Jack Kerouac, más allá del camino

Jack Kerouac wsp

Nacido hace 100 años, el escritor estadounidense fue una de las voces esenciales de la narrativa del siglo XX. Autor de un clásico como En el camino, también puso en el tapete otros libros notables y cuya vida bohemia es imposible de separar de su escritura. Revisamos su obra de mano de dos escritores.


Al momento de su muerte, contaba con solo 91 dólares en su cuenta bancaria, prueba de que en su vida nunca fue alguien muy preocupado por hacer dinero, lo suyo era vivir sin timón y en el delirio. Pero eso, curiosamente, de alguna manera se entronca con su brillante legado como escritor.

Nacido hace exactos 100 años, el 12 de marzo de 1922 en Lowell, Massachusetts, Jean-Louis Lebris de Kérouack, hijo de unos franco-canadienses, es quizás el nombre más relevante de la llamada Generación beat, el grupo de escritores estadounidenses que tras la segunda guerra mundial irrumpió con fuerza en el panorama literario de su país amén de una escritura salvaje y fuera de los cánones. Claro que en vez de su alambicado nombre francés, los libros los firmaba simplemente como Jack Kerouac.

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Y con esa firma, el libro que le granjeó el pase a la inmortalidad fue En el camino. Publicado en 1957, lo escribió durante tres semanas en un rollo de papel extenso que colocó sin más en una máquina de escribir. Es una novela autobiográfica, bajo el alias de Sal Paradise, quien relata sus viajes junto a su amigo Dean Moriarty (alter ego de Neal Cassady). De hecho, el libro de alguna forma también actúa como una “presentación en sociedad” de la Generación beat, porque incluye como personajes al poeta Allen Ginsberg (como Carlo Marx) y al narrador William Burroughs (como Old Bull Lee).

Pero Kerouac no solo fue el autor de En el camino. Posteriormente publicó otros libros notables, como Los vagabundos del Dharma (1958), Los subterráneos (1958), Ángeles de desolación (1965) o La vanidad de los Duluoz (1968). Sobre, esos “otros libros” de la trayectoria de Kerouac, el escritor nacional Antonio Díaz Oliva recoge el llamado de Culto y opina: “Básicamente la obra de Kerouac se puede dividir en su trilogía: En el camino, Los subterráneos y Los Vagabundos del Dharma. Todo lo que hizo luego es un salpicón. Y luego está su vida. Esa es su mayor obra. Haber hecho de su vida ‘en el camino’ una vida literaria”.

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Por su lado, el escritor estadounidense Gerald Nicosia, autor de la biografía Jack Kerouac (editorial Circe) y que tiene una nueva edición en inglés (Memory Babe: A Critical Biography of Jack Kerouac), comenta a Culto: “Creo que los tres mejores libros de Kerouac son Visiones de Cody, Dr. Sax y Ángeles de desolación. Visiones de Cody es la primera novela posmoderna, porque Kerouac se acerca a la ‘realidad’ como una construcción mental. Ningún otro escritor había hecho eso todavía, y ahora, por supuesto, explorar la subjetividad de la conciencia es el objetivo principal de la escritura moderna”.

“Dr. Sax es también una novela posmoderna pionera, porque Kerouac intenta fusionar fantasía y realidad, que es muy parecido al realismo mágico latinoamericano –sigue Nicosia–. Y Ángeles de desolación es una gran novela porque retrata una gran parte de Estados Unidos, desde las montañas del estado de Washington donde se vigilan los incendios, hasta la cultura poética/cafetería de San Francisco y el sofisticado mundo de Nueva York. Todo Estados Unidos en la década de 1950 está en ese libro, y nadie más lo hizo”.

Díaz Oliva recalca que la escritura de Kerouac significó un cambio en el modo de plantear la narración. “Hasta ese momento las vidas de escritores (pese a Hemingway y Jack London) era puertas adentro. Por eso; su mayor obra es haber inventado la auto ficción antes que la auto ficción se pusiera de moda. Hoy escribiría sus libros en su teléfono. Subiría fotos con Allen Ginsberg y los demás beatniks a Instagram en medio de la carretera. Lo voy a poner de otra manera: creo que la mayor obra de Kerouac era su locura. Esa que puso por escrito en tres libros iniciáticos y que luego lo terminó por desbordar”.

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Ese afán de hacer autoficción antes de la autoficción, es el que de algún modo llevó a Kerouac a retratar su vida bohemia en sus novelas. Eso sí, Nicosia advierte que eso no era algo nuevo en Estados Unidos, pero que logró ir más allá de las fronteras estrechas de lo alternativo. “Era un escritor bohemio. Estados Unidos tiene una gran tradición de escritores y artistas bohemios, aunque acá generalmente nos referimos a ellos como ‘artistas underground’. Estas son personas que hacen su arte con poco dinero y, por lo general, evitan los canales de arte comerciales convencionales. Kerouac fue inusual porque su arte se abrió paso en el ámbito comercial; pero durante su propia vida, este avance duró poco tiempo y murió en la pobreza. La gran fama y el dinero llegaron más de dos décadas después de su muerte”.

“No hay diferencia entre su vida y su persona literaria –dice Díaz Oliva–, porque los beatniks tienen la ingenuidad de lo amateur y la potencia de las hormonas adolescentes. Y eso era algo que inquietaba a varios. Incluso a J. Edgar Hoover, director del FBI, quien los consideraba ‘una de las mayores amenazas para nuestro país’, tal vez porque beatnik se escribía parecido a Sputnik. En ese entonces los personajes bohemios y bebedores eran vistos como una amenaza por el establishment; hoy también son vistos como una amenaza del machismo-nostálgico de antaño. ¿Es Kerouac más que un capricho juvenil?, ¿hay que cancelarlo? Hay una frase de Valeria Luiselli que dice que En el camino, y casi toda la obra de Kerouac, no es más que un gran pene. O que no está escrita con un lápiz, sino que con un pene. Creo que tiene algo de razón”.

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