“Fue súper sanador”, es lo primero que comenta Alejandro Gómez Muñoz, el hombre que firma sus discos como Perrosky, cuando comenta la experiencia de componer y grabar un álbum en solitario durante los días de confinamiento. El trabajo, titulado Uno de verdad, fue lanzado en septiembre del año de la pandemia. En este, volvió sobre viejas grabaciones inconclusas y debido a la contingencia debió prescindir de su socio habitual; su hermano y baterista, Álvaro.
“Se me ocurrió traerme el computador a la casa -recuerda al otro lado de la pantalla vía Zoom con Culto-. Me dí cuenta que tenía cosas sin terminar, ahí empecé a trabajar en esto, y a darles forma. Es entretenido igual, experimenté harto”, cuenta sobre el álbum de 17 temas que mantiene el clásico sonido rocanrolero del proyecto, e incluso se permitió incluir una adaptación del clásico andino El cóndor pasa -titulada El cóndor capra-, como si la tocara en el añoso piano de un bar en Memphis .
Una vez publicado, faltaba un paso. Hasta antes de la pandemia, el ritual mandaba que el nuevo álbum debía ser presentado en sociedad con la bendición de las copas y las cervezas en un bar, tocado al completo y si era posible, hasta con músicos invitados. Pero en estos días, aquello parece de otra era. Un imposible.
Sin embargo, Perrosky, uno de los nombres ineludibles en el rock independiente chileno del nuevo siglo, se las rebuscó para cumplir con el rito. “Siempre ha habido esta ceremonia para celebrar el término de un disco, entonces la idea era buscar una forma de presentarlo en vivo porque estaba todo cerrado”, cuenta.
Por ello, decidió registrar una sesión audiovisual en el estudio de Algorecords, donde interpreta Uno de verdad de principio a fin. Esta se encuentra disponible vía streaming en la plataforma Mandolin desde el 6 de mayo.
El show, a su vez, ofrece una novedad. Aunque al proyecto se le ha visto en escena en formación solista, dúo y hasta trío, esta vez se presentará como un inédito quinteto en que los Gómez son acompañados por el guitarrista e integrante de The Versions, Luciano Mariño (“el tercer Perrosky”, lo define Alejandro), más los hermanos Agustín e Ismael Palma, acompañando en teclados, órgano, bajo y guitarras.
Un encierro productivo
Una vez convocados los músicos, la banda comenzó los ensayos a mediados de octubre en un régimen de dos sesiones semanales, de dos a tres horas. Según Perrosky, el hecho de cambiar el formato del grupo, le permitió ir más allá de las versiones grabadas en el LP. “Cada uno escuchó el disco por su lado e interpretó lo que pensaba que podía aportar para la versión, al final son reversiones -explica-. Obviamente cambian cosas, nos fuimos en la volada de alargar partes, fue súper entretenido”.
Pero además hubo que sortear el peligro latente del Covid. Más aún, al grabar la sesión -a cargo de la productora TV Piratas- entre las insonorizadas murallas del estudio de Algorecords, en la casona de la calle Ricardo Matte Pérez que también funciona como centro de operaciones del sello.
“Hemos sido bien cuidadosos -comenta Gómez-. Vivimos todos relativamente cerca, nos hemos cuidado harto, evitamos las aglomeraciones o ir a cada rato al supermercado y también hay una cosa de estar sano, ser responsable. Si estás un poco resfriado, chao. Por suerte no se dio el caso, quizás tuvimos suerte”.
La misma casona fue aprovechada para grabar inserts y otros momentos, como una suerte de documental sobre el proceso. “Le tengo mucho aprecio a la sintonía que logramos, porque difícilmente lo vayamos a hacer de nuevo -cuenta el músico-. Es un formato un poco atípico, una sesión como con documental que refleja como es el estudio, las locaciones, la banda en una apuesta súper diferente”.
Los viejos discos a las plataformas
Pese a la pandemia, Gómez detalla que el año fue especialmente provechoso para la disquera levantada en 2002. Como ratificando la tesis de Simon Reynolds sobre la continua pervivencia de lo retro en el presente, el tiempo sin shows les permitió relanzar en las plataformas digitales una serie de grabaciones de los primeros años del sello a las que no había acceso hasta ahora.
Así, se publicaron añosos registros de bandas que ya no están en activo, como The Pendex, L’ patina la frente, Guiso (la banda de los hermanos Gómez junto a Bernardita Martínez y Álvaro Guerra), además del rescate del primer disco de Perrosky (Añejo) y los nuevos trabajos de los aún vigentes Yajaira (el EP Turbias Visiones) y The Versions (Calling Lucifer), entre otros.
“Analizándolo con el Álvaro (Gómez) y con el Samuel (Maquieira, guitarrista en Yajaira, The Versions y The Ganjas), en nuestras conversaciones de pandemia, cachamos que fue un año bien productivo para el sello -cuenta Alejandro-. No nos quedamos cruzados y nos ordenamos internamente; actualizamos la página web, ganamos un proyecto fondart y reeditamos en formato digital muchos discos que no estaban arriba. En ese aspecto nos vino bien ese asentamiento”.
Además, en Algorecords firmaron un convenio para distribuir su material con la plataforma Music Jungle. “Empezamos a notar que todo estaba en el negocio online, pero el tema del despacho es una pega no menor que no conocíamos -comenta-. Entonces nos asociamos con ellos, y se encargan de hacer la repartija; así no perdemos la visibilidad de los discos”.
“El rock es el último de la fila”
No todo fue rescate de los archivos durante el confinamiento. El músico reconoce que pasó por días más complejos que otros, más en su rol de padre de dos hijos (de 3 y 9 años). “La energía de los niños tú cachas como es. Me ha tocado duro en ese sentido. Además no quiero repetir la dinámica de un disco, que ya la logré en un encierro”.
Pese a la pandemia y las dificultades, Gómez aún debió sortear otro asunto; la manida sentencia de muerte del rock proclamada por los críticos, frente al auge de las solistas vinculados al pop y el ascenso de la música urbana, como reveló, por ejemplo, la última entrega de los premios Grammy.
Pero él, un músico que surgió en plena era de la caída de las majors a fines de los noventas, se lo toma con calma; afirma tener en claro el lugar del viejo rock & roll (tal como se titula un antiguo single suyo) en la industria musical.
“El rock siempre va a existir, si existen los rebeldes -comenta casi a modo de declaración-. Para mí, el rock es el último alumno de la fila, el que se porta mal, tirando papeles, ingeniando como molestar; eso siempre tiene que estar. No me voy a poner a ver los premios MTV, los Grammy, los Oscar, porque lo más probable es que nunca vayan a premiar al rock de verdad; por ejemplo, Thee Oh Sees, Subsonics, que me encantan, no sé si suenan en la radio. Y si sonaran, me daría lata, porque sería una señal de que algo anda mal. El rock muta, logra esquivar, es muy de nicho hoy en día; logró sobrevivir, pero en un rincón prácticamente oculto”.