El Cid más allá de la serie: su época y su leyenda
La segunda temporada de la ficción estrenada por Amazon Prime, como la primera, muestra un tiempo movido. Un turbulento siglo XI en España donde convivían de forma tensa cristianos y musulmanes. ¿Cuánto de real hubo en ello? De la mano de una medievalista, en Culto revisamos la ficción y también indagamos en la figura de Rodrigo Díaz de Vivar. Para unos, fue un héroe; para otros, un mercenario.
El día 15 de este mes, Amazon Prime Video estrenó la segunda temporada de El Cid, la serie que narra la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, encarnado por el actor español Jaime Lorente.
En la primera temporada se vio cómo Díaz de Vivar iba escalando socialmente, desde un humilde caballerizo, a escudero, hasta que finalmente, en el segundo ciclo (y acá avisamos un spoiler) obtendrá la unción como caballero de Castilla. Aunque, en rigor, en el medioevo del siglo XI este trayecto no era algo que ocurriera.
“Los pajes a cargo de las caballerizas eran usualmente jóvenes campesinos, que al pertenecer al Estado Llano, difícilmente podrían llegar a ser caballeros”, explica a Culto la historiadora medievalista de la Universidad Gabriela Mistral, Ana Luisa Haindl. “En el caso del Cid, sabemos que él pertenecía a una familia noble, por lo que es probable que el ponerlo como un paje, sea algo de ficción de la misma serie”.
Una época movida
¿Cómo era la España del siglo XI donde vivió el Cid? En ambas temporadas, vemos disputas entre los reinos cristianos que van buscando alianzas con los musulmanes, aunque hay una cierta tensión entre todos. Eso tiene cierta base histórica. “Nos encontramos con un país fragmentado en muchos reinos: los cristianos como León, Castilla, Aragón o Navarra, y los reinos de taifas, musulmanes, como Algeciras, Albarracín, Zaragoza o Valencia, formados tras la desintegración de Al Ándalus”, dice Haindl.
“Es una época de guerras fronterizas, de conquistas de territorio, en la cual se destacan guerreros que colaboran en las diversas campañas militares -agrega la historiadora-. De hecho, hay un personaje muy parecido al Cid en la tradición portuguesa: Geraldo Sem Pavor”.
Por ello, no es casualidad que se den relaciones y alianzas entre todos. De alguna forma, podía darse -como se muestra en la serie- que cristianos y musulmanes entablaran nexos, como el que se genera entre Díaz de Vivar y Amina (Sarah Perles), la princesa hija del emir de Zaragoza.
Otro punto llamativo que se muestra en la serie era que los reinos musulmanes pagaban tributos a los cristianos, cosa que generaba fricciones entre ellos. ¿Eso pasaba realmente? “Sí, ocurría -dice Haindl-. De hecho, se llaman reinos de taifas porque muchos de estos reinos musulmanes pagaban a los reinos cristianos una especie de impuesto o tributo llamado taifa”.
Haindl explica que esos pagos de taifas y esa época turbulenta se debe a los hechos que ocurrieron antes, y que de alguna manera fueron el comienzo del debilitamiento de la presencia musulmana en la península ibérica. “Hubo un pasado de una Hispania unida, no sólo como provincia romana (hasta el siglo V), sino también como el reino visigodo, que sucumbió a la invasión musulmana en 711. Entonces, la Hispania Visigoda pasó a ser Al Ándalus. Sin embargo, en el norte, hubo pequeños focos de resistencia, que con el tiempo y aprovechando momentos de crisis políticas en Al Ándalus, fueron creciendo y dando origen a los reinos cristianos: Asturias, que luego pasaría a ser el Reino de León, Navarra, Aragón y Castilla. Además Carlomagno, conquistó el norte de Cataluña, liberándolo del dominio musulmán: es el origen de los condados catalanes”.
“Por su parte, Al Ándalus se convirtió en un reino musulmán muy importante en el siglo X: el Califato Omeya de Córdoba, siendo una gran amenaza para los reinos cristianos. Las campañas de Almanzor sobre los reinos cristianos causaron estragos sobre varias ciudades importantes, incluida Santiago de Compostela -agrega Haindl-. Pero durante el siglo siguiente, Al Ándalus experimenta una decadencia y finalmente el reino se fragmenta en los reinos de taifas. Lo cual es aprovechado por los reinos cristianos para empezar a expandirse hacia el sur. Entonces, el siglo XI es un siglo de conflictos limítrofes, luchas dinásticas, alianzas, traiciones, etc”.
Otro punto de la época (y acá advertimos nuevamente de un spoiler), y que se muestra en el episodio final de la primera temporada, y marca toda la segunda, es la decisión del moribundo rey Fernando de Castilla y León de dividir su reino entre sus hijos. Así, Sancho se queda con Castilla; Alfonso, con León; y García, con Galicia. Más unos señoríos para las infantas Urraca y Elvira. Esto, ante el grito aterrado del conde de León: “¡Está dividiendo el reino!”.
En rigor, eso era algo común en el medioevo. “Era habitual en los reinos cristianos españoles. Y en otros reinos europeos, como el reino franco, también ocurrió”, señala Haindl.
¿Héroe o mercenario?
En la primera temporada, tras una batalla entre los reinos de Castilla y León contra Aragón, justamente disputándose la taifa musulmana, Díaz de Vivar es espontáneamente proclamado como “Campeador” por sus compañeros de armas debido a su relevante actuación en combate. De ahí vendría su apodo, Haindl confirma el hecho, “tengo entendido que es por eso”.
En tanto, la palabra Cid, tiene otro origen, “vendría de la palabra árabe ‘sid’ o ‘sidi’(señor)”, explica la historiadora.
Hasta hoy, y como suele ocurrir en la historiografía, la figura de Díaz de Vivar genera posiciones encontradas. Para unos, es una especie de símbolo nacional, para otros, un mercenario que prestaba sus servicios de soldado a sueldo, casi como un profesional de la guerra. “La figura del Cid ha sido vista de ambas formas y muchas veces, como ocurre con los personajes históricos ha servido a fines políticos -explica Haindl-. Efectivamente, se le ha presentado como un héroe de la Reconquista y en épocas como el Franquismo, se resaltó mucho con esa connotación. Además, esa época coincidió con el estreno de una película de Hollywood, muy exitosa, que además se filmó en España”, Haindl se refiere a El Cid, de 1961, dirigida por Anthony Mann, protagonizada por Sophia Loren y Charlton Heston.
Hay otro punto interesante que Haindl acota para la creación de Díaz de Vivar como leyenda: “No es casualidad que la tradición española hable de que el último rey visigodo se llamaba Rodrigo, ‘el que perdió España’ y que vieran en el Cid, otro Rodrigo, la esperanza de recuperar España”.
“Hoy se le va más como un mercenario, aunque no se ha perdido el cariño hacia el personaje -añade la historiadora-. Sigue teniendo una connotación de héroe de todos modos. Por algo la serie de Amazon Prime. Interesante es la forma en que lo presentó Javier Olivares en su serie El Ministerio del Tiempo. Más que un héroe, un mercenario o incluso una persona, lo convirtió en un símbolo”.
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