Bernardo, de Alfredo Sepúlveda (Sudamericana)
Mientras su padre era virrey del Perú, en Londres Bernardo O’Higgins se contagiaba de ideas rebeldes. Hijo ilegítimo de Ambrosio O’Higgins y de Isabel Riquelme, crecido lejos de ambos y formado en Lima, Cádiz e Inglaterra, eventualmente su sentimiento de orfandad encontró un lugar en la causa independentista. Inseguro en la intimidad, feroz en el campo de batalla, O’Higgins se convertiría en uno de los líderes del proceso gracias a su arrojo y determinación. Y tras la ingenuidad política de sus inicios llegaría a gobernar con mano dura y dictatorial. Antes del fenómeno editorial de la historia y sus secretos, Alfredo Sepúlveda publicó esta biografía que ahora se reedita. Una estupenda exploración en la vida y personalidad del prócer, un retrato de Bernardo más que del general O’Higgins, que se lee como un reportaje y resalta sus fortalezas pero ilumina también sus heridas, amores y odios.
Tenebra, de Daniel Krauze (Seix-Barral)
En las primeras páginas de Tenebra, Julio Rangel, joven asesor del senador Oscar Luna, se reúne con un empresario. Es una cita de negocios: el empresario necesita obtener ciertos permisos comerciales y a cambio el asesor le pide apoyo al senador. “Ustedes los políticos”, dice el primero. “Apoyo el que le doy a mi mamá cuando me habla de su casa hogar. Lo que me estás pidiendo es lana. Soborno”. La nueva novela del escritor mexicano Daniel Krauze, guionista también de la serie Luis Miguel, ofrece un retrato sombrío de la política de su país. La historia la protagonizan Julio Rangel, el ambicioso asesor del senador Luna, un político corrupto y caudillesco, y el abogado Martín Ferrer, cuya familia fue arruinada precisamente por el congresista. Con escenas ágiles y diálogos vivaces, la novela narra una historia de venganza y codicia y describe el mundo de la política con los rasgos de la mafia, a la vez que delinea la silueta de una sociedad erosionada por la corrupción.
Unas Fotografías, de Carlos Altamirano (UDP)
En 1977, Nelly Richard, Carlos Leppe y Carlos Altamirano dirigían la galería Cromo en el Paseo Ahumada, entonces aún en construcción. La sala sería una suerte de laboratorio creativo donde tomaría forma La Escena de Avanzada. Insospechadamente, gracias a una artista que asistía a las tertulias literarias de Mariana Callejas, una de las muestras de la sala culminó en una fiesta en Lo Curro, en la casa del matrimonio de la Dina. Solo unos meses antes, la pareja había hecho estallar el automóvil de Orlando Letelier en Washington. “Fue mucha gente a la fiesta, todo el mundo, se podría decir. No se me ocurre nadie, aparte de Bolaño, a quien acusar de no haber ido; él no fue pero la describió en detalle”, escribe Carlos Altamirano, uno de los artistas más chilenos más relevantes, en este conjunto de recuerdos y fragmentos de memorias, que atraviesan desde su infancia a la dictadura y la actualidad, organizados en torno a viejas fotografías guardas en una caja de cartón.
La Familia M, de Luis Peña Álvarez (Plaza de Letras)
En una amplia casona de estilo victoriano, la familia M prepara una celebración. La madre trabaja en la cocina, el niño envuelve un regalo en su habitación, el padre tiene listo su obsequio y lee cómodamente el diario en el sillón, mientras la joven M se despereza en su cama: ella cumple un año más. Un gato negro es el testigo de esta fiesta familiar, que bien podría salir de una escena de Dickens o más bien de Henry James. Editado por Plaza de Letras, La familia M es un libro álbum que destaca por sus acabadas ilustraciones y que avanza a través de escenas visuales cuidadosamente compuestas. El libro se inspira en la antigua tradición de fotografiar muertos y busca acercar a los niños a la narrativa de terror. Con una lograda estética que evoca la época victoriana, y el uso de la técnica de dibujos achurados, el autor entrega un relato misterioso, entre sombras, que sorprende a través del humor.