Hotel Cecil: el presente del lugar donde nadie quiere alojar
El recinto californiano es el eje de uno de los éxitos actuales de Netflix, Escena del crimen: desaparición en el hotel Cecil, un retrato atrapante cruzado por el crimen y la muerte. El hotel sigue existiendo, aunque está cerrado, pero intentará volver a la vida este año.
Hoy el hotel Cecil es el lugar del que todos quieren saber. Pero donde seguro nadie quiere alojar. Tras el estreno de la serie “Escena del crimen: Desaparición en el hotel Cecil” en Netflix, se ha despertado cierta retorcida fascinación y curiosidad por el lugar situado en el corazón de Los Angeles, a medio camino durante décadas entre un espacio digno de las cintas de terror y un refugio para personas sin hogar que en algunas oportunidades se vieron envueltas en asesinatos, sobredosis, muertes súbitas y toda clase de capítulos sangrientos.
De alguna manera, la producción de Netflix ha realzado el fenómeno en torno a un espacio maldito.
Pero cuando todo partió, el hotel Cecil estaba lejos de su actual aura espeluznante. Construido en 1924 por el hotelero William Amontona Hanner como destino para turistas y viajeros de negocios, costó un millón de dólares y se diseñó bajo un estilo arquitectónico Beaux Arts, con un majestuoso lobby hecho de mármol con ventanas tipo vitrales, macetas con palmeras y estatuas de alabastro.
Sin embargo, todo se vino abajo en cuestión de años, ya que la Gran depresión de 1929 desplomó todos sus anhelos de grandeza.
Para que el Cecil lograra sobrevivir, sus propietarios tomaron la decisión de abaratar los precios y alquilar las habitaciones a largo plazo. Ahí fue donde el edificio que aspiraba a ser un cinco estrellas se empezó a transformar en un lugar sucio y peligroso que apenas rasguñaba las dos estrellas.
Había un factor casi geográfico: a sus 700 habitaciones empezaron a llegar los vagabundos, drogadictos, exadictos u hombres escapados de psiquiátricos que vivían en los alrededores, en el downtown de la ciudad, una zona cada vez más ajada y no apta para turistas.
Incluso hasta hoy, parte del perímetro más céntrico de LA semeja un impredecible laberinto con indigentes, chiflados, individuos expulsados desde sectores marginales, y tiendas antiguas de segunda mano y santería.
Habitaciones oscuras
En esa época, sobre todo en el sector conocido como Skid Row, el peligro era aún más. El Cecil empezó a albergar toda ese tipo de ciudadanos y su leyenda comenzó a nacer de forma progresiva.
La propia gerente del hotel entre 2007 y 2017, Amy Price, lo dice entrevistada en el documental: “Cuando me mostraron el lugar por primera vez, me decían que en una habitación hubo un crimen, en la otra un suicidio... terminé preguntando ‘¿hay alguna habitación donde no haya habido alguien muerto?’”.
Al mirar en perspectiva, el primer suicidio que se documentó fue en 1931. Un hombre de 46 años identificado como W.K. Norton (que se registró con otro nombre) murió en su habitación luego de haber ingerido veneno en cápsulas. Un año más tarde, Benjamín Dodich, de 25 años, se disparó en la cabeza y fue encontrado por una mucama del hotel.
Los casos continuaron, aunque uno de los que más horrorizó a California fueron los asesinatos cometidos por Richard Ramírez, uno de los criminales seriales más sanguinarios del país, quien vivió entre 1984 y 1985 en el Cecil y se instaló en el piso 14, donde vivían los residentes de períodos largos. Pagaba 14 dólares la noche y mató a 14 personas. Fue detenido en 1985 y condenado en 1989, juicio en el que se fue gritando “¡gloria a Satan!”. Falleció en 2013.
Una parte del hotel fue renovada en 2007, luego de que fuera adquirido por nuevos dueños.
Aunque los capítulos macabros parecieron aflojar, las habitaciones del Cecil empezaron a ser blancos de otros relatos: los malos comentarios en internet de huéspedes que hablaban de un sitio sucio, repugnante, desordenado, inseguro, con instalaciones antiguas y mala atención. Para poner límite a las malas reseñas, en 2011 cambió su nombre a “Stay on Main”, tratando de motivar a viajeros más jóvenes, que buscaran algo más barato y no se complicaran con un espacio sin tantos lujos.
Se designó un nuevo equipo que intentaría separar toda la antigua fama del hotel. Además, los precios de su nueva división oscilaban entre 23 a 50 dólares, bastante más modesto que cualquier otro hotel del sector.
¿Podrá sobrevivir?
Pero 2013 significó otro punto negro. Casi una lápida: esa misma temporada, la canadiense Elisa Lam fue hallada muerta dentro de un tanque de agua, luego de varios días de búsqueda, trama convertida en el eje del actual documental de Netflix.
Tras ello, Cecil siguió funcionando y se convirtió en un anzuelo para obsesivos del caso Lam; gente sin demasiado pudor que llegaba a conocer los rincones donde había sucedido todo (tomándose selfies), o youtubers que habían seguido en detalle la desaparición de la joven, ahora interesados en trazar (y hasta resolver) su aún indescifrable camino hacia la muerte.
Pero la atención mediática fue tan grande que el antiguo edificio se vendió en 2014 al hotelero Richard Born, quien adquirió las instalaciones por un precio de 30 millones de dólares. Así transcurrió hasta 2017, donde el hotel fue cerrado para una revisión completa, sin volver a abrir hasta hoy.
Según anunciaron sus dueños, fue para remodelar completamente el interior y solucionar los problemas del recinto, aspirando a darle un toque más moderno con un gimnasio, un salón y una piscina en la azotea.
Esto se presumía estar listo para el 2021, pero por la pandemia del coronavirus atrasó los proceso de cambios, por lo que continuará cerrado hasta nuevo aviso. Así que si deseas hospedarte en el edificio que posee miles de historias escalofriantes, ya sabes: debes esperar un poco más.
Antes de su cierre, las tarifas básicas de las habitaciones iban de $ 21 a $ 53 dólares por noche.
Y hasta hace no mucho, su descripción para atraer turistas era esta: “El lugar está situado en la encantadora zona de Los Ángeles, a pocos minutos en coche del Centro de convenciones de la ciudad. El Museo de Arte Contemporáneo está ubicado a 1 km. Los huéspedes pueden disfrutar Los platos de cocina americana, francesa, europea e italiana QUE se sirven en Bottega Louie, que está a 650 metros de distancia. El Cecil Hotel ofrece un alojamiento excelente en las proximidades de The Reserve”.
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