Todo partió a inicios de los años 50. Una familia de clase media compró una granja en las afueras de Monmouthshire, un sector ubicado en el sudeste de Gales. Ahí albergaron centenares de cerdos y vacas para ordeñar, mientras que todos participaban activamente en las labores de su emprendimiento, a pesar de que no les generaba muchos ingresos.
Cuando los dos hijos, Kingsley y Charles Ward entraron en la adolescencia y conocieron la música de Elvis Presley, se motivaron a comprar una guitarra en 1956 para componer sus propias canciones y, junto con ello, consiguieron una desgastada grabadora de cinta para registrarlas al interior de una de las piezas de su hogar.
Ya con unas maquetas registradas y tras leer la supuesta dirección de las oficinas del sello EMI, se dirigieron hacia Hayes (Londres) con la intención de mostrar su música y conseguir un contrato, pero el lugar al que llegaron no era el que esperaban, más bien, era la fábrica en donde se hacían los vinilos. Amablemente, el portero les dijo que debían dirigirse a Manchester Square y, de pasada, avisó al recinto que ellos iban hacia allá.
Así, fueron recibidos en la discográfica por George Martin, quien los dejó entrar a su oficina con la grabadora de cinta.
—Estaba fascinado con nosotros, porque era la primera vez que alguien entraba ahí con una máquina de ese tipo. Era como ir al mejor restaurante del mundo y llevar tus propios sándwiches —comenta Kingsley Ward en el documental Rockfield: The Studio on the Farm (2020, disponible en inedit.cl), a lo que después su hermano agrega que no consiguieron ser fichados por la compañía.
Al volver a casa, los Ward se dieron cuenta de que tenían el espacio suficiente para construir su propio estudio, en donde podrían tocar tan fuerte como quisieran y con el que podrían obtener ganancias grabando sencillos de grupos locales; por lo que invirtieron en un mixer, una nueva máquina de cinta y un par de micrófonos y los pusieron en el ático de uno de los extremos de la granja, para así evitar que el ruido de los cerdos se escuchara en los registros.
En un inicio, cobraban entre 5 y 10 libras esterlinas por una sesión completa, pero con el tiempo articularon la idea de ofrecer alojamiento incluido en el mismo recinto, luego de que bandas como Spring se quedaran a vivir un tiempo con ellos mientras terminaban sus canciones.
Comían, veían televisión y participaban en las actividades del hogar, tal como si fuesen parte de la familia. Y aunque en ese momento los hermanos Ward no lo sabían, Rockfield se estaba convirtiendo en el primer estudio residencial de la historia. Si bien, ese ya era un hito, lo mejor estaba por venir.
Un escenario detrás de cámaras
Uno de los primeros nombres en alcanzar reconocimiento mundial que grabó ahí fue Black Sabbath, una agrupación de cuatro jóvenes provenientes de Birmingham, ciudad que funcionaba como motor económico de Reino Unido con sus industrias metalúrgicas y en la que la mayoría de sus habitantes pertenecía a la clase trabajadora.
Luego de que Rockfield adquiriera una nueva mesa de 8 tracks para competir con la fidelidad de otros recintos, Kingsley Ward recibió un llamado de la agrupación liderada por Ozzy Osbourne, en la cual le dijeron que tenían el interés de viajar a Gales para ensayar las canciones de Paranoid (1970), solo unos meses después de la publicación de su debut homónimo.
—Nunca habíamos estado en un estudio, tampoco en una granja. Todo era nuevo para nosotros —dice el vocalista en el documental. Y aquellas ansias por explorar el territorio se manifestaron rápidamente; salían a acariciar a las vacas, construían balsas para pasear por los canales y Osbourne se divertía disparando al aire con una escopeta de repetición.
Al mismo tiempo, tuvieron la libertad de saturar al máximo el volumen de sus amplificadores a tubos —un elemento clave en el sonido desgarrador de Tony Iommi— hasta el punto en que el tejado de la casa se levantaba con el ritmo de sus temas.
Solo dos años más tarde llegó Hawkind, una de las bandas más emblemáticas de space rock que era liderada por Lemmy Kilmister, quien más tarde se haría conocido por su carrera con Motörhead. Kingsley Ward había escuchado rumores sobre el comportamiento y las adicciones del grupo, por lo que estaba preocupado de que fuesen a traerle problemas. Según recuerda, el primero en entrar fue el bajista.
—Hola, soy Lemmy. ¿Dónde puedo esconder mi mercancía?
—Puedes dejarla en la esquina —le respondió, escasos minutos antes de que llegara el guitarrista Dave Brock a presentarse y hacerle otra pregunta.
—¿Sabes dónde Lemmy escondió su mercancía?
—Ahí dije “aquí vamos” —sentencia Ward, mientras relata la escena en el documental.
Los miembros de la banda grabaron los sencillos “Silver Machine”, “Space Is Deep” y “Opa-Loka” en Rockfield y durante las sesiones solían ocupar un compendio de pastillas, tabletas de LSD y marihuana, mientras tocaban por horas —mayoritariamente— con una sola nota como guía.
Desde finales de los 60, las drogas psicodélicas adquirían cada vez más popularidad entre los jóvenes seguidores del rock y la policía británica estaba enterada de ello, por lo que empezaron a sospechar que Rockfield podría ser un epicentro para el consumo de estupefacientes.
Un día, Ward sacó todas de los escondites para limpiar y ordenar, momento preciso en el que fue sorprendido por una redada de agentes policiacos. A pesar de que les aseguró que él no las consumía, de todas maneras terminó al interior de un calabazo y la prensa de la época informó sobre el hecho. Aun así, logró salir en libertad tras declarar esa versión en el Tribunal de la Corona de Newport.
A finales de esa misma década, Rockfield también recibió a Queen, quienes fueron a grabar el sencillo “Bohemian Rhapsody” de A Night at the Opera (1975). Además de otros nombres extranjeros como Rush, agrupación canadiense que registró A Farewell to Kings (1977) en la granja.
El sello británico
Cuando The Stone Roses se encontraban en las grabaciones de su debut homónimo, sus integrantes viajaron a Londres para quedarse en un hotel y asistir a los estudios Battery, pero algunas de las tomas que habían hecho ahí no les convencieron para la versión final del álbum, por lo que —impulsado por un cambio en el sello discográfico— su representante les aconsejó hospedarse en Rockfield para experimentar nuevos sonidos y finalmente dar a luz a uno de sus títulos más alabados: “I Am the Resurrection”.
Más tarde, agendaron una visita para grabar el sencillo “One Love”. Su representante y los asistentes de producción llegaron con los instrumentos un domingo por la mañana, pero la banda no apareció. Esperaron hasta el lunes y los llamaron por teléfono, a lo que ellos les pidieron que se quedaran ahí; tampoco se presentaron.
El martes, cuando ya estaban alistándose para abandonar el lugar, sintieron un golpe en la puerta: los músicos habían llegado, con sus vestimentas tapizadas en pinturas de colores. La compañía discográfica con la que trabajaban anteriormente publicó un sencillo sin su permiso, por lo que —en un acto de venganza— ellos fueron a sus oficinas, pintaron todos los espacios y luego se subieron a un vehículo en dirección a Rockfield, en donde grabaron sin cambiarse de ropa.
A pesar de que durante la mañana del día siguiente la policía fue a arrestarlos, posteriormente fueron liberados por el tribunal y volvieron a la granja para quedarse ahí por un periodo de 14 meses.
Tanto The Stone Roses (1989) como Second Coming (1994) tienen canciones grabadas en el recinto de Monmouthshire y si bien esas fueron las únicas entregas de estudio no recopilatorias que publicaron en su carrera, estas fueron suficientes para inspirar a la juventud de agrupaciones británicas.
—Su música era como otra dimensión —comenta Liam Gallagher en una entrevista con NME y, precisamente, Oasis fue uno de los grupos más emblemáticos que recibió su influencia.
La banda venía del éxito de Definitely Maybe (1994), álbum que incluyó temas como “Rock ‘n’ Roll Star”, “Supersonic” y “Live Forever”, y para registrar su segunda entrega, titulada (What’s the Story) Morning Glory? (1995), decidieron ir a los estudios de Rockfield.
—Recuerdo que las sesiones fueron muy cortas, íbamos canción por canción —comenta el guitarrista Paul “Bonehead” Arthurs, a lo que después Liam Gallagher agrega que se debió a que querían terminar rápido para ir a los clubes de la ciudad. Incluso, este último asegura que grabó las voces de “Wonderwall” rápidamente para poder retirarse a un happy hour.
A diferencia de su hermano menor, Noel —quien figura como el principal compositor— se dedicó a buscar un espacio indicado en el recinto para registrar las guitarras de la canción, hasta que finalmente decidió hacerlo sentado en la parte superior de una muralla que todavía está en la entrada de la granja. Según relata Arthurs en el filme, quería captar la esencia rural del ambiente.
Entre los discos emblemáticos del rock británico de los 90 que se grabaron en Rockfield, también está Tellin’ Stories (1997) de The Charlatans, el cual incluyó el sencillo “One To Another”.
La melodía central de la canción fue compuesta por el tecladista Rob Collins, mientras que el guitarrista Mark Collins le añadió la armonía tras escucharlo tocar la misma línea en reiteradas ocasiones. A pesar de que el tema se convirtió en uno de sus títulos más populares, tanto Rob Collins como el vocalista Tim Burguess enfrentaban serios problemas de adicción en aquel instante; tanto que la noche del 22 de julio de 1996, el primero volcó su auto en la carretera al conducir a máxima velocidad bajo el efecto de estupefacientes. Aquello lo llevó hasta su propia muerte en los alrededores de la granja, justo después de haber terminado las sesiones de grabación.
El documental dirigido por Hannah Berryman, Rockfield: The Studio on the Farm, retrata en detalle —y con las voces de la mayoría de sus protagonistas— algunos de los momentos más emblemáticos en la historia del rock and roll, los cuales tuvieron lugar en el estudio ubicado en las afueras de Monmouthshire. Para ver este estreno en Chile, el festival In-Edit ofrecerá una función presencial el viernes 4 de diciembre a las 20:00 en Matucana 100, mientras que también será transmitido en línea hasta el 8 de diciembre a través de la página web de la organización: inedit.cl