La increíble historia de la guionista de Grey’s Anatomy que engañó a Hollywood con un falso diagnóstico de cáncer

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Finch, al centro, en el set de la serie. Foto: ABC

Elisabeth Finch trabajó desde 2014 hasta este año como escritora y productora en la popular serie médica, asegurándoles a su círculo y colegas que padecía un tipo de cáncer poco usual, una experiencia que incluso inspiró algunos capítulos de la historia producida por Shonda Rhimes. Pero en marzo se reveló que la veracidad de sus palabras se encontraba bajo revisión y esta semana un reportaje de la revista Vanity Fair terminó de destapar su red de engaños.


Siete años de trabajo llegaron a su fin en marzo pasado. Mediante una declaración pública, la guionista y productora Elisabeth Finch informó que iniciaría una pausa de sus labores en Grey’s anatomy, la popular serie a la que se sumó en 2014 tras escribir en producciones televisivas como True blood y The vampire diaries y en la que había compartido sus experiencias como enferma de un inusual tipo de cáncer de huesos.

“Por difícil que sea tomarse un tiempo libre en este momento, sé que es más importante que me concentre en mi propia familia y mi salud”, señalaba, junto con agradecer a la estación ABC, Disney (dueña de esta última) y la productora Shondaland por el apoyo “en este momento tan difícil”.

Sin embargo, hoy luce muy improbable que Finch a futuro regrese a sus funciones habituales. Días antes de que hablara de manera pública, el medio The Ankler había detallado que las compañías involucradas habían iniciado un proceso para investigar la veracidad del diagnóstico de la guionista. En específico, “al menos partes de la historia de vida”, eran consideradas dignas de dudas.

Este lunes y martes finalmente se terminó de destapar uno de los casos de engaño más escandalosos que Hollywood recuerde. La revista Vanity Fair publicó un reportaje de dos partes en que se ahonda en la red de mentiras que esparció durante su estadía en el equipo de guionistas de la popular serie médica.

El nombre de Finch llegó a oídos de los productores de Grey’s anatomy gracias a un artículo con su firma que publicó la revista Elle. En este proporcionó su testimonio al haber sido diagnosticada en 2012 de condrosarcoma, una clase poco frecuente de cáncer de huesos, y continuar trabajando en la serie The vampire diaries pese a los embates de la enfermedad. “Estaba calva y vomitaba sin descanso, pero aún vivía”, explicaba.

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Conmocionado por su caso, un ejecutivo de Shondaland recomendó su fichaje y se unió en la temporada 11 de la ficción protagonizada por Ellen Pompeo. Durante su estadía en la producción se esmeró en especificar su experiencia, la que se filtró en la propia historia de la serie. El diagnóstico de la guionista inspiró uno de los episodios el capítulo siete del ciclo 15 (Anybody have a map?, estrenado en 2018), en que se aborda la casi nula expectativa de vida de una médico cirujano con condrosarcoma.

No fue el único pasaje dramático que dijon haber vivido durante esos años. En un momento quedó esperando un hijo, instalando el dilema de si continuar con el embarazo y detener su tratamiento o abortar (optó por esto último). También aseguraba haber perdido un riñón a causa. En otra clase de problemas sostenía que su hermano, quien presuntamente había abusado de ella cuando era pequeña, intentó suicidarse. También perdió a una de sus amistades en un atentado a la sinagoga de Pittsburgh. O al menos eso decía.

Aunque era muy abierta en contar sus turbulencias –con cierta regularidad escribía nuevos artículos en medios como The Hollywood Reporter y Elle– nunca permitió que sus amistades y familiares la acompañaran al hospital. Sólo Jennifer Beyer, su amiga y luego esposa, logró penetrar ese manto de mentira o medias verdades.

Un día, pese a su resistencia, la llevó al médico para revisarse porque padecía dolores insoportables. Según la versión que entrega Beyer a Vanity Fair, el profesional en ningún momento habló del cáncer ni de que sólo tuviera uno de sus riñones. Esa fue la primera pista que finalmente la empujó a acorralar a Finch. “No hubo cáncer, ningún amigo asesinado en Pittsburgh, ningún aborto que salvó la vida”, señala la revista.

Posteriormente, su esposa –hoy en proceso de divorcio– contactó a Shonda Rhimes para alertarla. La realizadora estaba en medio del estreno de Inventando a Anna, la miniserie de Netflix que recrea las fechorías de Anna Delvey, la mujer que engañó a la élite de Nueva York con que supuestamente era una heredera alemana y una respetada empresaria. Una historia que parece ser parte de la misma clase de falsedades que Finch contó durante años a sus cercanos y a Hollywood.

“Deje de permitir que Finch siga contando ‘sus historias’, porque son historias de otros sobrevivientes”, expresó la mujer.

Recibido ese mensaje, ABC barajó iniciar una investigación en contra de la guionista, pero ese proceso se paralizó tras la licencia que se tomó en marzo pasado. Además, el reportaje detalla que la escritora contrató los servicios de Andrew Brettler, un cotizado abogado que antes ha representado al príncipe Andrés y a los actores Armie Hammer y Chris Noth. Esa es la figura que eligió para afrontar los coletazos de un desastre personal y profesional que tiene consternada a la industria.

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