Gonzalo Justiniano alista película sobre la cueca y evalúa el presente: “Nunca se vio tanto cine chileno como en pandemia”

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El director de Caluga o menta y Cabros de mierda se prepara para comenzar a filmar su largometraje número 11, Cueca brava. La cinta es su acercamiento a las relaciones del campo en el país de mitad del siglo XX y al desarrollo de la mujer chilena mediante los cambios en el baile nacional. Aquí, el realizador también aborda el estado en que se encuentra su proyecto de ficción inspirado en el fotógrafo Sergio Larraín y por qué considera que, a pesar de los desajustes provocados por el Covid, “es una buena época para los cineastas”.


“Siempre me impresionó el derecho de pernada, como algo que era común, que nadie cuestionaba”, dice de entrada Gonzalo Justiniano (1955). Director de diez largometrajes, Hijos de la Guerra Fría (1986) el primero y Cabros de mierda (2017) el más reciente, el cineasta chileno se prepara para filmar en tiempos de pandemia y llevar a la pantalla un guión que llevaba años masticando.

“La idea base es, a partir de la evolución que ha tenido la mujer en el baile de la cueca, en el baile nacional, mostrar distintas etapas de la historia de Chile donde de una u otra forma se ve la evolución que ha tenido la mujer dentro de la construcción del país en el que estamos hoy día”, explica al teléfono desde el pueblo de Putú, en Constitución, donde busca locaciones para rodar su nueva cinta, Cueca brava, una producción que, advierte, “no es una película costumbrista sobre la cueca”.

La trama tiene la ambición de contarse en tres épocas diferentes y con una mujer de nombre Corina como protagonista. De la década de los 60, cuando la obligan a casarse con el patrón de su familia, la historia salta a los 70, donde el relato profundiza en la reforma agraria, y luego conecta con el año 2010, momento en que una nieta periodista debe elaborar una investigación sobre la cueca brava y termina escudriñando en sus orígenes.

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Cabros de mierda (2017)

Ese personaje, detalla el director, “es representante de una mujer liberada y que se interesa en reconstruir la historia de su abuela que fue una heroína que ayudó mucho a que este país avanzara y a que las mujeres pudieran tener un rol más importante y se les respetara”.

El realizador de B-Happy (2003) añade: “La película se basa un poco en un libro que le llega a ella (a la nieta), donde se cuenta toda la historia del personaje y se entera que es sobre sus familiares y descubre quiénes eran su abuelo y su abuela”.

“Más allá de hacer una película de denuncia, me interesa contar la faceta típica y atípica de la forma de vivir que tienen los chilenos y las chilenas. Todo bajo el paraguas de la cueca”, indica sobre el proyecto que desarrolla junto a la compañía nacional Zapik Films, coproductora de Tengo miedo torero, y que ahora perseguirá cerrar a su elenco definitivo. Años atrás, especifica, la historia tuvo un teaser protagonizado por la actriz Loreto Aravena y también se consideró que fuera una serie pero esa posibilidad se descartó.

Cueca brava es una película que tiene muchos personajes y muchas tramas. Hice la versión cine y la trabajé de una forma más personal, más puntuda. Cuando uno hace una serie obviamente uno tiene que respetar ciertos códigos al contar la historia, por ejemplo en qué tanta violencia se puede incorporar en la ficción”, plantea.

-¿Diría que este es uno de sus proyectos más ambiciosos?

Todos los proyectos son ambiciosos. Hacer una película es ambicioso. Yo no entro en ese código. ¿Ambicioso de qué? Quiero hacer mi película, por eso he hecho cine, he hecho diez películas. Quiero expresarme, explorar la vida, expresar lo que soy, lo que me tocó vivir, lo que me tocó ver. Eso es ser cineasta.

De Sergio Larraín al streaming

Cueca brava será lo primero que Justiniano filme desde Cabros de mierda, su acercamiento a la población La Victoria en los años 80. Pero originalmente el diseño era otro. A fines de 2019 esperaba rodar la versión cinematográfica de El fotógrafo de Dios (2009), la novela de Marcelo Simonetti que a su vez se inspiró en Sergio Larraín, figura que acaba de ser examinada por el documental Sergio Larraín: El instante eterno, que tiene funciones este fin de semana en Punto Play (entre el viernes 4 y domingo 6).

El filme del realizador Sebastián Moreno en torno al fotógrafo de la agencia Magnum es “excelente”, según afirma el cineasta de El Leyton (2002) a partir de lo que ha podido ver, mientras que sobre su proyecto, sostiene, “es sobre dos personas que, cuando Larraín desapareció, empiezan a buscarlo por distintos motivos en el norte de Chile y a partir de ese viaje vamos volviendo a distintas etapas ficcionadas de la vida del gran fotógrafo”.

Su cinta sobre Larraín suma productores de España e Italia, cuenta con el español Sergi López (El laberinto del fauno) como protagonista, e incluso llegó a planificar el inicio de su rodaje para fines de 2019, pero la contingencia local y mundial terminó por postergar el filme. Hoy se encuentra paralizado por la caída del financiamiento chileno y la no obtención de fondos públicos en el país.

“El productor español no entiende cómo en Chile el Estado no apoya un proyecto sobre un personaje tan importante”, señala. “Pero así es la vida y el cine es una actividad más, no sé si es tan importante como luchar contra la pandemia”.

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Desde la llegada del Covid Justiniano también se ha dedicado a realizar algunos talleres sobre dirección de cine y, de hecho, este martes comienza uno nuevo (el 8, 10 y 15 de junio, entre 18 y 21 hrs., inscripciones en clara@proaudiotecchile.cl). “El lenguaje audiovisual es algo difícil de atrapar pero es tan potente”, dice. “Toda la gente tiene vivencias y algunos quieren expresarlas a través del cine. Una forma de atacar el paso de la palabra a la imagen es ayudar a que construyan sus historias a partir de la práctica, no desde algo tan teórico o académico”.

Dividido entre la preparación de su nueva película y su rol a la cabeza de ese tipo de instancias, estima que “nunca se vio tanto cine chileno como se ha visto en estos años en pandemia. Más encima con los cambios tecnológicos. El rito de la sala de cine, que a mí me encanta, cambió. Ahora la gente puede tener un acceso mucho más directo y rápido”.

Sólo dos de sus cintas están disponibles en el catálogo de Ondamedia (¿Alguien ha visto a Lupita?, Cabros de mierda), la plataforma gratuita de filmes locales que ha vivido un fenómeno de visualizaciones en el último año. Pero en la era de consumo desatado de películas y series cuenta que está en negociaciones para sellar la venta de los derechos de sus diez largometrajes para que se exhiban en todo el mundo en el streaming.

“Les interesa comprar el paquete completo. Me entusiasma mucho. No solamente para mí, sino que para todos los directores, es una oportunidad más de que el trabajo pueda llegar a la gente”, apunta. Y concluye: “Se puede decir que es una buena época para los cineastas”.

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