Tres jornadas, cuatro locaciones. Con la prisa y el escaso presupuesto propio de una banda debut, se grabó el clip de “Entre mis brazos”, uno de los singles promocionales del primer álbum de Los Bunkers que veinte años después, vuelve a circular en las plataformas digitales en una versión mejorada.
Fue Jorge Lozano, el director original del clip rodado a partir de junio de 2001, quien se ocupó de mejorar el registro para su difusión en las redes. La novedad es que este trabajo permite el público observar la pieza con el tiempo exacto de la canción. “La versión que se publicó primero fue una más corta (4 min 18 seg) ya que el sello consideraba demasiado larga la canción para efectos de rotación radial. La que se exhibe ahora es la original en toda su extensión”, explica en una reseña escrita para la ocasión.
De esta forma se pueden apreciar algunos inserts inéditos, varios de estos tomados de la secuencia grabada en el Cajón del Maipo, con la banda vistiendo los clásicos ponchos negros a la usanza de Quilapayún.
El director cuenta que el clip se grabó con una cámara Canon XL1 miniDV en cuatro locaciones. “Con los ponchos negros en la montaña, fue camino a Lagunillas, Cajón del Maipo; cuando están sobre el escenario, se registró en el Teatro Novedades que queda en la calle Cueto del Barrio Yungay; el velorio se hizo en la ex sede del Partido Socialista que quedaba en el barrio Concha y Toro. La escena en que la banda camina sobre pasto y entre árboles, corresponde a la Quinta Normal, lugar donde estaba la sala de ensayo”.
Pese a todo, agrega que el proceso fue lago, ya que requirió mucha colaboración. “Se montaba en horarios y días libres dependiendo de la disponibilidad de los equipos y el personal que los operaba. Se terminó poco antes de su estreno”. Una situación nada extraña en tiempos en que el grupo debía recurrir a parejas, amigos, compañeros de universidad para conseguir extras en sus videos, tal como lo hicieron, por ejemplo, en el de “Fantasías animadas de ayer y hoy”, el primero que lanzaron.
Un minuto en que se reúnen muchos extras fue en la secuencia del velorio, una que el grupo observa con el ojo crítico del paso de los años. “En esa época estaba la mala ocurrencia de que yo sabía actuar un poco -rememoró Álvaro López a Culto-. Por eso hay algunos videos, con algunas miradas, que hasta el día de hoy, me provocan sentimientos encontrados ajaja (ríe)”.
Sobre el final, se observa a López tocando las frases de teclado. No era una pose, pues esa era la manera en que reproducían esa sección en los conciertos. Si bien, en la grabación fue Francisco quien se hizo cargo del instrumento, en las presentaciones estaba ocupado con la guitarra, por eso la responsabilidad pasó a Álvaro. “Sonaba como un Hammond bien picante, pero se amolda bien al sonido del grupo en la época”, asegura.
Con todo, Francisco Durán detalló que ese trabajo les permitió sacar algunas conclusiones. “Lo literal del video, que tenga un velorio y todo, fue una de las cosas que aprendimos con el tiempo; nunca hay que hacer un clip que tenga alusión a la letra, porque al final es un camino que no te lleva a nada”.
Esta remasterización sigue un trabajo de rescate del primer material del grupo. En diciembre de 2020 fue reeditado el álbum Los Bunkers con una nueva remasterización que mejoró su sonido original. Ello permitió lanzar un video para el tema “El detenido”.
De Inti Illimani a The Byrds
El tema fue uno de los últimos que el grupo trabajó para el álbum debut. De hecho, fue compuesta por Francisco Durán cuando ya estaban instalados en la capital. “Yo me fui a Santiago con la excusa de ir a estudiar -contó el hoy guitarrista de Lanza Internacional a Culto-. Estaba en psicología en la USACH, y un día llegué atrasado a clases. Entonces me quedé afuera y ahí empecé a escribirla, andaba con guitarra y todo”.
“En esa época tenía una polola que su papá había muerto cuando era muy chica todavía, entonces el hablante se pone desde la perspectiva del papá, que le habla a ella -agregó-. Por ahí va el tema”.
La frase del coro es una historia aparte. En un momento, surgió la posibilidad de tocar en el pub el Gato Azul, de Concepción. Pero, cuando el grupo viajaba hacia el sur, ocurrió una desgracia. “Se muere mi abuela -recuerda Francisco-. Mientras la cremaban en el cementerio, fuimos a dar una vuelta a las tumbas y en una de las lápidas había un mensaje que decía: ‘Guillermina, tú y yo bien sabemos que nuestras vidas nunca se pusieron de acuerdo’”.
Acaso por el tema de la letra, o por esos misterios que rondan a la muerte, la frase de alguna forma calzó con la métrica. “Me acuerdo que Mauri me dijo: ‘¿Te acuerdas esas frase que leímos?, a lo mejor le puede venir a esta parte’. Y ahí terminó de cerrar el tema”.
En el estudio, el grupo tenía muy claro lo que quería. “Me acuerdo que le dijimos a [Carlos] Cabezas y a [Mauricio] Melo: ‘La idea es que pase de Inti Illimani a los Byrds’. Así, el bombo de la batería imita el bombo legüero. En el fondo pasa el folk latino al folk gringo”, rememora el músico.
De allí a que se trabajó un diseño sonoro especial para la introducción. “Pusimos esta guitarra acústica de 12 cuerdas, porque no teníamos una guitarra de 12 eléctrica, si la hubiéramos tenido la hubiéramos puesto, pero era la forma de obtener ese sonido”.