Secretos de un matrimonio: el difícil universo de una pareja (y de una adaptación)
La miniserie estrenada el último domingo por HBO adapta la clásica producción del mismo nombre de Ingmar Bergman, retratando la descomposición de una pareja aplastada por el paso de los años. ¿Consigue el nuevo título estar a la altura del original?
Mira (Jessica Chastain) y Jonathan (Oscar Isaac), pareja que ya cuenta una década casada y una hija de cuatro años, se somete a un estudio con una profesional que investiga cómo las normas de género afectan hoy los matrimonios. Cuando les pregunta sobre ese Big Bang en qué todo comenzó, ese instante eléctrico en que la relación selló su cuerpo definitivo -la primera salida, el primer beso, el primer encuentro sexual-, el relato de ambos parece bajar el ritmo y narrarse en cámara lenta, casi falto de toda chispa, como si incluso les costara detectar ese minuto de pasión torrencial que sin ir más lejos cambiaría para siempre sus destinos.
“Tú deberías contar la historia, eres mucho más entretenida”, la motiva él a ella, pero a cambio sólo encuentra silencio y una que otra frase de buena crianza.
Es, de alguna forma, el retrato del anquilosamiento en que se ha paralizado la propia relación, cuando ambos ya merodean los 40 años y más. Incluso tienen mayor claridad al instante de demarcar las diferencias que hoy los separan que las similitudes que ayer los juntaron: Jonathan asegura que es profesor de filosofía, pero que su labor le permite pasar más tiempo en la casa y cuidar a su hija; en tanto, Mira es una ejecutiva de una compañía tecnológica y con un sueldo mucho mayor que el de su compañero, subrayando además que su día a día es demasiado demandante. “¡Pero estamos orgullosos de ser así!”, exclama Jonathan, en una alegría forzada que ni él -ni nadie- parece creer.
Son algunos de los tantos diálogos y pasajes de Secretos de un matrimonio (Scenes from a marriage), la miniserie que HBO estrenó el pasado domingo, dirigida y escrita por Hagai Levi (The Affair, Our boys), pero adaptada de la reconocida serie sueca homónima que realizó Ingmar Bergman en 1973.
La misma que muestra cómo el matrimonio de Marianne (Liv Ullman) y Johan (Erland Josephson) se va descomponiendo por la simple marcha del tiempo, poniendo en jaque el deseo, la fidelidad, la monogamia, la maternidad, la paternidad, los proyectos a futuro y, en síntesis, la felicidad de ambos como personas. Por algo habría servido de estímulo para la alta tasa de divorcios que se reportó en Suecia un año después de su estreno -al exhibir en TV una realidad de fractura familiar que no era habitual-, aunque sus protagonistas han dicho que la producción más bien conectó con la mayor capacidad que las mujeres fueron adquiriendo por esos años para tomar decisiones que antes parecían sólo asunto de hombres.
Aunque trata de un matrimonio que desea poner punto final a su historia, la propia serie de los 70 abre interrogantes más que entrega respuestas: ¿se acaba realmente un matrimonio? ¿es realmente un fracaso un matrimonio que termina tras años de aburrimiento, hastío y falta de deseo? Al menos, según ha dicho la crítica, la larga sombra de la original Secretos de un matrimonio dejó varios hijos que tomaron su legado narrativo, con personajes destinados al hasta siempre. Entre ellos Woody Allen, Richard Linklater y Noah Baumbach, además de éxitos recientes como la serie Master of none.
Con esos antecedentes, la actual Secretos de un matrimonio intenta dar una visión actualizada a los conflictos sentimentales planteados hace casi 50 años, intercambiando además la Suecia burguesa por un relato que sucede en un área de clase media alta de Boston. Según las primeras reseñas, el cometido es correcto, aunque con algunos tropezones.
The New York Times ha dicho: “La actualización de HBO es un estudio conmovedor de la intimidad que nos recuerda el poder de la producción original, pero sin justificar una nueva entrega (...) Todo está bien observado y exquisitamente interpretado, sin embargo, esta Secretos de un matrimonio parece haber desafiado a Tolstoi al encontrar una familia infeliz que es infeliz de una manera muy familiar. El intercambio de género puede decir algo sobre la redefinición de roles de esposos y esposas, pero la televisión ha tenido medio siglo de historias de matrimonios heterosexuales, desde Bergman incluso, para mostrar y resolver eso”.
Aunque al Times no le parezca una ficción con bordes novedosos, destaca la actuación de Chastain e Isaac: “Levi es un hábil coreógrafo emocional, y Chastain e Isaac son los bailarines que quieres que ejecuten los pasos. Jonathan es un intelectual reflexivo con una “necesidad de superioridad moral” que guarda mucho resentimiento y angustia familiar-religiosa detrás de esa barba exuberante. En cambio Mira es más expresiva y más controlada; tiene menos culpa por querer más de la vida y el amor, pero es más volátil de lo que deja ver al mundo”.
“Las energías contrastantes de los actores crean algunas de las mejores escenas de la serie”, secunda por su parte el sitio Roger Ebert. Después acota: “En general, Secretos de un matrimonio no siempre coincide con la intensidad de las actuaciones de Chastain e Isaac. Pero cuando arden al rojo vivo, es difícil apartar la mirada”.
Vulture también hace su apuesta por la dupla: “Los actores y la serie en su conjunto tienen cuidado de no pintar a Mira o Jonathan con trazos reduccionistas. Tanto Chastain como Isaac los interpretan como seres humanos cuyos bordes pueden afilarse o suavizarse según las circunstancias. Tomados en primeros planos frecuentes y en espacios reducidos, las cosas que no se dicen entre sí tienen tanta importancia como las cosas que sí se dicen”.
Además, Vulture postula que la miniserie desafía al espectador en otro aspecto: al ser la esposa quien empieza a empujar la opción del divorcio, en la sociedad actual -pese a todos los cambios de los últimos años- aún se trata de un punto de vista que puede resultar incómodo.
“A pesar de que se ha avanzado mucho para derribar los estereotipos sobre los roles que un hombre y una mujer desempeñan en un matrimonio tradicional, heterosexual y cisgénero, todavía puede ser diferente para algunos espectadores ver a una mujer presionando para cerrar la puerta a un matrimonio, especialmente cuando hay un niño involucrado”, reafirma el medio.
A la hora de las entrevistas, ambos actores han admitido que se trató de papeles muy intensos e exigentes. Incluso Chastain reveló que en muchas escenas terminó llorando, recordando las turbulencias que ha debido sortear en su propio matrimonio. Al parecer, en la ficción o en la realidad, para nadie se trata de un camino fácil.
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