Guillermo del Toro: “No creo que vayan a desaparecer las salas de cine, pero sí será una experiencia para un cierto tipo de película”
El director mexicano vuelve este jueves a la pantalla grande con El callejón de las almas perdidas, su nueva cinta en clave de homenaje al cine negro y adaptación de la novela de 1946. En diálogo con Culto detalla el proyecto más inusual de su filmografía y traza el escenario actual de la industria, vinculada en gran medida a las plataformas de streaming y donde ya ha establecido nexos, incluido su siguiente largometraje: una versión de Pinocho a estrenarse en Netflix.
A principios de la década de los 90, la carrera de Guillermo del Toro (Guadalajara, México, 1964) recién despegaba. Pese a trabajos en la televisión de su país y a cortometrajes que ya perfilaban su estampa característica en la silla de dirección, el filme Cronos de 1993 sería el puntapié inicial a un trayecto que con el pasar de los años cobraría relevancia y lo situaría como una de la voces latinas más inquietas y originales de Hollywood, sobre todo al minuto de hablar de fantasía.
Con ese primer impulso, en los años posteriores tomó las riendas de cintas como Hellboy (2004), El laberinto del fauno (2006) y Titanes del Pacífico (2013). Claro que por debajo de esos largometrajes de gran escala se fueron formulando otra serie de ideas que quedaron pendientes. Sin ir más lejos, el director ha contado que posee cerca de 20 guiones que no llegaron a producirse, incluida su tan deseada adaptación de En las montañas de la locura de H. P. Lovecraft, cuya visión y sobre todo riesgos monetarios nunca han terminado de convencer a los estudios. Aunque por supuesto no pierde la esperanza.
Uno de esos proyectos inconclusos precisamente surgió desde el set de su primera película: la idea de adaptar a la pantalla grande Nightmare Alley, la novela de William Lindsay Gresham que su colaborador más leal, el actor Ron Perlman, le regaló por esa época con la intención de reformular la historia que ya había sido proyectada en 1947 bajo las órdenes de Edmund Goulding.
Eso sí, debieron pasar cerca de treinta años para que esa deuda se saldará, porque es ahora cuando el mexicano vuelve con El callejón de las almas perdidas (desde el jueves 27 en salas chilenas), su nueva cinta que reimagina las páginas que el escritor estadounidense lanzó en 1946 y que se ha posicionado como una de las cartas audiovisuales de mayor peso de la temporada.
“Por fin, después de décadas, pude hacer este sueño realidad”, admite Guillermo del Toro desde su hogar en Los Ángeles, en un encuentro virtual con Culto . Y es que el director sabe de proyectos a medio terminar, cancelaciones y pausas indefinidas. “La intentamos hacer y no pudimos ni acercarnos al estudio en los años noventa, dijeron ‘no, no nos interesa’. Y realmente la idea de lo monstruoso enmarcado en un personaje atractivo visualmente como es Bradley (Cooper) ha estado en las películas mías desde el principio”, añade con tono anecdótico.
La ficción sigue precisamente al personaje de Cooper, Stanton Carlisle, un ambicioso trabajador de una feria de atracciones ambulante que intenta escapar de un pasado oscuro y marcado por un crimen. En aquel camino repleto de personajes que rozan lo moralmente incorrecto, se topa con su interés amoroso, Molly (Rooney Mara), y con la misteriosa psiquiatra Lilith Ritter (Cate Blanchett), formando una alianza con esta última para engañar a ricos que contratan el servicio del protagonista, un supuesto experto mentalista que ha logrado ilusionar incluso al ciudadano más incrédulo de la sociedad neoyorquina.
Las dos horas y media también despliegan uno de los proyectos más inusuales del director, quien suprime el horror, los hechos sobrenaturales y los seres mitológicos, reemplazando esos elementos claves de su trabajo previo por la monstruosidad humana y el tono noir popularizado en cintas de los años 40 y 50 y que marcaron carreras tan reconocibles como la de Humphrey Bogart. Y si previamente había escrito sobre personajes antagonistas que cometen acciones brutales, hoy Del Toro define El callejón… como “la posibilidad de explorar todo eso de una manera mucho más psicológicamente compleja”.
“Curiosamente he leído y he sido un fan del género desde mis orígenes, en mis cortometrajes hay uno de cine negro, una de las películas que he pagado para que se restauren en México es El suavecito de Fernando Méndez y el primer largometraje que hice fue Cronos, pero yo intenté que fuera un película de cine negro basado en la novela No habrá final feliz de Paco Ignacio Taibo en México”, rememora.
Se trata, por lo demás, de su retorno desde La forma del agua (2017), la cinta que terminó de tallar su nombre en lo alto de la industria y con la que obtuvo las estatuillas a Mejor director y Mejor película en la 90.ª edición de los Óscar. Ahora, lo nuevo supone una oportunidad para seguir sumando premios en aquella vitrina.
-¿Por qué llamó su atención volver a contar una historia que ya había sido abordada en el cine?
Bueno, número uno porque no es un remake, es una nueva versión de un libro. Es decir, para mí hay un montón de vertientes que no se exploraron la primera vez y que me interesaban. Por ejemplo, una nueva versión de Macbeth no es un remake, es simplemente un versionado de una historia que existe y de la cual tú extraes lo que te sirve y la refraseas. Para mí la película es completamente nueva y así también su acercamiento visual y narrativo. Entonces no hay riesgo, es un reto gigantesco y simplemente lo que haces es que te separas, no vuelves a ver la versión original y fue lo que hice yo. La vi hace tiempo, me gustó, pero leí primero el libro, y dije: ‘tenemos bastante espacio para caber en la misma carretera los dos automóviles, entonces me voy a lanzar a este viaje’. Eso a nivel creativo lo hizo completamente satisfactorio.
-Sobre los elogios que ha recibido, Paul Schrader dijo que esta es su mejor película y que gracias a Ud. Bradley Cooper da su mejor actuación. ¿Cómo toma ese tipo de cumplidos dentro de su carrera?
Cuando viene un elogio de un director tiene un peso muy específico, porque es como cuando a un escritor otro escritor le dice algo. Tú ya sabes que conocen el arte y la artesanía que implica esto. Es decir, yo puedo hablar con un director sobre un dolly, una grúa, un lente o un tipo de luz, que son todos elementos y pinceladas expresivas que forman el cuadro. En cambio con un crítico, un cronista o una entrevista me tengo que limitar a cierta profundidad que no alcanza los gestos fílmicos. Estoy de acuerdo con Schrader en el sentido de que siento que es la mejor o al menos la más compleja que he hecho. Y estoy de acuerdo con él de que la bendición en mi vida es Bradley Cooper. En este momento como actor es extraordinario. Agradezco las palabras de Paul, de William Friedkin que también admiro, del otro director extraordinario con el que hablé en la mañana que no puedo decir el nombre y de amigos directores de toda la vida que a veces llaman y a veces no llaman. Y en esta llamaron.
-Este filme llega a estrenarse en salas, pero hoy el cine, su producción y los estrenos están muy vinculados a las plataformas digitales y al consumo directo desde casa, incluso Ud. prepara su siguiente película para el streaming. ¿Cómo ve ese escenario actual del cine? ¿De qué forma cree que afecta a la industria?
Para mí estamos en un momento donde es una encrucijada, literalmente son dos caminos que se cruzan. Si vamos a ir para la derecha, para la izquierda o vamos a dar la vuelta en u, no sabemos. En mi experiencia personal, el tamaño de una película es su ambición cinematográfica, es decir, tú puedes tener una gran película que viste en una plataforma. Yo no puedo mentir y decir que no he visto algunas de las películas que más me afectaron en la televisión, siendo un niño. La primera vez que vi Metrópolis de Fritz Lang, la primera vez que vi un Hitchcock o la primera vez que vi clásicos del cine mexicano fue en la TV.
No creo que vayan a desaparecer las salas de cine, no lo creo. Pero, va a ser una experiencia más determinada para un cierto tipo de película, ya sea un evento especial o películas de gran taquilla. Lo demás es como todo en la vida, después de estar en este mundo 57 años te puedo decir que todo viene con bueno y con malo. La vida es un sándwich de mierda, tiene más pan o menos pan, pero siempre hay mierda, entonces cuando hablamos de las plataformas, las películas no se van a ver en cine grande, pero se van a hacer.
Más allá del análisis que despliega Del Toro al otro lado del contacto vía Zoom, su vínculo con el streaming se ha afianzado durante los últimos años. A las labores de producción en series como Trollhunters: relatos de Arcadia y a la creación de su futura antología de terror Guillermo del Toro’s cabinet of curiosities, hoy también suma el hecho más determinante de la relación: la siguiente película en su itinerario será un estreno para Netflix, buscando readaptar en stop motion al personaje de Pinocho de Carlo Collodi.
“Yo llevo cargando Pinocho cerca de 15 años, ningún estudio la quería hacer y Netflix inmediatamente me dijo hagámosla, entonces estoy encantado”, dice sobre la historia ambientada durante el ascenso de Benito Mussolini en Italia y que reúne entre su elenco a nombres tan consagrados como Ewan McGregor, Christoph Waltz y Tilda Swinton. Planeada originalmente para ser estrenada en 2021, la cinta musical llegará al servicio a finales de este año.
Aunque pese a su inclinación por la plataformas, el director se detiene en uno de los puntos centrales de la nueva forma de hacer cine. “Creo que más allá de un titular interesante, el fenómeno (del streaming) merece que respire. Este fenómeno falta que respire. Ahorita estamos inhalando y ya queremos saber el resultado. Espérate a que el mundo inhale y luego exhale. Estos cambios van a llevar otros cinco años para definir dónde cae qué. Pero tu pregunta es muy profunda porque efectivamente hay un montón de películas que están haciéndose en plataformas que no se hubieran hecho de otra manera. Películas que los estudios sistemáticamente rechazaban, entonces lo interesante es que podamos seguir contando historias, eso es lo más interesante y lo más importante”, concluye.
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