Los Huesos: así se hizo el corto chileno en stop motion con Diego Portales y Jaime Guzmán

Durante las primeras semanas de cuarentena, La casa lobo (2018) salió al mercado en Estados Unidos en formato digital. Su radical apuesta por contar la historia en un solo plano secuencia, que se transforma y consume a cada segundo, rápidamente convirtió a la premiada película de los directores y artistas visuales Cristóbal León (1980) y Joaquín Cociña (1980) en una de las cintas animadas favoritas de los especialistas norteamericanos. El crítico Glenn Kenny celebró a la dupla en The New York Times: “Estos cineastas tienen una perspectiva y una voz que se siente completamente nueva”.

Inspirado en Colonia Dignidad, el filme chileno en stop motion (disponible en Ondamedia) también conquistó al director Ari Aster. El realizador de Hereditary (2018) y Midsommar (2019), por lejos una de las voces más elogiadas del terror de autor reciente, contactó a León y Cociña tras ver la película y han mantenido una comunicación fluida desde entonces.

“Nosotros somos muy admiradores de su trabajo. Hereditary y Midsommar son joyas y son el trabajo de un director maduro”, señala León a Culto. “Le interesan muchos de los mismos artistas que a nosotros nos interesan y hablamos un lenguaje similar cuando hablamos de arte”.

La colaboración derivó en que Aster se abriera a participar como productor ejecutivo en el siguiente trabajo de los cineastas: Los huesos, un cortometraje animado en stop motion con el que vuelven a recoger una base histórica, al tiempo que insisten en su búsqueda artística, esta vez trabajando en celuloide en 16 mm.

El origen de esa idea, cuentan, está tocado por la crisis social de octubre de 2019. Fue hecho “con el estallido en el cuerpo”, resumen sobre una cinta financiada por el Fondo de Emergencia del Ministerio de las Culturas y comisionada por el Nuevo Museo de Santiago, el espacio que se ubicará en el Parque Bicentenario.

“Imaginamos que es una obra de 1901 que aparece en las excavaciones del nuevo museo y que se descubre que es el primer corto animado de la historia, por lo que Chile sería la cuna de la animación stop motion mundial”, detalla Cociña sobre Los huesos, que también es producido por Lucas Engel (Tengo miedo torero) y el estadounidense Adam Butterfield.

El cortometraje de 14 minutos sitúa como protagonista a Constanza Nordenflycht, la joven que a los 15 años inició una relación con Diego Portales, con quien tuvo tres hijos sólo reconocidos por el Estado chileno tras la muerte del político en 1837.

“Esta niña hace una ceremonia en que desentierra dos cuerpos que resultan ser los cuerpos de Diego Portales y de Jaime Guzmán, un Guzmán del futuro, y hace una especie de ceremonia para borrar ese vínculo filial”, explica Cociña.

El cortometraje, a su vez, tiene otra inspiración: el nacimiento del cine en stop motion, asociado al ruso Vladislav Starévich al inicio del siglo XX. En la época en que este era director del Museo de Historia Natural de Kovno, Lituania, quiso grabar a los escarabajos, pero, como le fue imposible, resolvió reemplazar las patas de los insectos por alambres. Sin ese ejercicio, en apariencia rústico, probablemente no existirían las obras de los estudios Aardman (Pollitos en fuga) ni algunos de los filmes de Tim Burton (El cadáver de la novia, Frankenweenie) y Wes Anderson (Isla de perros).

“El inicio de la animación stop motion está sellado por esa historia nigromante. Nos interesó exagerar esa raíz y ocupar cadáveres humanos, obviamente no reales”, indica Cociña sobre un proceso en que también se involucraron en la materialidad del filme: ocupando látex, su cuerpo sirvió como molde del Jaime Guzmán que crearon, mientras que para dar forma a Portales lo mismo hizo León.

Este último especifica la asociación que realizaron al decidir llevar a la ficción al político clave detrás de la formación del Estado chileno y al ideólogo de la Constitución de 1980. “Lo pensamos como una especie de ritual para divorciar a Chile de esta herencia maldita que lo hace dependiente de que el poder esté tan asociado a la oligarquía”, apunta el realizador sobre los dos políticos, “ambos defensores de su casta”.

Desde Estados Unidos, Ari Aster conectó con lo que imaginaron los creadores chilenos, a los que elogió por “su firma asombrosa e inconfundible”, según dijo a Variety. “Cuando le contamos sobre el cortometraje y vio las primeras imágenes, de inmediato nombró a Vladislav Starévich y a Joel-Peter Witkin, que son los dos artistas que inspiraron más fuertemente el corto”, señala León.

“Obviamente Ari difícilmente va a entender las referencias políticas locales de Los huesos, pero eso es parte de lo que nos interesa, hacer obras profundamente locales y al mismo tiempo abstractas y universales. Nos interesa hacer obras que nos pongan en problemas éticos y estéticos a nosotros y al espectador. Y eso es definitivamente algo que a Ari también le interesa y que hace con maestría”, agrega. “No veo por qué no seguir colaborando en otros proyectos”.

Ahora el corto apunta a sellar su debut en festivales (Venecia es la prioridad para acoger el estreno mundial, aseguran), mientras alistan para 2022 el rodaje del largometraje que sucederá a La casa lobo, que combinará animación con live action.