“Basta de pavadas, es hora de agotar ediciones”: Puzo, El Padrino y la historia difícil de una novela “familiar”
50 años se cumplen desde el estreno del filme esencial de Francis Ford Coppola, pero no hubiera sido posible sin la novela de Mario Puzo. El libro le cambió la vida, que hasta ese momento estaba en bancarrota.
En 1996, Mario Puzo estuvo en las pantallas chicas de todo Estados Unidos a través del famoso late de Larry King. En 20 años, el escritor no había dado entrevistas sobre su obra cumbre. “Pensé que las entrevistas realmente no ayudan a vender un libro. Si escribes un libro lo suficientemente bueno, la gente lo leerá”. Pero las exigencias del marketing lo forzaron a cambiar de opinión.
Ante las cámaras, Puzo recibió una pregunta clave del siempre agudo King, acaso uno de los reyes del formato late show de su país (quizás un digno sucesor de Ed Sullivan). “¿Por qué nos gusta tanto El Padrino?”.
Para llegar a esa respuesta, Puzo debió retroceder mentalmente 27 años, a 1969. Ese año, su vida tuvo un simple giro del destino. A priori no se veía por dónde escapar de una situación difícil. Ya tenía 49 años, cinco hijos y mochila pesada de una deuda de 20.000 dólares. Puzo era ludópata, y solía perder mucho dinero en apuestas, por lo que debía dinero a sus familiares, bancos, casas de apuestas y algunos usureros.
Además de la bancarrota, su carrera como escritor no era sobresaliente. Si bien, para entonces había publicado tres novelas La arena sucia (1955), La Mamma (1965) y Seis tumbas en Múnich (1967), y habían tenido buena crítica, ello no se reflejaba en mejores ventas.
Por ello, es que puso a tipear una nueva novela y llevó los primeros capítulos a su editor, pero este le negó el dinero. Ya había perdido las esperanzas con el ítaloamericano oriundo de Manhattan. Pero seguro algo de simpatía le tenía porque le dejó un consejo: que a sus libros sobre el mundo de los ítaloamericanos fuese sobre mafiosos. A Puzo la idea no le gustó nada.
Aún masticando la decepción por no recibir la suma, decidió simplemente seguir escribiendo. Pero el peso de las deudas sobre sus hombros lo hacía avanzar más y más. Hasta que la concluyó. Para él, fue importante los que le dijo Lenny Bruce, un cómico de stand up amigo suyo quien le había dicho: “Basta de pavadas. Es hora de madurar y de agotar ediciones”.
Con una novela de 150 páginas llamada La Mafia, recorrió varias editoriales hasta que dio con Putnam, que le ofreció 5.000 dólares de anticipo. Puzo las aceptó. Con el dinero, recogido de a partes, fue con su familia a Europa. Si bien, la novela no lo convencía del todo y sentía que debía corregirle más cosas, se olvidó del asunto por un tiempo.
De vuelta a Estados Unidos, fue a la editorial a ver si podía obtener unos dólares más, porque, para variar, había perdido apostando. Pero, en las oficinas, fue recibido por el cariñoso abrazo de una secretaria, luego, el editor, quien le comentó que acababan de recibir una oferta de 375 mil dólares para la edición en paperback. Un dineral. Incrédulo, Puzo escuchó que el editor había rechazado la oferta y pidió 410 mil. Increíblemente, pocos días después se los dieron.
Desde ese día, nada fue igual, y la vida le cambió a Mario Puzo. De ahí, el reconocimiento mundial gracias a las películas de Francis Ford Coppola.
¿Y por qué gustó tanto El Padrino? Cuando Larry King hizo la pregunta, Puzo respondió: “Porque es una ilusión. Creo que a todo el mundo le gustaría tener a alguien a quien acudir en busca de justicia, sin pasar por los tribunales y los abogados, ya sabes”.
Aún así, Puzo creía que El Padrino, más que de mafia, en el fondo, trataba de un clan. “El Padrino fue realmente, para mí, una novela familiar, más que una novela policiaca”, dijo en esa charla con Larry King. Por esos entonces, aún pensaba que era una novela perfetctible.
“Siempre deseé haberlo escrito mejor, porque lo había hecho . Me fui a Europa y le dejé el manuscrito a mi editor y dije: ‘Tengo que hacer una reescritura más’, pero cuando cuando volví, habían vendido el libro por 410.000 dólares a una editorial de libros de bolsillo, no me atreví a reescribirlo. Pensé que recuperarían su dinero, no les gustaría”.
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