La tarjeta de invitación de JFK
El 22 de noviembre de 1963, el presidente John F. Kennedy fue asesinado en Dallas, uno de los sucesos capitales para la década de los sesentas en EE.UU. Pocos saben que ese día, el mandatario tenía en agenda asistir a un evento en la sede local del Partido Demócrata. Incluso, para la ocasión se habían extendido invitaciones. Una de estas, original de la época, fue ofrecida por un sujeto en la tienda de empeño de Rick Harrison. Pero el oferente no puso buena cara cuando escuchó que la oferta era de solo US$150 dólares.
La guitarra de Jimi Hendrix
Parece increíble, pero una Fender Stratocaster original de 1963, que perteneció a Jim Hendrix, leyenda de la música, estuvo por unos momentos en el mesón de la tienda de Rick. “Este es el Santo Grial”, dijo el calvo comerciante cuando la vio. De seguro no le hubiese quedado más pelo cuando escuchó lo que el oferte pidió por ella: US$750.000. Más cuando Rick hizo venir a su experto en artículos musicales, quien certificó la autenticidad. Sin embargo, solo ofreció US$550.000 por ella, lo que no fue aceptado por el dueño. “Que tengas un buen día”, le dijo.
El contrato original de The Beatles
Un sujeto ofreció en la tienda el documento original del contrato que vinculaba a The Beatles, con su representante Brian Epstein, firmado en enero de 1962. El oferente pidió la friolera de un millón de dólares. Rick hizo venir a su tienda al experto Steve Grad, quien confirmó la autenticidad del contrato y las firmas de los músicos. Pero el tira y afloja fue inútil; Rick aseguró que el precio era exorbitante y solo ofreció US$350.000 en efectivo, mientras que su contraparte no se movió de su posición. “Estoy decepcionado por no hacer el trato”, comentó.
La primera figurita de acción de Superman
Un coleccionista de juguetes ofreció una figurita de acción de Superman, original de 1939, lanzada apenas un año desde su primera aparición en los cómics. El sujeto pidió US$6.000, considerando que en sus días, esa figura valía US$1,65, y además venía en su empaque original. “Debes traer kriptonita”, le bromeó Chum-Lee. Tras pedir la asesoría de un especialista, este determinó que el juguete era original, pero había sido restaurado lo que disminuye su valor. En su estilo, Rick ofreció solo US$2.000 lo que no fue aceptado.
La silla de Abraham Lincoln
En varios capítulos del programa se ofrecen objetos relacionados con la Guerra Civil de Secesión (1861-1865), pero uno de los más extraños fue una silla, que se aseguró, era parte del mobiliario que tenía el presidente Abraham Lincoln en el comedor de la Casa Blanca. El dueño pedía US$2.000, y mostró documentos originales que a su juicio, acreditaban el vínculo. Tras ser revisada por Mark Hall-Patton, administrador del Museo local, este determinó que la silla era del período, pero no podía asegurar que perteneció a Lincoln. Rick declinó de hacer una oferta.
El Kero del Inca
Un sujeto ofreció un Kero, o vaso ceremonial del período del incanato, que según contó, lo adquirió en una tienda de antigüedades. Pidió US$900 por él. Tras ser revisado por el experto en antigüedades Bob Dodge, este señaló que era auténtico. Por ello, Corey, quien estaba a cargo, le ofreció US$2000 los que fueron aceptados por el felíz oferente. Y así, el Kero pasó del Tahuantinsuyo a las vitrinas en Las Vegas.
El bláster de Han Solo
Un amigo de Rick le ofreció un contacto con la empresa de alquiler que diseñó la utilería de Star Wars, ya que vendían parte de su colección. Uno de los objetos en venta, era el famoso bláster DL-44 o pistola de Han Solo, el personaje inmortalizado por Harrison Ford. Rick viajó hasta Londres para hacerse con este, incluso charló con Carl Schmidt el armero de la película original quien detalló cómo la construyó a partir de piezas de otras armas. La oferta de la empresa fue de un millón de dólares. Pese a su entusiasmo, Rick declinó.
Casco raro de la Primera Guerra Mundial
A Rick le ofrecen un casco muy extraño elaborado por la empresa automotriz Ford durante la Primera Guerra Mundial; cuenta con una visera como si fuera un yelmo de la antigüedad. Sin saber su autenticidad, lo compra por US$500, pero luego contacta al archivero de la compañía para que confirme la datación. Este explicó que efectivamente, durante la guerra las compañías se sumaron al esfuerzo bélico y desarrollaron varios objetos; entre estos, el casco en cuestión, el modelo 8, que fue diseñado por el dr. Bashford Dean en 1917. Tras examinarlo, constató que era auténtico.