Generación Zendaya
Creció bajo el alero de Disney, obtuvo un Emmy por su papel en la serie Euphoria, es ícono fashion y rostro de Valentino, ocupa sus redes sociales para hablar de racismo y reivindicación de la diversidad física. Acaba de estrenar una cinta para Netflix -por la que podría ser nominada al Oscar- y mantiene un halo de misterio sobre su vida. Con 24 años, ella es “la” estrella de la Generación Z.
Escena 1. En la gala de los Oscar 2015 llegó vestida de blanco y con un peinado que incluía dreadlocks hasta los hombros. Zendaya -así, a secas, sin apellido- no estaba nominada y, de hecho, reconoció haber ido como “la más uno de un más uno”. Pero para su carrera hay un antes y después de ese evento.
Giuliana Rancic, la conocida presentadora del programa Fashion police, de E!, dijo que su look debía “oler a aceite pachulí o marihuana”. La cantante y actriz colgó en su Twitter (con 18 millones de seguidores) y en su Instagram (con 86 millones de personas que la siguen) una declaración que fue un disparo certero. “Hay una línea muy fina entre lo que es chistoso e irrespetuoso. Fui golpeada por insultos ignorantes. Decir que una joven de 18 años con rastas debe oler a eso no solo es un gran estereotipo, sino que es escandalosamente ofensivo. Llevar dreadlocks era una manera de mostrar una luz positiva, recordar a la gente de color que nuestro pelo es lo suficientemente bueno. Para mí, los rizos son un símbolo de fuerza y belleza”, escribió, recibiendo un apoyo masivo -entre ellos, varias estrellas de Hollywood-, y sepultando la carrera de Rancic, pese a las disculpas de ella.
Escena 2. Ese mismo año, ocupó nuevamente sus redes sociales para protestar por el photoshop que le hizo la revista Modeliste magazine en una sesión fotográfica, adelgazándole groseramente sus piernas y caderas. “Quedé sorprendida al ver que mis caderas y torso fueron manipulados”, escribió. “Estas son las cosas que hacen que las mujeres crean en los ideales poco realistas de belleza. Los que me conocen saben que defiendo la honestidad y el amor puros hacia uno mismo”, añadió, acompañando la declaración de la foto retocada junto a la verdadera. Otro golpe certero que fue aplaudido por sus fans y actrices reconocidas.
Las escenas evidencian la personalidad de la cantante y actriz de 24 años, que se ha convertido en un ícono de la Generación Z (como la Z de Zendaya) y en la estrella perfecta para estos tiempos. En las pocas polémicas que ha enfrentado ha salido jugando de arco a arco, mientras en sus entrevistas y redes sociales aboga por las causas sociales, raciales y políticas, habla sin tapujos sobre la salud mental y reivindica la diversidad física. Ha sabido captar, como ninguna otra figura de su edad, la sensibilidad que hoy buscan las audiencias y el momento cultural que se vive.
No dice absolutamente nada de su vida personal, ni en sus plataformas ni frente a periodistas, empujando a que solo se hable de su carrera y no por romances o escándalos. Poco se sabe de su entorno, jamás ha respondido sobre su vida sentimental -se le ha ligado a algunos actores con los que ha trabajado, pero no hay ninguna foto ni declaración que lo pruebe-, nunca sube a Instagram una imagen doméstica o familiar, y ese hermetismo es un condimento esencial para toda estrella real: la fascinación por el misterio es propio de los humanos.
El modo en que maneja su imagen pública también ha ido de acuerdo a la elección de los roles que ha asumido como actriz postadolescencia. Interpretó a la primera novia de ascendencia afroamericana en Spider-Man y a una adolescente pansexual y adicta a las drogas en la serie Euphoria, de HBO. En la ficción, por la que obtuvo un Emmy a Mejor Actriz Dramática -convirtiéndose en la intérprete más joven en recibirlo y dejando en carrera a figuras consolidadas-, luce desaliñada y casi irreconocible a cómo se ve en las alfombras rojas, y demostró tu inmenso talento actoral.
La semana pasada Netflix estrenó la película Malcom & Marie, que la une nuevamente al creador de Euphoria, Sam Levinson, filmada en secreto un par de semanas, con solo dos actores y en blanco y negro, sobre una pareja que interiormente se está quebrando y que discute durante una noche. Las críticas han sido dispares sobre el guion y la dirección, pero hay unanimidad en algo: Zendaya despliega todo su talento en una cinta que recuerda a ¿Quién le teme a Virginia Woolf? (el clásico de Elizabeth Taylor y Richard Burton), demostrando ductilidad para un rol que crece a medida que avanza el metraje y que ratifica que lo de ella va en serio, para cosas muy grandes. Hoy, figura en las apuestas como posible nominada al Oscar a Mejor Actriz que se darán a conocer en marzo.
Despojándose de la etiqueta Disney
Zendaya Coleman es afroamericana por parte de su padre, pero de ascendencia alemana y escocesa por su madre. El dato no parece menor para Hollywood ni menos para ella. “Soy la versión aceptable para la industria de lo que es ser una chica negra”, dijo en una convención de belleza de Beautycon. “Algunas veces sientes que la gente no te escucha o no respeta tus opiniones. Especialmente siendo una mujer joven y negra en este negocio”, aseguró recientemente al medio En español, respondiendo a un tema que se le reitera siempre.
A los 14 años debutó en Disney Channel con la serie Shake it up! y luego le propusieron una ficción en solitario que se llamaría La superincreíble Katy. Ella llegó a una reunión junto a su padre, quien oficia como representante, para exigir el rol de productora de la apuesta. Pidió que su personaje fuera una experta en artes marciales y matemáticas y no de arte, como contemplaba el libreto; que fuera introvertida y no la más popular del curso, como decía el guion; que apareciera la familia del personaje y que ellos debían ser afroamericanos. “Hacía falta una familia negra en Disney Channel. Mucha gente blanca no entiende lo que se siente al crecer sin ver a gente como tú en las series”, dijo en una entrevista. La serie fue renombrada como KC Agente especial. Zendaya tenía 16 años.
Para sacudirse de la etiqueta “chica Disney”, no siguió el camino de otras contemporáneas suyas, como Miley Cyrus, Selena Gomez o Demi Lovato, que cambiaron su imagen de chica angelical a “chica mala y sexy”, sino que fue paso a paso. Participó en una temporada de Dancing with the stars, editó un libro adolescente, hasta que llegó la oportunidad de estar en Spider-Man y luego, su rol de Euphoria, la ficción que amplió su panorama, la alejó de la música y consiguió ganar el aplauso de la crítica. Un drama con la que se mantiene ligada como actriz y productora: tras lanzar dos episodios especiales este verano, Euphoria alista su segunda temporada para 2022.
Como una estrella del siglo XXI, se ha preocupado de abrirse un lugar como ícono fashion, pero preocupada de darle contenido a la alfombra roja y el glamour. Lanzó una colección con Tommy Hilfiger y se aseguró de que tuviera tallas grandes. “No haré ropa que mi mamá, mi familia y mis amigas no puedan ocupar”, justificó. En la presentación, pidió que la temática fuera recordando a las primeras modelos afroamericanas. También se convirtió en la embajadora más joven de la historia de Lancôme. A partir de este año, es rostro de Valentino. “Ella es una joven poderosa y feroz, que utiliza su talento y su trabajo para expresar sus valores y también a su generación”, dijo la firma al momento de presentarla.
Este año se le verá por tercera vez en una película de Spider-Man, junto a Tom Holland, mientras se prepara el debut de la nueva versión de Dune, donde comparte protagonismo con la figura masculina de la Generación Z: Timothée Chalamet. Una cinta que originalmente iba a estrenarse el año pasado, pero que finalmente se aplazó, debido a la pandemia. Una ocasión ideal para ver, cara a cara, a los dos mejores actores juveniles del momento.
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