción de muñecos. Lo realizamos en nuestra sede en la comuna de Independencia, pero este año debimos suspenderlo en forma presencial después de que se declaró la pandemia. Todo el resto del tiempo lo hicimos a través del sistema de zoom. Con esto quiero decir que empezamos inmediatamente a utilizar el formato. Sin embargo quiero dejar en claro que lo utilizamos como una herramienta de trabajo, no como un medio de expresión teatral. Hay que hacer la distinción.

Durante agosto, el Festival La Rebelión de los Muñecos se realizó a través de zoom, un medio que según Jaime Lorca es un buen instrumento, pero no se iguala al teatro. En la foto, escena de la obra Martino Goma Espuma.

Aunque Jaime Lorca prefiere dividir bien la cancha escénica y no igualar al zoom con el teatro, sí recurrió a él hace unos meses. “Hicimos el Festival La Rebelión de los Muñecos en agosto a través de zoom, pero con trabajos hechos especialmente para la ocasión. Nada grabado. Eso sí, esta versión fue más bien pedagógica y didáctica”, sostiene. Y precisa:

No hay que intentar que el zoom empate con el teatro. No se trata de eso. En ese sentido, si es por explorar, lo mejor es derechamente hacer obras más cinematográficas, como es lo que estamos haciendo ahora con nuestra trilogía de Shakespeare.

Jaime Lorca, director y actor.

Eso sí, Lorca concede que es una fuente laboral en tiempos de crisis: “El zoom puede extender las posibilidades de trabajo de los actores y además es un gran formato de comunicación y desde ese punto de vista es muy útil para los jóvenes. Es como cuando aparecieron las cámaras handycam y se democratizó el cine”. Pero subraya: “Sin embargo, no tiene nada que ver con el teatro en el sentido de que éste se alimenta de la reacción del público. Es más, el espectador completa la obra. Sus reacciones modifican incluso las actuaciones de los que están en escena”.

Y añade una reflexión: “El público es un termómetro de lo que pasa en vivo. El espectador es como otro director de la obra. Un ejemplo: el actor Ramón Núñez (Premio Nacional de Artes de la Representación 2009), que fue mi profesor, siempre se paraba en el escenario antes de que comenzara una obra para testear al público. Así comprobaba cómo estaba el ambiente y cómo podía ir la función”.