Hace unos años creó el elogiado corto Bao -la historia de una madre que cuida un dumpling al vapor al ver que su hijo abandona su hogar- y le consultaron por qué el protagonista era un hombre. Su respuesta fue inmediata: “Porque solo tenía ocho minutos para contar esta historia y para una historia de una madre y su hija necesito toda una película para desenvolverla”. Hoy, cuatro años después, la realizadora Domee Shi estrena Red, una reveladora película que dio con la metáfora perfecta para entender e ilustrar la pubertad.

Disponible desde el 11 de marzo en Disney+, la historia narra la vida de Meilin Lee, una niña chino-canadiense de 13 años que cuando ve alteradas sus emociones, se convierte en un gran panda rojo. La alegoría es elocuente: a la menor le ha llegado por primera vez la menstruación y está enfrentando sus consecuencias.

Hija única de una familia conservadora de origen asiático, Lee tiene una relación especial con su madre, una mujer exigente que espera lo mejor de ella. Lee tiene notas de excelencia académica, forma parte de la banda escolar y ayuda con el templo familiar. Ahora deberá enfrentar este nuevo desafío que significa la adolescencia, intentando mantener su normalidad, recibiendo retos por parte de su familia y enamorándose por primera vez, todo mientras su cuerpo y su personalidad se transforman constantemente.

La película, protagonizada por Rosalie Chang, Maitreyi Ramakrishnan y Sandra Oh, ha sido recibida con entusiasmo por el público, especialmente por aquella audiencia que ha tenido que pasar por esta etapa de la vida siendo una persona menstruante. En Twitter, grandes personalidades como Tessa Smith - Mama’s Geeky, reseñadora de gran audiencia en YouTube-, y la editora y crítica audiovisual de Variety, Jazz Tangcay, la calificaron como “preciosa”.

Pero en algunos medios se ha hecho el punto: ciertos críticos hombres, y de diversas edades, no han comprendido el simbolismo que ofrece la cinta ni su fondo. La han calificado de una historia “alienante” y “de nicho”. El youtuber Sean Chandler, por ejemplo, apuntó en su canal de YouTube: “No es sólo que no me haya gustado, es que encontré esta película profundamente enajenante. Hay muchas cosas que te echan para atrás. Es una película sólo para gente muy específica, ya que sólo gente muy concreta puede identificarse con ela. Es por lejos una de las cintas más raras de Pixar”.

Probablemente más polémico ha sido Sean O’Conell, quien en el medio CinemaBlend describió la película como “la más cachonda de la historia de Pixar”, aunque la tachó de “específica”, criticando principalmente la raíz asiática del filme. “Reconocí el humor del filme, pero no conecté con él en absoluto. Enraizando Red de manera tan específica en la comunidad asiática de Toronto, la película parece hecha para las amigas de Domee Shi y su familia inmediata. Lo que está bien pero…parece un poquito limitado”, escribió en la crítica. Luego de ser calificada como racista, CinemaBlend optó por bajar la reseña por lo que ya no se encuentra disponible para ser leída.

Maya Phillips, de The New York Times, subrayó que la metáfora del panda rojo para describir procesos emocionales puede ser el principal Talón de Aquiles del filme. “Ahí es donde Red se vuelve difícil: aunque la magia del panda rojo de la trama tiene sus raíces en las tradiciones culturales de los personajes, esos detalles no son suficientes quitar cierta sensación de exotismo de una película para niños”.

Otros han sido mucho más entusiastas. Michael O’Sullivan en The Washington Post encontró “fascinantes” las metáforas y rescató que el primer trabajo para Pixar de la directora fue “audaz, entretenido y dulce”.

Más allá de las reseñas a favor o en contra, Pixar claramente ha presentado Red como parte de una metamorfosis y una renovación. Aún más: hasta una suerte de revolución. Por ejemplo, es la primera película de la compañía donde la totalidad de su equipo realizador son mujeres. Es la primera ficción en que aborda la menstruación de uno de sus personajes, proceso que siempre había sido evitado en otras figuras adolescentes de su filmografía.

Además, coincide con la salida hace un par de años de su jefe fundador, John Lasseter, quien en 2017, se apartó de la firma debido a las acusaciones de acoso sexual. A partir de ahí, Pixar ha intentado arrojar señales de nuevos aires en sus contenidos, de una nueva era, mucho más conectada a los tiempos actuales.

Es necesario recordar que bajo su dirección se despidió a la creadora de Brave, Brenda Chapman, reemplazándola por un hombre. La película tenía un núcleo más feminista y contaba la historia de una herdera escocesa que no quería ser princesa, convirtiendo por accidente a su madre en un oso. El contenido no gustó en las altas cúpulas y la realizadora fue sacada de las empresa.

Chapman en ese entonces declaró para el New York Times: “Esta la historia que yo creé, que salió de un lugar muy personal, como mujer y como madre. Que me la quitaran y se la dieran a otra persona, a un hombre además, fue doloroso a muchos niveles”.

Sin embargo, críticos internacionales también apuntan que a Pixar todavía le falta avanzar y el cine infantil en general tiene un camino por recorrer. Si bien han incluido personajes de la comunidad LGTBQI+ en sus filmes, como el cortometraje Out, las películas que abiertamente incluyen a la comunidad son censuradas constantemente por Disney.

Hace pocos días, algunos medios estadounidenses criticaron el hecho de que Disney participara financieramente con los legisladores del proyecto de ley Don’t Say Gay (No digas gay), una posible ley que prohíbe que en los colegios se hable sobre la orientación sexual o identidad de género en los niveles correspondientes a la básica. Ante esto los trabajadores de Pixar declararon en una carta difundida por la red: “Esperábamos que nuestra compañía nos defendiese. Pero no fue así”

Pixar, en todo caso, ha logrado con esta cinta romper tabúes y que su historia hoy esté siendo analizada bajo diversas miradas. No es poco en la cultura popular actual.

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