La polvareda podía avistarse a lo lejos. Era la señal de la masiva concurrencia que caminaba hacia el Perry’s Stage, poco antes de las 16.30, para asistir al debut en Lollapalooza del fenómeno musical chileno del 2021; un muchacho de 19 años, llamado Marcianeke.
La aglomeración fue tal, que la organización pidió -en más de un ocasión y como ya había ocurrido en el show de A$ap Rocky el sábado- que los asistentes caminaran cinco pasos hacia atrás, para despejar la zona frontal en que los cuerpos se apretaban bajo la promesa de un show inolvidable.
Tras un retraso de quince minutos, finalmente el Marciano del trap chileno salió a escena bajo el alarido de su fanaticada nacida entre la transición y el nuevo milenio; chicas y chicos peliteñidos con colores fuertes, camisas floreados, aros y tatuajes repartidos en el cuerpo y maquillaje de brilllo distribuido en sus rostros juveniles.
Con su característico “Marcianeke” lanzado con su voz gutural, un grupo de baile y luciendo una vistosa chaqueta verde, pese a los 27º en el aire, el chileno más escuchado de 2021, entró en escena.
Y de inmediato se desató la fiesta; los jóvenes y niños presentes de inmediato se entregaron al beat. Los celulares en alto para no perderse detalle alguno, eran infaltables y dieron cuenta de su impacto en las redes sociales. Mientras, Marcianeke lanzaba sus rimas sobre la pobla, los porros, el pollo teriyaki, las zapatillas nike y su crónica cotidiana que explica parte de su éxito.
El show se detiene un momento para repetir la petición de retroceder, debido a que en las primeras filas la gente estaba apretada. “Un poquito para atrás, no se mateen”, lanza Marcianeke ante las risas del respetable.
Los ganchos van más allá de lo musical “Qué saeen de cortee”, lanza Marcianeke. “Nosotros somos el cortee”, le responde el público, tomando la formula que el talquino ha exprimido en las redes sociales.
Si la edición de regreso del Lollapalooza está marcada por su parrilla juvenil y millenial, el pulso de la jornada, a lo largo de los tres días, lo ha marcado el escenario Perry’s Stage. Por allí, pasaron los explosivos y multitudinarios shows de Kidd Tetton, Harry Nach y Polimá Westcoast; y como todo es entre amigos, los dos últimos contaron con la participación de Pablo Chill-E, quien el sábado, en su show propio tuvo una petición de matrimonio y hasta simuló una detención de la PDI; porque para la generación dorada del trap, todo tiene que tener impacto.
Los primeros shows de la mañana anticiparon el escenario; los shows del venezolano Micro TDH y el chileno Drefquila, fueron seguidos y bailados -y bien bailados- por su fanaticada juvenil que desde temprano se hizo notar en los escenarios de Lollapalooza. También la chilena Mariel Mariel, se hizo presente con un buen show en que alterna ritmos urbanos con su propuesta pop de alta factura, y en el mismo Perry Stage, la propuesta pop de Princesa Alba reunió a una multitudinaria, sudorosa y entusiasta barra, en una presentación contundente que la encumbra como una de las figuras del momento.
Pero volvamos a Marcianake. Promediando la media pasaron temas del alta rotación algorítmica como No se piken, Colores, Farandulera -con Pailita de invitado-, pero el acabose llega con Que Pasa, tema de un romance en clave redes sociales, que a poco de lanzarse el año pasado superó el millón de views en YouTube y fue coreado por la multitud.
Y como para dejar en claro el estatus de estrella, hay un cambio de vestuario; esta vez chaqueta y pantalón fucsia con jockey a tono para invitar a Harry Nach. Luego vendrá el turno de Arte Elegante, para cantar Viene y va. Pero el show se vuelve a detener, por tercera vez, para pedirle al público que retroceda. “Oe todos pórtense bien po’, pa que sigamos de pana”, pide el ídolo. Para el final, pasa Dímelo ma, el tema que en colaboración con Pailita se impuso como un fenómeno en las plataformas digitales, con casi 50 millones de reproducciones en Spotify.
El hito de Lollapalooza marca un nuevo paso para el joven trapero. Desde fines del año pasado, Marcianeke ha dirigido sus pasos hacia la consolidación internacional. “Chile ya me está quedando chico”, nos dijo hace algunos días en charla con La Cuarta. En las próximas semanas vienen algunos compromisos como su show en el Teatro Coliseo, a banda completa, y de allí, el salto a Puerto Rico, la cuna del reggaetón.
Un paso que eventualmente podría posicionar al talquino en la élite del género. No en vano, asistió a los masivos e históricos shows de Bad Bunny en San Juan, invitado por su mánager, Noah Assad, e incluso ha deslizado la posibilidad de aparecer en los shows del “Conejo malo”, en Chile. Un cruce de estrellas de la era millenial.
Nada raro para una ciudad como Santiago, coronada como la capital mundial del reggaetón, gracias al alto consumo del género en Spotify y en las plataformas digitales. Más aún, cuando el público de la larga y angosta faja es el segundo mayor auditor de la playlist editorial Mansión Reggaetón, en la mentada plataforma, y seguro es número puesto en los carretes millenials. La curatoría incluye clásicos del género y cuyo mayor peso recae en los artistas puertorriqueños, quienes representan el 68% del consumo de la playlist, según los datos disponibles. Y por supuesto, allí está Marcianeke con Las Malveke.
Un giro radical para un muchacho que apenas pasa la veintena, y que hasta hace un par de años no tenía más preocupaciones que el reggaetón, los tatuajes y los completos mojados de su Talca natal. Hoy, consagrado como el nombre más estelar de una camada de artistas urbanos ha protagonizado uno de los shows más bullados del género, en un festival que ha sabido canalizar el creciente interés en las nuevas estrellas; basta recordar al paso del huracán Paloma Mami, en la edición 2019, cuando el festival todavía estaba asentado en el Parque O’Higgins. Acaso como una catarsis con que se dejaron atrás dos años en que los escenarios se silenciaron.