Y todo empezó con un hashtag: cómo el #MeToo trascendió a Hollywood y cambió nuestras vidas
Las autoras estadounidenses Meighan Stone y Rachel Vogelstein son las responsables de un libro que explora los insospechados alcances del movimiento de mujeres iniciado en 2017. Brasil, China, Egipto, Nigeria, Pakistán, Suecia y Túnez son los países en los que estudiaron los cambios y las principales figuras locales que han liderado los avances. “No se trata de la llegada del feminismo occidental blanco a las naciones sobre las que escribimos”, han dicho las especialistas.
Todo se cristalizó a través de la actriz Alyssa Milano en Twitter. “Si has sido acosada o agredida sexualmente, escribe ‘yo también’ como respuesta a este tweet”, publicó la intérprete y activista en su cuenta personal el 15 de octubre de 2017, dando inicio a una oleada de testimonios en la red social que llevó a que “#MeToo” se usara 500 mil veces durante las primeras 24 horas desde su mensaje y a que se manifestaran tanto estrellas de la industria como personas anónimas.
El clima estaba salpicado por vientos de cambio: sólo unos días antes The New York Times y The New Yorker habían lanzado sus reportajes exponiendo las numerosas acusaciones de abuso sexual en contra de Harvey Weinstein, uno de los productores más influyentes de Hollywood durante las últimas tres décadas. Aconsejada por una amiga, Milano tomó prestada una consigna que primero había sido usada 11 años antes por la activista Tarana Burke en MySpace, con el fin de estimular el “empoderamiento a través de la empatía”.
Bajo esas dos palabras, se gatilló que más y más mujeres hablaran por primera vez de manera pública de los episodios de acoso y abuso sexual que habían sufrido en su vida. Desde entonces otras figuras poderosas fueron denunciadas por situaciones similares: el rapero R. Kelly y el productor Dr. Luke en la música; el empresario Travis Kalanick, mandamás de Uber, en Silicon Valley, y Louis C.K. en la comedia, así como otros hombres en las más altas esferas de la política, el deporte y el arte.
Sobre Weinstein y otros casos se ha seguido hablando mediante incluso el lanzamiento de nuevos libros, concentrando la mirada en Norteamérica. Ahora una nueva publicación intenta desentrañar los alcances del #MeToo fuera de Estados Unidos, sin caer en ciertos vicios habituales al estudiar este tipo de fenómenos.
“No se trata de la llegada del feminismo occidental blanco a las naciones sobre las que escribimos”, aclaró recientemente Rachel Vogelstein, coautora junto a Meighan Stone del libro Despertar. #MeToo y la lucha global por los derechos de las mujeres (Ariel), que acaba de ser traducido al español.
En su búsqueda por explorar los avances y las voces que lideran el movimiento, las especialistas escogieron siete países: Brasil, China, Egipto, Nigeria, Pakistán, Suecia y Túnez. Un acercamiento al alcance global del fenómeno pero también a las particularidades que asoman en cada lugar, donde se registran logros y escollos propios de una estructura que se resiste al cambio.
En Nigeria, por ejemplo, descubrieron que la versión local del #MeToo es #ArewaMeToo y que las mujeres del país lo utilizaron para denunciar a funcionarios gubernamentales y luego para exigir una legislación que las protegiera de potenciales agresiones sexuales en los espacios laborales. También se recoge la historia de May al-Shami, la primera mujer de Egipto en usar una ley para intentar defenderse de una situación de acoso en el trabajo.
El libro además recoge cómo asoma la represión en contra de quienes se manifiestan. Como en Pakistán, donde tras la marcha Aurat, una convocatoria a las mujeres, muchas recibieron amenazas.
Asesora de Asuntos Globales de la Mujer durante el gobierno de Barack Obama, Vogelstein ha intentado explicar por qué esta realidad permaneció en las sombras a ojos de su país. “Gran parte de los medios estadounidenses se centraron en las consecuencias para los hombres estadounidenses prominentes”, indicó. “En nuestra opinión, es un error evaluar la fuerza de este movimiento global a través del lente de lo que sigue para un hombre prominente en particular. En cambio, creo que deberíamos preguntarnos qué sigue para los millones y millones de mujeres que han alzado la voz en todo el mundo”.
Stone, por su parte, ha señalado: “Me gusta pensar en Despertar como un despertar de los poderes existentes, que la organización colectiva y el poder en nombre de las mujeres por su propia igualdad es una fuerza a tener en cuenta. No es que las mujeres estuvieran despertando al hecho de que tenían derechos o despertando que tenían una voz. Siempre supieron que tenían esas cosas, no estaban siendo escuchados por aquellos con autoridad”.
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