Cuando detestas a los clásicos

Ilustracion

A todos nos pasa. Esa banda o solista que la gran mayoría considera lo mejor, pero no hay caso que guste. Artistas, especialistas y melómanos revelan ese nombre que jamás figura en sus playlists, ese astro que apenas suena en la radio se cambia de inmediato.


Pablo Stipicic (músico y productor musical)

“Los Rolling Stones. La única que me gusta es Paint it, black. Es oscura, tiene otra energía, pero los encuentro muy felices, un blues medio tieso. No tengo razones profundas, sólo que los encuentro fomes y no me gusta la voz de Mick Jagger, me parece repetitivo. Nunca los entendí mucho”.

Diego Manrique (periodista musical diario El País de España)

Confieso una antipatía especial por Jethro Tull. Su música me sonaba áspera, a pesar de la flauta; ritmos cuadrados, carentes de cualquier swing. Ian Anderson era también odioso, por su voz tratada y sus divagaciones sobre si hacía álbumes conceptuales o no. No apreciaba empatía con sus personajes y sí mucha arrogancia. En una conferencia de prensa en Madrid, se levantó todo lo alto que era y amenazó a un compañero, no le había gustado su pregunta. Durante años, en las raras ocasiones que compraba salmón ahumado, miraba la etiqueta, para evitarlo si procedía de la piscifactoría de Mr. Anderson en Escocia. Ahora no tendría inconveniente en probarlo.

Ricardo Martínez (académico y escritor)

Rapahel. Es tan operático, melodramático en su manera de interpretar, que tiene poco contacto con la orquesta y no le pueden seguir la pista. Su presencia es tan dominante en las canciones que finalmente traiciona resortes importantes de la balada que es la simbiosis del músico y orquesta. La producción de las canciones no importa tanto como su dominancia del escenario.

Raphael.

Marisol García (periodista musical y académica)

Podría partir por Queen. También me pasa con Soda, que me saturaron porque los tocan a cada rato. Pero Queen, porque es el tipo de banda cuyo furor alrededor me hace replantear qué es lo que me gusta en la música popular, si es un grupo tan impecable en interpretación, tan buenos músicos, tan buen cantante, (pero) no lo siento cercano. En la música popular me gusta la síntesis, una expresión que se levanta por sí misma, la canción pop se sostiene con pocos elementos. Lo otro que necesito que la música popular se le cuele algo negro, algo que me remita a un ritmo y una cadencia que es lo que me gusta del soul y la crudeza del blues, y el elemento negro no está en Queen por ningún lado. Sparks es el Queen para el que no le gusta Queen. Pero les falta síntesis, exceso de adorno y despliegue interpretativo porque si no, la canción no se sostendría.

Naty Lane (bajista de Adelaida)

U2 no me entra porque tengo un problema con el sonido. Siento que las guitarras que ocupa The Edge son demasiado procesadas, muchos efectos. No hay nada muy orgánico ahí.

Camila Moreno (artista musical)

No me gusta Madonna, me da lata. La encuentro seca y por supuesto que ha sido una mujer con una influencia inmensa en los últimos 30 o 40 años, pero no me entra su música. Además que amo a Cindy Lauper y quizás ahí hay una explicación, en que el éxito tan masivo de Madonna a fines de los 80 opacó un poco la figura de Cindy.

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Madonna.

Gerson del Río (periodista y conductor radial)

Soy de los que no vibra ni se conmueve con The Beatles. Políticamente incorrecto, pero soy franco. Nunca me han provocado un gramo de emoción -salvo y por cierto, grandes y honrosas excepciones para mí, como Helter Skelter o I Want You (She’s So Heavy), etc-, pero reconociendo su dimensión mastodóntica, histórica, como banda y como individualidades, no me gustan, no me entran. Y así como con el cigarro, le he hecho empeño muchas veces, pero no hay caso. No los detesto, los respeto por lo que son, por su talento inigualable, por el fenómeno que son. ¿Explicación? No la encuentro aún.

Martina Orrego (periodista y directora radio Los 40)

Una banda que conozco sus méritos, los respeto y los he visto en vivo y reconozco lo que son, pero admito que no logro conectar con la música es U2. Quizás es algo generacional, el periodo que más marcó U2 no es de mi edad. Hay ciertas bandas que calan hondo por el contexto y el momento.

Álvaro Paci (periodista, conductor de noticias y músico)

Nadie puede desconocer su popularidad, pero Los Prisioneros siempre me parecieron pobres musicalmente. Rescato las letras de los primeros discos, pero me aleja su sonido y la falta de novedad. Tampoco se superaron mucho musicalmente en los siguientes discos. Lo que más sorprende es que se hable de la banda más grande del rock chileno teniendo a Los Jaivas o a Los Tres. Si lo ampliamos a música popular, no se pueden comparar con Los Ángeles Negros.

Los Prisioneros
Los Prisioneros.

Matilda Svenson (periodista y conductora)

Por más que lo intente, no hay caso que me guste The Doors. Entiendo que el valor está en la poesía y en lo que evoca elevarse a través de esa puerta a otro mundo, pero francamente, nunca tuvo efecto en mi. Aunque valoro que hayan roto esquemas, que la ausencia de bajo haya sido reemplazada por Manzarek al teclado y de manera genial, no hay caso. Me parecen aburridos y tengo la impresión de un hype más bien provocado por un frontman guapo, inteligente y rebelde, como lo fue Jim Morrison.

Francisco Durán (Los Bunkers, Pillanes, Lanza Internacional)

La banda en que todos coinciden que es un clásico y que a mi nunca me ha gustado y no creo que me vaya a gustar, es Pearl Jam. Siempre me han parecido insufribles. Creo que mucho se debe a la voz de Eddie Vedder y su manera de interpretar, que me causa urticaria. Me parece que es una música súper poco propositiva y Neil Young ya había hecho todo eso en los años 70, es un poco ese tipo de sonido. Es la única banda que me pasa que si voy en un taxi y suenan, le pido al taxista si por favor puede cambiar la radio. Creo que es el único grupo que me pasa eso.

Jean Phillippe Cretton (animador, periodista y músico)

El arte son puras químicas y me pasa que en general me cuesta enganchar con el sonido chileno más “rock tradicional”, salvo Los Tres. Siempre enganché infinitamente más con el sonido de Algo Records, Yajaira, Guiso, Hielo Negro, ese fue mi motor musical. No me pasó nunca con Saiko, Los Bunkers, Lucybell. Y con Los Prisioneros, tampoco, nunca. Una vez entrevisté a Narea y le dije ‘lo primero que te quiero decir es que a mi Los Prisioneros no me gustan’. Reconozco sus méritos. De hecho, me gusta en los primeros discos ese estilo más punky, más Clash, pero no llego al punto de poner una canción de ellos en algún dispositivo. No engancho. Necesito que el rock sea un poco más crudo.

Carola Gutiérrez (periodista y conductora)

No tengo que dar muchas vueltas: Bob Dylan. Reconozco que es uno de los pilares de la música moderna y que ha influido en varias generaciones. Pero su voz no es para nada bonita cómo para explotarla en canciones eternas. Uno de los sencillos de su último disco dura 17 minutos, ¡toda una vida! De verdad, siento que sea así, pero a mi no me den un boleto para verlo en vivo otra vez.

Bob Dylan
Bob Dylan.

Mauricio Durán (Los Bunkers, Pillanes, Lanza Internacional)

Jeff Buckley. En el papel, me debería gustar. Pero por alguna razón no logro conectar. Lo encuentro bueno, no podría decir que es malo, jamás. Pero no me produce nada. El papá, Tim Buckely, me encanta. Se habla mucho de su disco Grace, considerado de los mejores de los 90, y no me pasa nada, no me conmueve incluso distinguiendo sus cualidades. Tampoco me gusta el rock progresivo. Es más. Estoy en contra del progresivo.

Francisco Ortega (escritor)

Bob Dylan. Por años pensé que era un problema mío. El derecho, tal vez, al mal gusto. Que sus letras son extraordinarias, si, lo son, mucho; ¿pero no se supone que esto es música, no literatura? Leerlo me conmueve, escucharlo no. Me falta un diálogo entre la melodía y el ritmo, una voz con más carácter, algo más épico, que levante la música por sobre la calidad de las letras, que es algo que sí encuentro en otros cantautores como Leonard Cohen, Neil Young, Tom Petty, Van Morrison, Donovan, Zevon o Springsteen. El Boss, por ejemplo, retrata tan bien como Dylan esa América profunda y el lugar del gringo medio en ese mundo, hasta con una visión religiosa y culposa parecida; pero vaya, Springsteen me hace bailar, sacude un estadio completo. Tal vez no lo entiendo no más y ya estoy viejo para seguir intentándolo.

Fernando Mujica (comunicador)

Los Prisioneros. Para mi nunca significaron absolutamente nada. Nunca crecí con Los Prisioneros, nunca escuché Los Prisioneros y, probablemente, nunca entendí a Los Prisioneros. Los vi en los ’80 y después todas las presentaciones de Jorge González en solitario. Nunca estuve en contra, sino que me dieron lo mismo. Otra banda de la cual todo el mundo se vuelve loco y no me gusta casi nada, Arcade Fire. Fue desmedido el cariño y los elevaron a un estatus que me habría encantado que la gente hablara así de Flaming Lips o Dinosaur Jr.

Pato Cuevas (periodista y conductor radial)

Pearl Jam. Alabé en su momento que la música se fuera para adentro, que contara sobre la niñez traumada y los dolores, pero eso rápidamente se volvió algo tremendamente tedioso y latero. Creo que Pearl Jam representa muchísimo todo lo que me latea de la música. Me aburren. Los considero intrascendentes y sobrevalorados. Si escucho una vez más ‘Yellow ledbetter’ voy a matar a hachazos a veinte personas, por lo menos. Debe ser la canción más aplastantemente latera de la historia. Además, suena pésimo. Me ponen de mala, la verdad. Jajaja, no miento. Es cierto.

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Pearl Jam.

Sandra Zeballos (periodista y conductora radial)

Lo reconozco. Fanatismo absoluto cuando niña por Luis Miguel. Tremenda voz, una de las mejores de Latinoamérica, pero uno va descubriendo después que es eso, una gran voz asociada a una carrera desde el marketing muy buena, pero no es un compositor, y que tuvo el ojo de asociarse con muy buenos compositores, le dio el palo al gato con los boleros, pero después ha ido en declive. Y viéndolo en vivo, no se si perdió la chispa o las ganas de ser artista, pero no me traspasa pasión, sangre que tienen los artistas en el escenario. Lo mismo me pasa con Madonna.

Blanca Lewin (actriz)

Una banda que en realmente ni una onda de escuchar un disco, Pink Floyd. O sea, igual Wish you were here te la canto, Comfortably numb también, aunque me divierte mucho más la versión de Scissor sisters. Me va a matar la fanaticada chilena de Pink Floyd, pero no. Así, como escuchar el Dark side of the moon, no me provoca nada.

Ana Josefa Silva (periodista de espectáculos)

A mí lo que me latea es el bolero, salvo la versión de Luz Casal para Piensa en mí. Todo lo que es rock, bienvenido. Pero, volviendo al bolero, Armando Manzanero. No puedo con él. Reconozco su valor y talento. Pero no resisto ni su voz ni su repertorio. Es como un sacrilegio, lo sé. Pero es destilado del bolero y eso ¡no lo resisto! Tampoco puedo con el reggaetón. Aún así admiro la presencia escénica de Daddy Yankee. ¿Otro sacrilegio? No me gusta el tango.

Ignacio Olivares (Director musical radio Duna)

Grateful Dead. Nunca les encontré la gracia. Pese a que movían 100 mil personas por recital, y se murió el creador del grupo, Jerry García, la banda siguió siendo clave. Los tipos estaban a tan nivel de rock lisérgico que teniai que estar drogado para escucharlos, y por más que escuché sus discos no encontré por qué aglomeraba tanta gente. Para mí, el grupo era más que nada una experiencia colectiva que se podía vivir tomando ácido, pero a cuero pelado, no escuchaba que tuvieran ese “click” que te hace cualquier otro grupo que te emociona. Entonces, para mí siempre fueron un misterio. El movimiento Grateful Dead apelaba más a la gente que se había quedado en la etapa hippie, en el verano del amor, en la onda de San Francisco. Son grupos que te exigen accesorio, tomarte un ácido, entrar en un culto, un movimiento, pero como música sola, a mi no me causaban nada. Nunca tuve ni una onda con ellos.

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