Ni en un escenario, ni en un estudio de grabación. Fue en una reunión en las dependencias del Hotel Savoy en Londres, en que los integrantes sobrevivientes de Led Zeppelin, junto a su mánager, Peter Grant, decidieron terminar la exitosa carrera de la banda, tras la sorpresiva muerte de su baterista, John Bonham, el 25 de septiembre de 1980.

Pese a que en los medios se especuló con la posibilidad de un reemplazo, para la banda se trató de un golpe que asumieron como definitivo. No era cualquier músico; aunque “Bonzo”, muerto a los 32 años, no era parte del núcleo de compositores, su potencia y personalidad en la batería era parte ineludible del sonido de los británicos. El mismo Grant lo explicó en una extensa entrevista para la revista Classic Rock, en 1990. “Eran esas cuatro personas, ellos eran Led Zeppelin. La música y la mente de Led Zeppelin eran esas cuatro personas”.

Como en aquel caso, hay otros tantos en que una banda de renombre debe enfrentar la muerte inesperada, súbita, y a veces brutal, de su baterista. En la palestra está el reciente deceso de Taylor Hawkins, de Foo Fighters, en plena gira por Sudamérica, a una semana de su presentación en el escenario de Lollapalooza Chile, donde incluso tenía un momento propio al tomar el micrófono para cantar una versión de Somebody to love, el clásico tema de Queen. Una pérdida que remeció hasta la médula al grupo comandado por Dave Grohl, que acaba de volver a casa, sin claridad con lo que pasará.

Pero a Grohl no le faltan ejemplos. Le ocurrió a los ingleses The Who, con el célebre Keith Moon; un hombre tan espectacular como arriesgado, cuya vida se apagó tras ingerir una sobredosis de medicamentos mezclada con alcohol y otras drogas, la noche del 7 de septiembre de 1978, apenas veinte días tras el lanzamiento del álbum Who are you?

Pero a diferencia de Zeppelin, en el caso de los Who, siguieron adelante con otros percusionistas; primero reclutaron al ex Small Faces, Kenney Jones, con quien publicaron sus únicos dos discos en la década de los ochentas. Y aunque lograron posicionar el single You better you bet, en marzo de 1981 (9 en el UK Singles Chart), la reacción adversa de parte de sus fans, y en parte el cansancio, marcaron el final en 1984.

Luego hubo reuniones posteriores, aunque con menor impacto que en sus años de gloria. Esta vez, las baquetas pasaron a las manos de Zack Starkey, el hijo de Ringo Starr -quien de niño había aprendido de Moon algunos de los secretos del instrumento-, lo que les permitió volver a publicar discos (ya han lanzado dos desde 2006), e incluso retomar las giras. Así debutaron en Chile como parte del Festival Santiago Rock City, el año 2017.

Afinidad de cocción lenta

Aunque los casos mencionados, y otros tantos, son distintos, quienes han estado en el puesto aseguran que no se trata de una pérdida fácil de llevar, debido a las dinámicas internas que se generan entre los músicos en una banda al momento de trabajar su material.

Así lo piensa Francisco “Pancho” Molina, con experiencia por sus años en Los Tres, y proyectos en solitario como Los Titulares. “Tiene que ver con los integrantes mismos, con el pulso, el entendimiento, determinar cuándo corresponde un ride, un riff, es un trabajo que se hace muy íntimamente en una pieza, entre cuatro personas -explica al teléfono desde Concepción-. Se relaciona con cómo se hacía la música antes y la sinergia entre las personas que la creaban”.

“Es una manera de hacer música que ya casi no se da; el formato canción de forma análoga, entonces hay una relación especial que se da entre el baterista y el resto de los músicos; él le da el ambiente y el pulso”, agrega el también jazzista, que por estos días prepara una serie de presentaciones en Concepción y en la capital en locales como el Jazz Corner.

Una opinión similar es la de José Miguel “Cote” Foncea, actual baterista de Lucybell, pero que en antaño ha ocupado el sillín en bandas como De Kiruza y Dracma. “A veces las bandas cuajan -detalla al teléfono, mientras prepara las maletas para viajar a México-. Los integrantes tenían una afinidad, el rock hizo que las bandas se consolidaran como eso, como bandas, como grupos, y eso no es fácil de llenar”.

Valga recordar el caso de Los Jaivas, quienes debieron reponerse de la trágica muerte de su baterista fundador, Gabriel Parra, a causa de un accidente en una de las serpenteantes carreteras que cruzan el Perú, el 8 de abril de 1988. Aunque la elegida para ocupar el puesto fue su hija Juanita, el llenarlo de manera cabal fue un proceso largo y trabajoso, en que la joven baterista debió dedicar años para aprender el lenguaje musical que los viñamarinos habían aquilatado en décadas de ensayos e improvisaciones.

“Los tres primeros años fueron de ensayos duros y de no pisar siquiera un escenario, pese a los ruegos de Juanita, que a los 20 años se sentía preparada para la misión”, cuenta el periodista Freddy Stock en su biografía del grupo, Los Caminos que se abren.

Y en el campamento de Foo Fighters, además, hay una variable no menor; la presencia de Dave Grohl, a su vez, un respetado baterista quien se hizo notar por su particular potencia y precisión con el instrumento en las filas de Nirvana -y por cierto, declarado admirador de Bonham-. Una carga que Taylor Hawkins logró llevar sin mayores sobresaltos. “Yo considero a Grohl como uno de los mejores bateristas de la historia del rock y ser baterista en esa banda es un desafío importante que Taylor supo llevar -señala Cote Foncea, quien conoció al rubio y a parte de su círculo, gracias a su amistad con Alain Johannes, e incluso le facilitó su estudio cuando éste necesitaba ensayar con su proyecto Chevy Metal durante su visita al país en 2013-. Nunca claudicó, nunca tiró para atrás, no se aminoró como pasó con otros”.

Los músicos agregan que, más allá, de su aporte en el entramado musical de una banda, hay otros aportes de los bateristas en la dinámica del grupo, que van más allá de las paredes insonorizadas de las salas de ensayo. “Los bateros somos como ‘la gotita’ de la banda -detalla Foncea-. Primero, porque llevamos el ritmo, pero también el ritmo del espectáculo, cuando se mete el baterista ya no hay vuelta atrás en la canción, marca un momento”.

Por su lado, Pancho Molina detalla que a veces el aporte de los bateristas queda enmascarado por los choques entre los bullentes egos de vocalistas y guitarristas, y que muchas veces solo han sido reconocidos con el paso del tiempo; allí valga el caso de Charlie Watts, el silencioso pero eficaz baterista de los Rolling Stones, fallecido en agosto de 2021, el que se hizo de un nombre pese a la presencia arrolladora de Mick Jagger y Keith Richards. Aunque en este caso la banda decidió continuar con su actividad, concentrada en las giras, con el músico de sesión Steve Jordan, quien ha grabado, entre otros, junto a Los Tres y Andrés Calamaro.

“Está ese estigma, que son los que están tras el cantante o los que hacen la música -señala-. Pero, cuando llevan mucho tiempo juntos, el baterista toma un valor importante; ahora todos dicen ‘qué importante que fue Ringo’, o ‘Charlie Watts era lo máximo’, pero por algo Charly García usó tantos años a Samalea. Cuando una canción no sienta bien, todos se quedan mirando al baterista”.

Y además, dicen los músicos, el baterista es un tipo especial; de alguna forma se siente más seguro tras los platillos y piezas que lo rodean. “Yo felíz habría sido frontman, pero me paro arriba con una guitarra y me siento en pelota -señala Foncea-. Ahora me he ido para adelante porque hay algunas canciones donde toco guitarra, pero lo que hace la batería es protegerte del entorno”.

(Photo by Al Wagner/Invision/AP, File)

Para Foncea no hay dudas de que la carrera de Foo Fighters continuará, pese al golpe devastador que le significó la pérdida de Taylor Hawkins. “Se viene una etapa de duelo importante, pero también todos sabemos cómo nos mueve la música. A ese tipo de artistas no los veo quedándose en la casa viviendo de las regalías, ni siquiera Paul McCartney, que podría acostarse y ya tiene siete generaciones aseguradas. Yo creo que el hambre de hacer música va a prender una mecha en la banda, que además es super linda, con Rami Jaffe en el teclado que pasó a ser integrante, o Pat Smear que se reincorporó. Pero más importante que Dave Grohl, es la familia que debe sentir una sensación de vacío enorme”.