“Un quinto Stone”: cuando Carlos Menem le regaló habanos de Fidel Castro a The Rolling Stones
Un día después del primero de los cinco shows que los hombres de Sympathy for the devil brindaron a estadio lleno en Buenos Aires, el entonces presidente recibió a Mick Jagger, Keith Richards y compañía. Un encuentro que se planificó a ultima hora y que estuvo marcado tanto por la campaña de reelección del fallecido ex mandatario como por las todavía complejas relaciones diplomáticas entre Argentina e Inglaterra.
El 7 de noviembre de 1992 Argentina vivió por primera vez el furor de tener a un Stone sobre un escenario. En el Estadio José Amalfitani, Keith Richards y sus The X-Pensive Winos fueron el plato fuerte de una jornada antecedida por Joe Cocker y Ratones Paranoicos. Los cálculos de la época hablaron de 45 mil espectadores, pese a que el guitarrista concentró su set en Main offender, su recién lanzado disco solista, soltando algunas perlas de su banda madre, como Gimme shelter y Happy.
La leyenda cuenta que ese primer abrazo con la fanaticada trasandina fue clave para que, casi tres años después, The Rolling Stones debutara en Buenos Aires con sus recordados cinco conciertos en el Estadio Monumental.
Una serie de shows parte del Voodoo Lounge Tour que, en su aterrizaje en Latinoamérica, comenzarían en Sao Paulo el 27 de enero de 1995 y rematarían en Santiago, con una única presentación el 19 de febrero en el Estadio Nacional, donde se esperaban 50 mil personas y se terminaron vendiendo 35 mil entradas.
Los 12 días de estadía de Mick Jagger, Charlie Watts, Keith Richards y Roonie Wood en la capital argentina incluirían encuentros con Guillermo Vilas –amigo de estos dos últimos–, una conferencia de prensa con medios locales y, sobre todo, una euforia desbordante antes y después de cada de una de las cinco fechas en el Monumental de River. Un recibimiento difícil de anticipar incluso para el propio guitarrista de la agrupación, celebrado siempre en el país con un “Olé, olé, olé, olé, Richards, Richards”.
Más preparado para cualquier tipo de ocasión parecía quien sería su inesperado anfitrión. Durante sus primeros años como presidente de Argentina, Carlos Menem había sacado a relucir su carisma y debilidad por el mundo del espectáculo junto a estrellas como Michael Jackson y Claudia Schiffer; más tarde, durante ese mismo 1995, atendería a Lady Di, ya separada del príncipe Carlos.
Por eso, cuando Juan Bautista “Tata” Yofre, escritor y durante esos días parte de su equipo de asesores, le habló sobre la posibilidad de programar a última hora una cita con el cuarteto londinense, el mandatario no dudó.
“¡Pero qué bárbaro, Tata!”, le respondió Menem, un hombre sin mayores conocimientos de rock, pero siempre dispuesto a recibir a diversas celebridades. “Háblame más de los Rolling...”.
Yofre era un fanático acérrimo de los autores de Satisfaction, pero su interés de concretar el encuentro respondía a una cuestión puramente política: para mayo de 1995 estaban programados los comicios en los que el presidente buscaría su reelección, por lo que cualquier oportunidad podía sumar en la carrera por continuar en la Casa Rosada.
Así, tras asistir la noche del martes 7 de febrero a una recepción en la embajada británica –organizada para la banda por otro amante de los Stones, el embajador Peter Hall–, “Tata” le planteó la urgencia de la situación al mandatario.
“Carlos, están los Rolling Stones en Buenos Aires y van a dar cinco conciertos. Cinco conciertos con 60 mil chicos son 300 mil chicos, necesito que los recibas”, le planteó el escritor y político, según él mismo desclasificó años después.
Una vez acordada la reunión, Jagger, Richards y compañía irrumpieron en la Quinta de Olivos la tarde del viernes 10, luego de haber completado la noche anterior su triunfal debut ante el público local. Antes de llegar a la residencia presidencial, eso sí, debieron someterse a un protocolo propio de su país: un agente del MI6 les habría realizado una charla sobre el estado de las relaciones políticas entre Gran Bretaña y Argentina tras la Guerra de las Malvinas, tema aún frágil entre ambas naciones.
Pero finalmente no habría espacio para tensiones ni contratiempos. La figura con la que se encontraron los músicos era la de un hombre magnético y relajado que los esperaba vestido con un traje color crema y que, pese a su limitado manejo del inglés, les lanzó un “follow me!” apenas los saludó.
En algunas de las fotos de ese día Ronnie Wood y Keith Richards salen abrazando a Menem, mientras que el vocalista y el baterista de la agrupación flanquean al improvisado nuevo integrante. El mismo que habría contado haberse sentido “un quinto Stone” en la ocasión y que bromeó diciendo que “ustedes tocan en el estadio más importante del mundo”, por su fanatismo por River Plate.
Si el menú de la instancia se componía de pizza, champagne, empanadas y vino tinto de las bodegas Menem, la conversación que siguió a la comida se movió por diversos temas: Gran Bretaña, Argentina, Margaret Thatcher, el entonces presidente francés François Mitterrand, y los comicios en los que el mandatario argentino se jugaría cuatro años más en el poder.
“Quienes gobiernan bien merecen la chance de una reelección”, le habría comentado Jagger a Menem, quien luego pidió que trajeran un último agasajo para los Stones: una caja de habanos que le había obsequiado el propio Fidel Castro.
Los británicos finalizarían con un éxito arrollador su paso por Argentina y en mayo el político oriundo de La Rioja lograría con holgura el triunfo en los comicios que le aseguraron un segundo período en la Casa Rosada.
Pero volvería a tener una pequeña victoria un año después. Ronnie Wood regresó a Argentina en mayo de 1996 con el fin de promocionar sus pinturas y a través de su equipo pidió una audiencia con el mandatario. La cita ahora se concretó en el despacho de la Casa de Gobierno y –según recuerda el mismo Juan Bautista “Tata” Yofre– el músico le habría devuelto la gentileza, junto con regalarles algunas de sus obras.
“Presidente, el año pasado vine a la Argentina y cuando lo visitamos usted nos regaló una caja de habanos cubanos a cada uno de nosotros. Le vengo a decir que mi caja se terminó”.
En sus primeros meses como presidente, Mauricio Macri también logró recibir y fotografiarse con los hombres de Sympathy for the devil, para la última oportunidad que la banda visitó Latinoamérica, en febrero de 2016. Pero, como suele ocurrir, nada fue como la primera vez.
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