Diamela Eltit: “Ser mujer u hombre, debería ser un dato biográfico, no una categoría literaria”
La destacada autora nacional será parte de la inauguración de la Feria del libro del Biobío el próximo martes 11 de enero. En charla con Culto aboga por la descentralización de la literatura nacional, también aborda el auge de las mujeres escritoras y el contexto político del país.
“De las crisis, los vacíos, los cuerpos”, en esa frase Diamela Eltit González resume lo que será su exposición en la inauguración de la Feria del libro del Biobío el próximo martes 11 de enero, a contar de las 11.00 horas, en la U. de Concepción. La autora de Lumpérica, Premio Nacional de Literatura 2018, es uno de los nombres relevantes que tendrá el evento. En el 2021 participó en la jornada inaugural de la FIL de Guadalajara y recibió el Premio FIL. Además del Premio Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria.
En la antesala de la feria en Concepción, Eltit se dio el tiempo para hablar con Culto sobre diversos temas. Un ineludible es acerca de la descentralización en materia de ferias del libro, que por lo demás están volviendo a la actividad tras el inicio de la vacunación masiva contra el Covid-19, aunque con un ojo puesto en la variante Ómicron.
“Pienso que es imperativo descentralizar y buscar mecanismos de conexión que permitan construir equitativos mapas literarios –dice Eltit-. Las ferias pueden ser una oportunidad, pero, desde luego, se requiere una política literaria que permita visibilizar escritoras y escritores que vivan en cada una de las regiones en las que habitamos. Una política intensa que una lo local y lo nacional”.
¿Para usted qué rol le cabe a la industria del libro (autores y autoras, editores y editoras, la crítica) en contribuir a la descentralización de la misma?
Esta última FIL de Guadalajara tuvo con invitado de honor a Perú. Me pareció muy importante que su delegación literaria estuvo conformada por escritoras y escritores que habitan diversos puntos del país. La verdad es que se requiere pensar formas de circulación literarias y será una tarea para los especialistas en la materia.
Con la pandemia, hemos visto un reencuentro del público con la lectura y los libros digitales. ¿Cree que contribuirán a generar mejores condiciones en la industria?
Pienso que todo mecanismo que expanda la lectura es muy positivo, en ese sentido los libros impresos y los digitales, favorecen, me imagino, a la industria. Pero hay que considerar también que se lee poco o muy poco. Es necesario reconocer que hay una importante inequidad educacional. Recordar que en definitiva la literatura como centro en la educación secundaria fue desplazada por lenguaje. Hay una industria muy poderosa (y súper rentable) de libros “juveniles” que circulan por los colegios cooperando así con el despoblamiento de literaturas de diversos tiempos, las escrituras que ponen de relieve los campos simbólicos y las operaciones estéticas.
En 2021 recibió dos premios. El Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria y el Premio FIL de Literatura, ¿en qué momento la encuentran estos galardones?
Efectivamente llegaron esos premios. Por supuesto fue muy emocionante, pero entendí siempre que no era yo la que los obtenía, en el sentido más preciso del término, sino que esos premios eran por y para los libros y la ruta autónoma que establecieron. En general, mi tema ha sido escribir un libro como si siempre fuera el primero y eso me absorbe enteramente. Los premios no se debieron a una ruta gestora que yo haya emprendido, sino se otorgaron a la ruta de los libros.
El jurado del Premio FIL señaló que se lo daban “por la profundidad de su escritura única que renueva la reflexión sobre la literatura, el lenguaje y el poder en el cambio de siglo”. ¿Ha sido la reflexión sobre el poder una guía en su escritura?
En realidad, considero que analizar lo que he hecho no corresponde, pero en general el tema del poder es ineludible, lo sabemos, lo reconocemos. El punto para mí, desde la ficción, es que se genere poder en cuerpos tradicionalmente segregados, obviados o bien usados solo como mano de obra desechable. Me interesa el poderoso ímpetu de las culturas populares, como también el poder que demuestran ante la obligación de resistir los avatares y sus penurias.
Desbiologizar la letra
Usted será jurado en el Premio de Cuentos Marta Brunet, de la Universidad de Chile, solo para escritoras. ¿Qué piensa del auge de las escritoras feministas en Chile y América Latina?
Se ha producido una emancipación de la mujer que atraviesa los espacios y también, desde luego, el campo literario, en toda su extensión. Este momento me recuerda el impulso y la visibilidad que alcanzó el derecho a voto para la mujer en diversos lugares del mundo occidental. Pero hay que examinar también donde está situado el poder o los poderes centrales, políticos o jurídicos, en manos de quiénes la riqueza del mundo, cómo es la situación salarial de las mujeres con respecto a mismo trabajo que los hombres, cuál es el cuerpo susceptible a una violencia sistemática que puede terminar en la muerte, en quiénes recae la mayor cuota de pobreza. Es muy positivo este momento, pero se requiere también examinar las máscaras, modas y estrategias del sistema.
Ha defendido la idea de desbiologizar la escritura, que no basta con ser mujer, pero tampoco con ser hombre. En la literatura actual, ¿ve algún avance al respecto?
Me parece que sigue vigente el término “literatura de mujeres”, como una subcategoría. De esa manera se mantiene la hegemonía y la dominación en el campo literario. Mientras esa denominación sea central persistirá la biologización de la letra. Ser mujer u hombre, debería ser un dato biográfico, no una categoría literaria.
¿Qué autores y autoras del último tiempo le han llamado la atención?
Me parece que lo más reciente está en construcción, pero pienso que Nona Fernández es ya un referente muy consolidado en la literatura chilena y sigo atentamente la producción de Matías Celedón. Por supuesto hay más y más y bastantes más nombres.
“Soy muy optimista con el futuro”
En Chile ya hay Presidente electo, Gabriel Boric, ¿qué piensa de que haya vencido en las elecciones?
Sí, venció Gabriel Boric. Muy bien. Me parece que fue clave para este triunfo la evidencia pública del pensamiento de Kaiser, alabado y elegido como candidato a diputado por el candidato Kast, un reconocido pinochetista. Eso detonó un estado de alerta ante las increíbles ofensas a las mujeres en los discursos públicos de este mamarracho, que fue elegido como diputado. Otro de los factores fue el esfuerzo de Izkia Siches y su intenso recorrido para promover más y más votos. Lo consiguió. Y el llamado de la Senadora electa, Fabiola Campillai, cegada impunemente por la policía, a apoyar a Gabriel Boric. En definitiva, su triunfo, muy merecido y muy meritorio, descansa en el voto de las mujeres.
¿Qué expectativas tiene ante el nuevo gobierno?
Habrá que ver cómo funciona el Congreso. Después de la primera vuelta presidencial quedó de manifiesto que en la derecha no existen matices, que Pinochet los habita por completo y que son dependientes del empresariado nacional y transnacional, que las mujeres de derecha que pueblan las filas de los diversos partidos, más allá de sus declaraciones seudofeministas, son funcionales a poderes que les son completamente adversos. La pregunta más relevante es cómo se negocia y hasta dónde se negocia. Y habrá que ver al “progresismo” y sus agudas volteretas. Pero, a nivel simbólico y sus marcas en la realidad, se puede hacer mucho: horadar la cultura “selfie” y volcarse a lo comunitario.
Este año se realizará el Plebiscito de salida para una nueva Constitución. ¿Qué le gustaría que se incluyera en una eventual nueva carta magna?
La Constitución debería marcar un nuevo signo que apunte al bien común. Es una vergüenza que el agua esté privatizada, que lo público esté totalmente controlado y asfixiado por lo privado, que la riqueza no pague los impuestos de acuerdo a sus ganancias, para que esos recursos se usen para construir mejores espacios comunitarios. Los pueblos originarios necesitan más y más reconocimiento, participación, recuperación de sus tierras, enseñanza de sus lenguas en las escuelas. Y entender bien el Ministerio de Cultura como un bien y una proyección nacional e internacional, no como una institución insignificante. Lo que debería suceder es el fin del neoliberalismo tal como lo conocemos y que ha causado el terrible flagelo de una peligrosa desigualdad.
¿Es pesimista u optimista para lo que viene en Chile?
Soy muy optimista porque espero que la gente haya entendido mejor qué es, en realidad la derecha chilena, su terrible anacronismo que ya parece un analfabetismo temporal y el uso que hacen de las mujeres que los acompañan. Más allá de las dificultades que le ocasione el Congreso al Presidente electo, pienso que esta vez, el “gobierno ciudadano” que propuso Michelle Bachelet y que fue boicoteado por su propia coalición, lo llevará adelante el Presidente Boric. Se abrirán nuevos espacios, pero hay que comunicar “clarito” los escollos para que así la ciudadanía entienda quién es quién.
En 2017, en una entrevista con El País señaló: “Todavía no sé qué significa ser escritora”, hoy, ¿se atrevería con una definición de qué es ser escritora?
Sí y no. Ser escritora no es un título, ni, desde mi perspectiva, no se trata de una “carrera literaria” porque la única meta real para mí es terminar el libro que estoy escribiendo, lo que no es fácil. Más bien pienso en una tarea que une goce y trabajo, incertidumbre, obsesiones, la ausencia de un acontecer “real”. La conexión entre la mano que escribe y la siquis y sus movimientos. El dilema de la letra literaria. Entonces quizás me refería a que una parte de mi vida queda fuera en esos momentos, y solo permanece el fantasma de una escritora en medio de un proceso donde “yo ya no soy yo/ ni mi casa es ya mi casa” como dice el poema de García Lorca. El resto del tiempo, pues soy lo que soy, una ciudadana común que transita, al igual que la mayoría del mundo, su vida más cotidiana.
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