El Juego del Calamar: ¿cuál es la llave maestra de las ficciones surcoreanas?
Tocando temas crudos como las diferencias de clases o la venganza, parte de las películas y series nacidas en el país asiático se han convertido en un fenómeno que ha permeado cada diálogo posible. Hoy, referirse a sus producciones dejó de ser sinónimo de una subcultura desconocida o limitada a un reducido grupo de interesados. ¿Cuál es la fórmula?
Una familia desempleada se aprovecha de otra más adinerada e intenta robarle cada uno de los aspectos de su forma de vivir. Un endeudado ciudadano acepta participar en un juego de vida o muerte para obtener una suma de dinero exorbitante que podría curar sus males. Un padre y una hija pequeña se las ingenian para sobrevivir a un apocalipsis zombie que incluso se vive al interior del tren bala en el que viajan.
¿Qué une a todo lo anterior? Se trata de una serie de tramas de ficción nacidas en el ideario surcoreano, un país que hoy posee una de las industrias más poderosas, inquietas y rentables del globo.
Casi de manera súbita, muchas de aquellas producciones han ido invadiendo las charlas de la crítica especializada y de las audiencias a gran escala. La evidencia reciente es El juego del calamar, la serie del momento que se encamina a ser lo más visto en la historia de Netflix.
Hace casi un año, el boom tenía otro nombre gracias a Parásitos, de Bong Joon-ho, que obtuvo cuatro premios Oscar, incluidas las estatuillas a Mejor película y Mejor guión.
“A petición de Bong Joon-ho se marcó un hito antes de los Oscar, porque prohibió que se exhibiera doblada en inglés en Estados Unidos o en cualquier parte. Y fue un éxito resonante de taquilla. Los coreanos saben que sus historias, si bien son específicamente coreanas, remecen fibras universales. Hizo que la apuesta y ventana de un gigante como Netflix los pusiera en el centro de su catálogo”, comenta Gonzalo Frías, crítico de cine.
Lo cierto es que las creaciones de ese territorio nunca estuvieron ausentes en festivales de primer nivel. Claro que, tras aquel salto esencial, hablar de películas o series de Corea del Sur es mucho más común.
“En eso ayudó mucho la protección y fomento estatal a la industria fílmica por parte del país asiático, mediante cuotas de pantalla en las salas de cine, que obliga a la exhibición permanente de películas surcoreanas” detalla Sebastián Pimentel, crítico de cine de El Comercio de Perú.
Una lista de producciones donde aparecen algunos nombres de realizadores destacados. Ahí se suma el mítico Park Chan-wook, quien en 2004 ganó en el Festival de Cannes el Gran Premio del jurado con Oldboy; el fallecido Kim Ki Duk, o el que es el nombre más cotizado por estos días: Hwang Dong-hyuk, el creador de El juego del calamar.
“Los directores son letrados y muy cinéfilos, el storyboard para ellos es sagrado. La forma y fondo con que pulen las capas de las historias y los personajes, a nivel psicológico, emocional”, continúa Frías. “Por ejemplo en el thriller I Saw the devil, en el terror The Wailing, en la comedia My sassy girl, o el drama amoroso con The beauty inside. Y si exploras para atrás te topas con perlas impactantes como The housemaid (1960). Y son entretenidos, arriesgados. Saben cómo comunicar temas muy espinosos y difíciles como la venganza, el suicidio, el erotismo, la violencia o la desigualdad social”, profundiza.
Algún factor en común? Varios: temáticas universales, actuaciones histriónicas, escenas crudas o violentas, radiografía de conflictos y diferencias sociales, y personajes desolados.
Así definía el American Film Institute a Parásitos al destacarla como una mención especial a lo mejor de 2019: “Se incrusta en la conciencia colectiva y demuestra el poder del cine para afirmar verdades universales más allá de las fronteras culturales”, palabras que funcionan casi como un resumen del fenómeno en sí.
Quizás vislumbrando aquella vertiente más original es que Netflix puso sus ojos en la industria que allí se aloja. En cifras, entre 2015 y 2020 la plataforma invirtió 700 millones de dólares y se hicieron más de 80 series. Hoy, incluso se planea una adaptación coreana de La casa de papel.
Claro que la influencia que ha arrastrado el auge de la industria audiovisual implica algo más. “Hace mucho tiempo que Hollywood toma sus ideas para películas de series y cintas coreanas. Sin ir muy lejos hace unos años Spike Lee hizo un remake -sin mucha suerte- de una película de Chan Wook Park, otro de los maestros de la generación de Boon Jon-ho. The Good Doctor es una versión americana de una serie surcoreana. Y esos son solo dos ejemplos. Que no sorprenda que la competencia industrial cinematográfica surcoreana siga tomando el mundo entero. Asia y Occidente están cada vez más cerca”, concluye Pimentel.
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