El decálogo de Byung-Chul Han en el primer año de pandemia: “Estamos conectados digitalmente, pero sin ninguna experiencia comunitaria que nos haga felices”

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Desde el virus, la distancia social, el teletrabajo, hasta la depresión, la muerte o la democracia, el pensador surcoreano ha dedicado palabras a varios aspectos de la sociedad actual que se han visto sacudidos durante el año que el mundo lleva bajo la sombra del coronavirus.


El pensador surcoreano Byung-Chul Han (1959) es una de las mentes más lúcidas de nuestro tiempo. Y también una de las más seguidas y celebradas.

Durante el año en que el mundo ha vivido en pandemia, ha tocado varios temas que han hecho sentido en la humanidad completa, desde la depresión hasta la restricción de libertades, desde la soledad hasta la excesiva relevancia que se le da al trabajo en la sociedad occidental.

Sus reflexiones han llenado páginas de distintos medios y apuntan a una sola gran mirada: el Covid-19 no sólo como un problema sanitario, sino que también social.

Lo que sigue es una revisión de lo que ha dicho el asiático durante el año de pandemia, a propósito de 10 temas que tiene que ver con esta extensa temporada de encierro.

El virus

Para Han, acaso la mayor consecuencia del virus es que es una suerte de espejo de las sociedades neoliberales en que vivimos. Muestra sin tropiezos que el mundo hoy es algo así como un colectivo destinado principalmente a sobrevivir, por tanto atravesamos un período donde debemos sacrificar y olvidarnos de muchísimas instancias claves de nuestra vida, sobre todo aquellas destinadas al placer, como juntarse con amigos, ir a un cine o a un concierto.

“El virus es un espejo, muestra en qué sociedad vivimos. Y vivimos en una sociedad de supervivencia que se basa en última instancia en el miedo a la muerte. Ahora sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente. Todas las fuerzas vitales se emplearán para prolongar la vida. En una sociedad de la supervivencia se pierde todo sentido de la buena vida. El placer también se sacrificará al propósito más elevado de la propia salud”, dijo en mayo del 2020.

La distancia social

Un concepto que Han lamenta mucho es el de distancia social. Para él, no solo es una necesidad sanitaria, también es algo que destruye la dinámica de lo social, debido a que acaba con los rituales y las costumbres de crear experiencias junto a otros.

“La crisis del coronavirus ha acabado totalmente con los rituales. Ni siquiera está permitido darse la mano. La distancia social destruye cualquier proximidad física. La pandemia ha dado lugar a una sociedad de la cuarentena en la que se pierde toda experiencia comunitaria. Como estamos interconectados digitalmente, seguimos comunicándonos, pero sin ninguna experiencia comunitaria que nos haga felices. El virus aísla a las personas. Agrava la soledad y el aislamiento que, de todos modos, dominan nuestra sociedad. Los coreanos llaman corona blues a la depresión consecuencia de la pandemia. El virus consuma la desaparición de los rituales. No me cuesta imaginar que, después de la pandemia, los redescubramos”, dijo en mayo del 2020.

La muerte

En este aspecto, Han señala que el coronavirus ha demostrado que la muerte no es democrática. Es decir, las clases trabajadores y los sectores más vulnerables han sufrido más que la población más rica. “La muerte no es democrática. La Covid-19 no ha cambiado nada al respecto. La muerte nunca ha sido democrática...Con la Covid-19 enferman y mueren los trabajadores pobres de origen inmigrante en las zonas periféricas de las grandes ciudades. Tienen que trabajar”, dijo en mayo del 2020.

Teletrabajo

Otro punto de la pandemia que ha tocado es del teletrabajo. Asociado a lo anterior, debido a la necesidad de los sectores más populares de tener que salir a trabajar, para él, el teletrabajo no es algo que pueda ejecutar todo el mundo.

“El teletrabajo no se lo pueden permitir los cuidadores, los trabajadores de las fábricas, los que limpian, las vendedoras o los que recogen la basura. Los ricos, por su parte, se mudan a sus casas en el campo”.

Depresión

Es quizás una de las consecuencias más ostensibles de la pandemia. Han cuenta que en su país natal, el índice de suicidios ha aumentado durante el encierro, producto de que el Covid-19 ha aumentado los índices de depresión. “Desde que estalló la pandemia, el índice de suicidios ha aumentado en Corea vertiginosamente. Parece ser que el virus es un catalizador de la depresión. Sin embargo, a nivel global aún se sigue prestando demasiada poca atención a las consecuencias psíquicas de la pandemia”, dijo en marzo del 2021.

Sin embargo, para él la depresión no es un solo una enfermedad mental aislada, sino un síntoma más de lo que llama la sociedad del cansancio, propia del sistema neoliberal. Esto, se ha visto más reflejado por la pandemia.

“La depresión es un síntoma de la sociedad del cansancio -dice el surcoreano-. El sujeto forzado a rendir sufre de síndrome del desgaste profesional (en inglés, burnout) desde el momento en que siente que ya no puede más. Fracasa por culpa de las exigencias de rendimiento que se impone a sí mismo. La posibilidad de no poder más le lleva a hacerse autorreproches destructivos y a autoagredirse. El sujeto forzado a rendir pelea contra sí mismo y sucumbe por ello. En esta guerra librada contra sí mismo, la victoria se la lleva el desgaste laboral”, añadió.

Redes sociales

Crítico del mundo digital, Byung-Chul Han ha disparado contras las redes sociales. Para él, en vez de generar comunidad, logran todo lo contrario, exaltando el “yo”, debido al exceso de contenido propio. “Las redes sociales también acaban con la dimensión social al poner el ego en el centro. A pesar de la hipercomunicación digital, en nuestra sociedad la soledad y el aislamiento aumentan, donde todo el mundo practica el culto, la adoración del yo”.

“Hoy en día prevalece la comunicación sin comunidad. Cada vez celebramos menos fiestas comunitarias. Cada uno se celebra solo a sí mismo. Deberíamos liberarnos de la idea de que el origen de todo placer es un deseo satisfecho. Solo la sociedad de consumo se orienta a la satisfacción de deseos”, agrega para describir lo que, a su juicio, es un ejemplo de la pérdida de comunidad, esa que “se vive en el cuerpo, que se se ancla en el cuerpo para poder vivir la cultura”, tal como dijo en mayo del 2020.

La democracia

Maquiavelo pensó que era mejor que un gobernante fuera temido a que fuese amado. En este punto, Han vuelve a poner el concepto del temor en la mesa para redefinir la democracia en la era del Covid. Para él, el virus es justamente un enemigo de las democracias liberales, justamente por el concepto del temor, el cual impulsa las medidas restrictivas y la necesidad colectiva de buscar liderazgos.

“La Covid-19 no sustenta a la democracia. Como es bien sabido, del miedo se alimentan los autócratas. En la crisis, las personas vuelven a buscar líderes. El húngaro Viktor Orban se beneficia enormemente de ello, declara el estado de emergencia y lo convierte en una situación normal. Ese es el final de la democracia”, señaló en mayo del 2020.

Libertad

Para Han, este tema durante la pandemia encierra una condición extraña, dado que lo asocia a la restricciones que las autoridades han debido imponer en todo el mundo. Señala que solo encontramos libertad si nos ponemos restricciones que apunten al autocuidado. “La paradoja de la pandemia consiste en que uno acaba teniendo más libertad si se impone voluntariamente restricciones a sí mismo. Quien rechaza por ejemplo el uso de mascarillas como un atentado a la libertad acaba teniendo al final menos libertad”, dijo en octubre del 2020.

Control desde el Estado

Han considera que con la pandemia nos dirigimos hacia un régimen de vigilancia biopolítica, y no solo a nivel de comunicaciones o de movimientos, sino que también a nivel corporal. “El choque pandémico hará que la biopolítica digital se consolide a nivel mundial, que con su control y su sistema de vigilancia se apodere de nuestro cuerpo, dará lugar a una sociedad disciplinaria biopolítica en la que también se monitorizará constantemente nuestro estado de salud. Occidente se verá obligado a abandonar sus principios liberales; y luego está la amenaza de una sociedad en cuarentena biopolítica en Occidente en la que quedaría limitada permanentemente nuestra libertad”, dijo en mayo de 2020.

Asia y el éxito del control de la pandemia

Si hay un continente que ha logrado contener en general de manera eficaz la pandemia, es Asia. Y en caso de algunos países, como Japón o Corea del Sur, sin la necesidad de grandes medidas restrictivas.

“Paradójicamente tienen más libertad los asiáticos, que acatan voluntariamente las severas normas higiénicas. Ni en Japón ni en Corea se ha decretado el cierre total ni el confinamiento. También los daños económicos son mucho menores que en Europa”. Sin embargo, agrega que en el caso de China, ha salido beneficiada porque podría mostrar su modelo como un ejemplo. Tanto así, que podría marcar un cambio de eje en el poder global.

“Los países asiáticos, que creen poco en el liberalismo, han asumido con bastante rapidez el control de la pandemia, especialmente en el aspecto de la vigilancia digital y biopolítica, inimaginables para Occidente. Europa y Estados Unidos están tropezando. Ante la pandemia están perdiendo su brillo. El virus no detiene el avance de China. China venderá su estado de vigilancia autocrática como modelo de éxito contra la epidemia. Exhibirá por todo el mundo aún con más orgullo la superioridad de su sistema. La Covid-19 hará que el poder mundial se desplace un poco más hacia Asia. Visto así, el virus marca un cambio de era”.

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