Héctor Noguera visto por los ojos de su hijo: “La vida de mi papá sigue ocurriendo a un ritmo que ningún libro puede alcanzar”
Damián Noguera acaba de publicar, vía Catalonia, Autobiografía de mi padre, un relato de la vida del afamado actor nacional. En charla con Culto desmenuza el volumen: por qué se hizo, cómo fue el proceso de escritura y cómo fue configurar el relato de un personaje relevante.
Es una autobiografía, pero no la escribió él mismo. Más bien, fue como si alguien armara un personaje con el sustrato de una vida inmersa en la actuación. Es lo que Damián Noguera Berger hizo con su padre, el afamado actor Héctor Noguera Illanes. Autobiografía de mi padre, se llama la publicación que es una de las novedades veraniegas de Editorial Catalonia, y narra su camino actoral. Noguera hijo –quien además debuta en la escritura con este libro– señala a Culto que en rigor fue una idea de su padre.
“Él ya llevaba varios años intentando escribir sus memorias, pero la verdad nunca tuvo el tiempo suficiente para hacerlo. Mi papá prefiere trabajar con equipos, lo prefiere por sobre tener que trabajar solo. Es algo muy de actor y director. Cuando me ofreció escribir el libro fue una propuesta inesperada para mí. Yo había estudiado literatura en la Universidad Católica sí, pero apenas egresé me dediqué a la composición de música para teatro y danza”.
¿Fue difícil convencerlo de que se decidiera a publicar estas memorias?
No. Mi papá siempre tuvo la idea de que quería publicar un libro sobre su vida. Creo que en este caso en particular fue más difícil intentar convencernos a nosotros mismos el por qué este libro era necesario. Por qué su historia era importante de contar. Para mí era fundamental eso. Fue en la mitad del proceso en que descubrí que su historia no era solo su historia, sino también la historia de los personajes que ha interpretado y cómo esos personajes y esas obras hablan de los distintos periodos del país. En ese momento el libro ya no solo se trató de un actor famoso con una gran trayectoria, sino de algo que va más allá de él pero que al mismo tiempo se expresa en él. Fue el ejercicio de describir a un actor en una puesta en escena lo que me permitió unir en el libro lo histórico con lo personal de una manera que sentí nueva, y esa unión de alguna manera justificó en mi papá y yo, la necesidad de publicar este libro.
¿Cómo fue el proceso?
El proceso tuvo varias etapas. Partí entrevistándolo. Nos juntábamos periódicamente y empecé a preguntarle sobre su infancia, sobre sus primeras obras. Desde un inicio decidí que no quería grabar las conversaciones que tuviéramos, sino simplemente anotar las ideas que aparecían. No quería que el libro fuera un ejercicio de transcribir frases de una grabadora, quería que fuera un relato que se configurara a partir de nuestras conversaciones. Me costó en un inicio tratar de entender cómo preguntar. Hay un texto de David Foster Wallace en donde habla de su obsesión por leer memorias de deportistas de alto rendimiento. Y al mismo tiempo describe su constante frustración al leerlos. Dice que, de alguna manera, estas personas que admira profundamente son incapaces de describir aquello que los hace fascinantes a los ojos de los otros. Eso me pasaba cuando le preguntaba a mi papá sobre actuar, sobre qué se siente estar en escena. Sentía que no me daba una respuesta que le hiciera justicia a la intensidad que expresa cuando lo veo actuar en alguna obra. Esa brecha fue difícil de solucionar. La brecha del actor actuando versus el actor hablando de su actuación puede ser una gran brecha. Ambos mundos pueden ser hasta contradictorios. Me costó darme cuenta que el error era mío, que, en el fondo, le estaba haciendo preguntas imposibles de responder.
¿Algo que te asustara?
Lo que más me asustaba de escribir estas memorias es que a veces pienso que el género promete un acceso personal y verbal a aquella dimensión de esa persona que admiramos. Pero pienso que esa promesa, es al final una promesa imposible. Entonces decidí que el ejercicio del libro no es intentar que mi papá explique cómo hace lo que hace, es de alguna manera hacer que esa actuación se vuelva presente de nuevo solo que a través de la escritura. Realmente introducirse en la mente del actor cuando actúa. A partir de ese descubrimiento ya no fue necesario hacer tantas entrevistas porque ya se había configurado un personaje coherente con la historia que queríamos contar. El proceso final fue leerle a mi papá lo que escribí. Que él me dijera qué cosas le hacían sentido con su vida y empezar a corregir.
¿Cómo fue el escribir respetando la voz de tu padre conjugándola con tu propia manera de escribir?
Hay una ambigüedad que rodea todo el libro, que tiene que ver con la pregunta de quién está hablando realmente. Hay un juego de interpretaciones. A veces no sabemos si es mi papá el que está hablando o la voz del personaje que está interpretando. En ambos casos es literalmente su voz obviamente, pero no sabemos cuál es necesariamente su origen. De la misma manera en que mi papá interpreta a otros personajes y asume su voz, yo en este libro también tengo que interpretar a mi papá. Tuve que hablar por él. Existe una responsabilidad en ese gesto, una responsabilidad que en un inicio fue temible. Escribir en primera persona y que esa persona no seas tú sino tu papá, fue en un principio una distancia muy rara. Pero también, existe una extraña libertad. Como si interpretar la vida de otra persona te diera ciertas licencias que tu propia voz no te da incluso aunque sea la voz de tu padre.
¿Algo que te haya llamado la atención y no sabías de la trayectoria de tu padre?
La verdad es que no hubo necesariamente grandes revelaciones o historias que no supiera de antes. Pero sí había relatos de mi papá que al investigarlos se volvieron mucho más tangibles. Que me hicieron entender más algunas de sus actitudes y decisiones. Toda su infancia en la casa de la calle Londres, por ejemplo. Analizar e investigar sobre ese periodo, me hizo entender mejor cómo mi papá se relaciona con la soledad, y cómo eso en parte determina su forma de relacionarse con el mundo y finalmente su decisión de ser actor.
¿Cómo conjugaste al personaje público con el hombre más doméstico e íntimo?
Esa fue una pregunta que me hice mucho al principio. Cómo lograr llegar a una cierta intimidad con mi papá, sin que se sienta invasiva o fuera de lugar. Mi papá viene de una generación de actrices y actores en donde la distancia entre el mundo público y el mundo íntimo es bastante más clara que ahora. Pero al mismo tiempo, la actuación es un ejercicio muy íntimo, que es inseparable de tu historia personal, de cómo percibe y vives la realidad. Entonces esa dualidad existe en la manera en que mi papá da una entrevista por ejemplo, pero no existe cuando actúa, porque está viviendo un proceso muy íntimo y vulnerable de forma pública. Ahí, en la puesta en escena, la distancia entre ambos mundos se difumina, todos esos niveles se mezclan y se pliegan.
¿Alguna biografía en la que te hayas inspirado para este trabajo?
Por alguna extraña razón me influyeron muchos libros que hablan sobre tenis. Quizás porque siento que los actores y los deportistas tienen hartos puntos en común. Sobre todo en lo que se refiere a la concentración, al estar presente, a la preparación extrema y certera por algo que dura tan solo un momento. Leí los textos sobre tenis que tiene David Foster Wallace (Cómo Tracy Austin me rompió el corazón, El tenis como experiencia religiosa, etc.) también la autobiografía de André Agassi que se llama Open.
Como las memorias de Jorge Edwards, ¿Consideras que se podría hacer una segunda parte de estas memorias?
Se podrían escribir muchos libros sobre la vida de mi papá. Pero creo que la idea de una segunda parte de unas memorias presupone la noción de que se cuenta otro periodo de su vida o que de alguna manera se completa algo que no estaba en el primer libro. Creo que este libro no permite una segunda parte, no porque cuente la vida completa de mi papá sino porque nunca asumió esa lógica. La lógica de ser un libro definitivo y completo sobre su vida. Este libro, más que unas memorias para ser sincero, lo pienso casi como un relato que se articula a partir de su vida. Un relato en donde él es el personaje principal. No quise que el libro se sintiera como algo definitorio, porque quién quiere ser definido realmente. Sobre todo un actor cuyo trabajo se sustenta en parte en la idea de que podemos ser muchas cosas, que podemos contener personas contradictorias dentro de nosotros. Decir: “Sí, esto es lo que soy y esto es lo que hice” ¿Qué queda después de una definición así? La vida de mi papá sigue ocurriendo a un ritmo que ningún libro por definitorio que piense ser, puede alcanzar.
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