Tony Soprano, Jimmy McNulty, Walter White y Don Draper comparten no solo ser los protagonistas de las cuatro mejores serie estadounidenses de las últimas décadas. Los soprano, The wire, Breaking bad y Mad men también tienen una particularidad menos visible: sus protagonistas son antihéroes. Personajes entrañables, carismáticos, fascinantes y, dada su complejidad, también detestables a ratos y muy alejados de las virtudes que tradicionalmente se le atribuyen a un héroe.
La ficción estadounidense vivió su época dorada con personajes que no son héroes ni villanos, y 2021 ha revivido esa característica con las mejores series del año. Succession, el drama-comedia-negra de HBO y la mejor del año (¿hay un mejor final de temporada como el que consiguió?), tiene no a uno, sino a cinco antihéroes en los roles centrales.: el padre, Logan Roy, y sus cuatro hijos. Es común escuchar que muchos televidentes se desconciertan de no sentir demasiado cariño o empatía por alguno de ellos, capaces de lo que sea con tal de lograr poder.
Es un dilema interesante: la ficción muestra los dobleces de la familia Roy, un verdadero nido de ratas, y para algunos eso puede desengancharlos. Lo habitual es que siempre en una serie hay un héroe claro. Alguien a quien admirar. Succession plantea una dificultad y, contra toda posibilidad, acierta. ¿No es angustiante aquella escena donde Kendall Roy se descontrola buscando los regalos de sus hijos, en su parafernálico y ridículo cumpleaños? Kendall, a todas luces un antagonista que pasará a la historia de la TV, es torpe, ridículo, ambicioso, pero también fracturado por un padre que lo desprecia. Uno puede encontrar que hace demasiadas cosas mal, pero es imposible no sentir afecto por alguien tan contradictorio y dañado emocionalmente.
Mare Sheehan, el personaje de Kate Winslet en Mare of Easttown, es la gran antiheroína de este año. Una mujer fracturada por un pueblo que la detesta -y que, como Kendall, prometía tanto cuando joven-, una policía incapaz de encontrar desde hace un año a una adolescente, que sufre por la pérdida de un hijo y la ruptura de su matrimonio. Esta miniserie, la segunda mejor del año y también de HBO -la cadena televisiva parece amar a los antagonistas, no puede ser tanta casualidad que sus grandes series tengan protagonistas así-, ponía en el centro a una mujer dañada en un contexto policial que iba de la mano con la reconstrucción personal de la protagonista.
The White Lotus, la tercera mejor ficción de 2021, pone en pantalla a una decena de antihéroes (sí, también de HBO), a personajes a menudo detestables, pero que con el correr de los capítulos van mostrando complejidad y fracturas que los hace actuar como tal. Si uno se queda solo con el primer capítulo, seguramente querrá que se mueran todos. Luego, no tanto.
Esta ficción sobre un resort exclusivo y para multimillonarios en Hawaii, hasta donde llegan a ¿descansar? es una sorpresa literal, no solo porque corre el riesgo de poner personajes así, sino también porque cada episodio está construido como si los librertistas hubiesen consumido alguna clase de alucinógeno. No es común ver tal nivel de locura y perfección -actoral, musical y de dirección- y conseguir atrapar a punta de personajes tan fascinantemente odiables. Hay que tener mucho talento para lograrlo.