Como sucede en el género del documental musical, la trastienda de un trabajo suele ser un eje interesante para articular una propuesta narrativa. Así sucede con Violeta Existe, el documental de Rodrigo Avilés -al que pudo acceder Culto- que retrata el proceso de grabación de una nueva versión de Las Últimas Composiciones de Violeta Parra, por parte de sus nietos Ángel y Javiera, en una experiencia que coincidió con el centenario de la autora y marca un hito en el rescate de una de las piezas claves de la discografía popular chilena.
“En la película están todos los detalles históricos, tuvimos la suerte que don Luis Torrejón nos compartiera los días en que fue grabado el disco, cómo llegaba la Violeta al estudio, cómo ella misma empezó a escribir, el orden de los temas, detalles muy lindos -explicó Javiera Parra en charla con Culto-. Son detalles que para las nuevas generaciones que vienen recargados con la Violeta, es un material super interesante”.
La cinta, recientemente exhibida en el Museo de los Grammy, y que este jueves llega a las salas de cine de la red Miradoc, presenta la trastienda tras el proyecto; la adquisición del master original del álbum por parte de Pedro Valdebenito es parte del entramado respecto a los derechos de autor que acaba por darle un cariz de rescate a la idea. De allí, Ángel Parra Orrego encabeza un esfuerzo que incluye a su propia familia y a una selección de músicos invitados que participan en las sesiones de grabación. De hecho, muestra una fotografía en que él, cuando era un bebé, es mecido por su abuela mientras sostiene un charango.
Allí el filme, premiado como Mejor Documental en el Festival In Edit, aporta un fibra íntima; muestra a los invitados registrando sus voces en el estudio y presenta sus impresiones ante el desafío de interpretar el material de Violeta. En particular, Álvaro López detalla lo difícil de cantar Run Run se fue pal Norte, ante un Ángel Parra que le hace ver que su grabación fue impecable.
En esa línea, se ve cómo Javiera Parra busca la mejor manera de hacer justicia a Maldigo del Alto Cielo, una canción que a su juicio se debía “cantar con rabia”; una energía diferente a la que ella misma desarrolla en su propio trabajo musical por lo que le requirió un gran esfuerzo. La cantante hace notar lo difícil de cantar con la energía de su legendaria abuela, pero poco a poco logra dar con la tecla adecauda.
También se muestra cómo Álex Anwandter trabaja junto a Ángel su versión para Mazúrquica Modérnica. Con su afinado sentido musical, el cantautor detalla que debió buscar una forma particular de interpretar la canción, para no sonar parecido a Violeta y conseguir de forma convincente las inflexiones más actuadas de su canto. En el estudio, el hombre de Rebeldes sorprende por su velocidad y precisión para registrar de manera perfecta su participación, ante el estupor de Ángel quien suelta un entusiasta “está la raja”.
Otro eje del documental es que registra las últimas grabaciones de Ángel Parra padre en el estudio. El músico, hijo de Violeta, sirvió como una suerte de conductor hacia la época pues participó en la grabación del álbum original y aportó valiosa información acerca de cómo se realizó. Allí, destaca la manera en que su madre y los músicos de su generación -una pléyade de artistas como Víctor Jara, Patricio Manns, Rolando Alarcón, entre otros- grababan las canciones en no más de dos tomas; entonces el estudio era más bien una extensión de las noches en las peñas y en salones donde sonaban desnudas la guitarra y la voz.
Para entonces, Parra padre estaba afectado por un cáncer. Pero en el estudio, pese a los dolores, se le ve activo. El filme lo retrata en su faceta más íntima, haciendo bromas y sacando su personalidad ladina y campechana. También se le escucha cantar una conmovedora versión de El rin del Angelito, una grabación que no llegó hasta el álbum de estudio, pero que detalla como el artista llevaba el cancionero de su madre como parte de su propia existencia.
Además, el trabajo es a la vez una instancia para conocer a Violeta en voces de quienes la conocieron. Allí pasa el ingeniero Luis Torrejón, quien además de mostrar el micrófono Neumann original con que la registró, perfila la personalidad de la artista -como una tristeza que parecía envolverla- , así como su rapidez en el estudio.
Asimismo, el musicólogo Gastón Soublette -a quien una vez Violeta tildó de “pituco de mierda”- revela algunos encuentros con la cantautora, su impronta y su personalidad que a veces podía volverse frontal. Además, explica las razones que a su juicio, motivaron su trágico suicidio en febrero de 1967, y la densidad del vínculo que la artista tenía con el uruguayo Alberto Zapicán, quien colaboró con ella en el álbum -su voz se escucha como acompañamiento en canciones como Pupila de águila-.
El documental Violeta Existe llega a las salas de la red Miradoc (como la del centro Cultural La Moneda) este jueves 21 de abril.