De acuerdo al diccionario, sindemia es “una sinergia de epidemias que comparten factores sociales y que coexisten en tiempo y lugar, interactuando entre sí”. Es, en palabras más prosaicas, una especie de epidemia en esteroides, agravada por circunstancias que no necesariamente tienen que ver con la enfermedad de base. Este demoledor neologismo es el que escogió la artista chilena Voluspa Jarpa (1971) para su nuevo proyecto, aún ubicado en el limbo de las ideas y los preparativos, pero ya reconocido de antemano desde Colombia.
La propuesta se hizo acreedora el 26 de noviembre del Premio Julius Bauer a las Artes, concedido junto al Museo de Arte Moderno de Colombia (MAMBO). Se trata de la primera versión de un galardón que está destinado a las creadoras latinoamericanas y que no podría haber tenido mejor “timing” y sintonía con la labor de su creadora en Chile: la semana pasada se inauguró su exposición Miradas alteradas en el Museo Nacional de Bellas Artes, suerte de puesta al día de la muestra que realizó en el 2019 en la Bienal de Venecia.
La distinción a Voluspa Jarpa implica 25 mil dólares (alrededor de 18 millones de pesos) para poder producir la obra Sindemia con el apoyo del MAMBO y la Colección de Arte Julius Bauer en una de las salas del recinto de Bogotá. Será allá dónde se podrá ver primero la obra, específicamente desde el 8 de julio del 2021. Según Voluspa Jarpa, lo ideal es que regrese a exhibirse en Chile, pero aquello no está claro debido a la actual emergencia sanitaria.
”Sindemia nace a partir de la experiencia colectiva y también subjetiva del estallido social de octubre del 2019″, explica la artista nacional. “Su nombre tiene que ver con que a mi juicio hay dos tipos de energías sociales que confluyen en estos hechos: hay una que tiene una expresión de vida joven, alegre y busca un futuro distinto a lo que vivimos hoy, pero también existe una energía destructiva que involucra violaciones a los derechos humanos y de la cual seguramente nos lamentaremos durante años”, precisa.
A diferencia de sus propuestas anteriores, dónde la investigación y la recopilación de archivos desclasificados fueron el músculo de sus obras, esta vez Jarpa pretende ir más allá y generar conocimientos.
”Por eso es una obra colaborativa dónde habrá matemáticos, astrofísicos, representantes del mundo mapuche, mujeres jóvenes que trabajaron en primeros auxilios y, en general, personas que vivieron la experiencia y que pueden aportar conocimiento.Habrá en algún punto una mirada científica que nos permita generar datos específicos que se crucen con otras disciplinas”, enfatiza la artista, quien comenzó en los años 90 con la pintura y luego se desplazó hacia las instalaciones.
¿Qué obras concretas tendrá Sindemia?
Está contemplada la presencia de videos, objetos e instalaciones, pero además muchas de las obras nacerán a partir de la generación de nuevos datos mientras trabajemos. En mis obras anteriores he tenido que recurrir a fuentes o archivos de otros países para explicar lo que pasó en Chile, pero esta es una oportunidad para que la información salga de acá mismo.
Miradas alteradas en Chile
En el Premio Julius Bauer, dependiente del grupo financiero suizo del mismo nombre, Voluspa Jarpa fue una de las cinco finalistas junto a la peruana Sandra Gamarra Heshiki; la guatemalteca Sandra Monterroso; la brasileña Rosângela Rennó; y la argentina Mariela Scafati.
Las creaciones de Jarpa, la primera chilena en exponer individualmente en el Malba de Buenos Aires, buscan cuestionar el relato oficial y los criterios hegemónicos.
La muestra Miradas alteradas, actualmente en el Museo de Bellas Artes los días martes y jueves, bucea un poco en las mismas aguas a través de interpelaciones a varios episodios de colonialismo desde el siglo XVIII hasta hoy. Es una suerte de reactualización de la exposición que llevó a la Bienal de Venecia el año pasado, pero ahora con un pie de puesto en el Chile de los últimos doce meses.
Y los cambios son concretos. “Hay cuestiones que por razones sanitarias no se pueden hacer ahora: en Venecia, por ejemplo, había piezas escondidas que se activaban cuando el espectador tocaba algo. En este caso esos objetos vuelven al muro”, explica la artista.
Miradas alteradas se sucede, en tres grandes ciclos, con episodios diversos y complementarios. Van desde una cantata de 12 minutos en la que participa la actriz y cantante Daniela Vega hasta retratos de personas reducidas a la categoría de subalternos por raza, clase o género y la clasificación discriminatoria de las llamadas “histéricas” en el hospital Pitié-Salpêtriére de París en el siglo XIX.