“No quiero ser presidenta, quiero ser multimillonaria”, dice Amanda Seyfried, personificando a Elizabeth Holmes, al inicio de The Dropout. La escena transcurre en una junta familiar con un matrimonio amigo. Todos se ríen, porque ella recién entrará a la universidad. “Pero no se trata solo del dinero. Debes tener un propósito”, agrega, develando su compleja personalidad.
La anécdota es real -aunque, en rigor, la dijo cuando tenía 9 años- y está documentada en el libro Mala sangre, de John Carreyrou, el periodista del Wall Street Journal que develó que Holmes y su startup Theranos eran una mentira. Que la promesa de la máquina que hacía pruebas de sangre y podía detectar 200 enfermedades con solo una gota era un fraude -sencillamente no funcionaba-, pero en su camino consiguió 944 millones de dólares en seis rondas de inversión.
La gran estafa de Holmes a Silicon Valley es fascinante -por lo insólito del caso, porque engañó literalmente a todo el poder estadounidense- y ha dado material de sobra. No solo para el libro del periodista que descubrió la mentira, sino también para el espléndido documental Desangrando a Silicon Valley (HBO Max). La miniserie The Dropout se ha basado en un podcast de ABC Audio, porque el libro Mala sangre será llevado al cine por Adam McKay, con Jennifer Lawrence como protagonista. Todo, mientras en la vida real, en enero pasado, Holmes fue declarada culpable de fraude y conspiración y hoy espera por la sentencia.
La recién estrenada miniserie de Star+ no solo se ha adelantado a la película sobre el caso, sino que está dejando la vara alta. Con ocho capítulos -tres de ellos ya disponibles en la plataforma de streaming- que no exceden la hora de duración, es una sólida reconstrucción de una historia que parece de mentira, pero es real. El guion es hábil, antes que todo, para dar vida en la ficción a su protagonista. Si bien no la exculpa de lo que hizo, le da varias capas a su personalidad para intentar explicar cómo llegó a eso y, en ese tránsito, la humaniza y evita los clichés de una simple embaucadora. El espectador podrá no sentirse identificado, pero sí comprender que esa mezcla de ego, ambición y egoísmo descarriló la vida de una mujer muy inteligente y que pudo llegar lejos sin hacer trampa.
En esa labor, Amanda Seyfried aporta no solo un parecido físico, sino también una voz que suena igual a la de Holmes y un talento subvalorado como actriz. Para algunos puede ser todavía la de Chicas pesadas o Mamma Mia!, pero sus roles en Twin Peaks, Mank o First reformed hablan de cómo ha crecido. Sus fortalezas, en esta miniserie, están a la vista y bien puede ser la mejor de su carrera, delineando a Elizabeth Holmes con gestos, miradas y fuerza interpretativa. A menos que aparezca una rival de peso en estos meses, debiera de conseguir el Emmy por este trabajo.
Otra virtud de la miniserie es cómo cuenta lo que quiere contar. Salvo algunos raccontos, el relato es clásico desde que aún es chica hasta que se impone como la millonaria más joven de EE.UU. y, posteriormente, viene la debacle. Los momentos en que parte el engaño son particularmente bien descritos en su patetismo: pruebas de sangre de mentira, laboratorios que no son reales y, por cierto, el talento para seducir a todo el mundo para que invierta en su empresa, pese a que se trataba de una chica con falta de habilidades blandas.
Porque Holmes, la real, no podría haber logrado fabricar tal engaño si no hubiera sido extrañamente encantadora (atraía y repelía a la vez). La Holmes de esta ficción consigue plasmar aquello, con numerosas escenas donde se retrata la relación con sus padres, pareja y equipo que conformó, desde que parte como una joven sin estilo para vestirse y poco dada a socializar hasta una mujer que imitaba a Steve Jobs (de impecable ropa negra), fría y despiadada con sus trabajadores, con tal de cubrirse las espaldas. Esa transformación debió ser brutal, y en la ficción no luce impostada, consiguiendo que la tensión -y entretención- se mantenga.
Este primer trimestre de 2022, en términos televisivos, ha estado marcado por la tendencia de contar historias de grandes engaños. Netflix se ha anotado dos producciones de gran éxito -Inventando a Ana y El estafador de Tinder-, pero esta, afortunadamente, no se parece a ninguna de ellas, básicamente porque se toma en serio el cuento, más allá de las personalidades sociópatas que podrían unirlas. The Dropout logra comprender que, aunque se trate de hechos reales, una ficción como esta también debe parecer posible.