“El amor por una dulce enamorada hace que un hombre vuelva a ser hombre”: las cartas y poemas de amor de Karl Marx, un revolucionario romántico

Karl Marx en 1875, retratado por John Jabez Edwin Mayall. Fuente y color: Olga Shirnina (Flickr)
Karl Marx en 1875, retratado por John Jabez Edwin Mayall. Fuente y color: Olga Shirnina (Flickr)

Los retratos de la época y la solemnidad que abraza su legado han contribuido a que la imagen más difundida de Marx sea la de un hombre de semblante serio y recatado. Pero esa concepción dista bastante de los registros epistolares y literarios que escribía para Jenny, su esposa, quien fue mucho más que una mera espectadora de la obra de su marido. Por el contrario, su rol militante e intelectual fue imprescindible para la concepción de textos como El manifiesto comunista y El capital. Aquí, los detalles de un amor revolucionario que gestó las bases del movimiento proletario y sacó la faceta más amartelada de Karl Marx, que hoy cumpliría 204 años.


Te escribo de nuevo porque estoy solo y porque se siente extraño hablar contigo en mi cabeza todo el tiempo sin que lo sepas o me escuches o seas capaz de responderme. Con todos sus defectos, tu retrato cumple su propósito lo suficientemente bien, y ahora entiendo cómo incluso los retratos menos agraciados de la madre de Dios, las ‘Madonas Negras’, pueden tener devotos admiradores. De hecho, tienen más admiradores que los buenos retratos. De cualquier forma, ninguna de estas ‘Madonas Negras’ ha sido tan besada y observada y adorada como tu fotografía, la que, si bien no es negra, tiene una expresión de fastidio que no refleja de manera alguna tu semblante querido, adorable besable y dulce”.

Con esas palabras, Karl Marx, filósofo y economista alemán, trazaba las primeras líneas de una carta fechada el 21 de junio de 1856. La epístola, enviada desde Manchester, va dirigida a Johanna von Westphalen, la brillante mujer aristócrata que abandonó sus comodidades para formar parte de la lucha por la liberación de la clase obrera. Jenny, como le decían sus cercanos, fue la compañera y gran amor de Marx, con quien estuvo casada desde octubre de 1846.

Karl Marx y su esposa, Jenny von Westphalen
Karl Marx y su esposa, Jenny von Westphalen

En la misiva, el autor de El capital incluso incorpora algunas analogías teóricas para expresar sus sentimientos: “Las personas falsas y malas interpretan el mundo falsa y malamente. ¿Quién de mis muchos calumniadores y enemigos de lengua venenosa me ha reprochado alguna vez por representar al héroe romántico en un teatro de segunda clase? Y, sin embargo, es cierto. Si los rufianes tuvieran algo de inteligencia, habrían puesto de un lado las ‘relaciones sociales y productivas’ y del otro a mí, a tus pies (…) El amor, no por el hombre de Feuerbach ni por el metabolismo de Moleschott, ni por el proletariado, sino el amor por una dulce enamorada y en especial por ti, hacen que un hombre vuelva a ser hombre”.

Públicamente, la figura de Marx estaba asociada a la de un hombre frío, serio, de carácter fuerte y siempre tajante con sus enemigos intelectuales. En cambio, sus cercanos lo definían como alguien divertido, solidario y lleno de vitalidad, aún en los peores momentos de su vida, marcada por el exilio, la pobreza y la muerte de cuatro hijos. Eleonor, la menor de sus descendientes, afirmaba que “no hay leyenda más graciosa que la que pinta a Marx como persona dura, sombría e intratable”.

Sin embargo, es en la revisión del intercambio epistolar con su esposa donde se puede encontrar la faceta más íntima y apacible de uno de los intelectuales más relevantes del siglo XX. En la carta escrita en 1856, la separación espacial entre ambos es lo que motiva una extensa y sentida reafirmación amorosa. “Mi amor por ti, apenas estás lejos de mí, se aparece como todo lo que es: un gigante, y en él están puestos todo el vigor de mi mente y todo el ardor de mi corazón. Me siento nuevamente como un hombre porque siento una pasión intensa”.

Von Westphalen fue el amor de su vida. Se conocieron en la infancia y forjaron una relación de amistad durante su juventud, unidos por su mutua pasión hacia la literatura. Comenzaron su noviazgo en el verano de 1835, que con el tiempo se tradujo en una relación de 46 años que sólo pudo ser interrumpida por la muerte.

Pero la relación entre ambos desbordaba con creces los límites maritales. Jenny fue más que una esposa, y por sobre todo, mucho más que una mera musa inspiradora.

Una historia de amor y complicidad intelectual

Sus orígenes eran bastante distintos. Marx provenía de una familia judía-alemana de clase media, mientras que Jenny era descendiente de la aristocracia prusiana. Sus padres eran un barón y una baronesa; su abuelo fue jefe del gabinete “de facto” del duque Fernando de Brunswick durante la guerra de los siete años, y su abuela paterna era una noble escocesa ligada directamente a la casa de Estuardo.

A pesar de su acomodada situación socioeconómica, desde muy joven mostró afinidad con el romanticismo alemán y el socialismo francés. Incluso simpatizó activamente con las protestas populares que en 1832 culminaron en el Festival de Hambach, donde campesinos, estudiantes y liberales intelectuales se manifestaron por la unidad de Alemania.

Retrato de Jenny von Westphalen, intelectual comunista y esposa de Karl Marx
Retrato de Jenny von Westphalen, intelectual comunista y esposa de Karl Marx

Nunca encajó en el mundo de la nobleza ni con los ideales propios de su estrato social. Quizás por eso no consideró a ninguno de sus pretendientes de la alta alcurnia. Por el contrario, encontró el amor en un antiguo y corriente conocido de la infancia.

Aunque Von Westphalen y Marx solían toparse bastante seguido cuando eran niños, su cercanía como tal surgió durante la adolescencia, cuando Karl era compañero y amigo de uno de los hermanos de Jenny. Entre pláticas literarias y afinidades políticas, los jóvenes dieron marcha a un noviazgo que fue en contra de todas las convenciones sociales de la época: el joven no gozaba de estabilidad económica y mucho menos de títulos nobiliarios. Aun así, pasó sólo un año para que se comprometieran en 1836 y se casaran en junio de 1843.

Por esa época, Jenny también dejó sus sentimientos consignados en cartas enviadas a su prometido. En una de ellas, redactada en 1839, le escribe: “Se apodera de mí un sentimiento tan raro cuando pienso en ti y no creo que sea en momentos aislados u ocasiones especiales; no, toda mi vida y mi ser no son más que un gran pensamiento en torno tuyo”.

Jenny, una pensadora con peso propio

Con el tiempo, la historia ha reconocido cada vez más el rol que Jenny Marx desempeñó en la producción teórica de su esposo. Uno de sus aportes más difundidos tiene que ver con sus labores de transcriptora. La letra del filósofo era casi ilegible, y Jenny era de las pocas –sino la única– que lograba descifrar lo que decían sus textos.

Así, debió traducir y ordenar escritos de gran importancia como El capital para que pudieran ser enviados y publicados por las editoriales y periódicos. Y aunque fue una tarea vital para la difusión de los principios marxistas, no fue su única ocupación.

Manuscrito redactado en puño y letra por Karl Marx
Manuscrito redactado en puño y letra por Karl Marx

Jenny fue parte activa en la germinación de las ideas que luego quedaron plasmadas en los textos redactados por Marx. Justamente, fueron sus discusiones políticas y filosóficas las que dieron forma a tratados tan relevantes como el Manifiesto comunista (coescrito con Friedrich Engels), aunque su crédito formal en la obra marxista quedó eclipsado por el reconocimiento a su esposo.

Sin embargo, también hubo momentos en que puso los puntos sobre las íes, dejando claro su descontento en situaciones en que sintió que su trabajo no era debidamente apreciado, aunque siempre manteniendo el toque de ironía que caracterizaba su erudita personalidad.

Cuando Marx se graduó como doctor en filosofía con una tesis sobre Demócrito y Epicuro, Jenny le escribió: “Qué contenta estoy de que estés feliz, de que mi carta te haya alegrado (…) y de que estés tomando champaña en Colonia y que haya clubs hegelianos. Pero, a pesar de todo eso, hay algo que falta: podrías haber reconocido un poco mis conocimientos del griego y dedicado unas líneas laudatorias a mi erudición. Pero es típico de ustedes, caballeros hegelianos, no reconocen nada, aunque sea de excelencia, si no concuerda exactamente con su punto de vista, así que debo ser modesta y descansar en mis propios laureles”.

Jenny von Westphalen, intelectual comunista y esposa de Karl Marx
Jenny von Westphalen, intelectual comunista y esposa de Karl Marx

En su faceta militante fue igual de destacada. Su nombre fue el primero en integrar la Liga de los Comunistas, organización revolucionaria nacida en Londres y de la cual nació el Manifiesto comunista. Además, ofició como organizadora de múltiples e importantes reuniones políticas e intelectuales, integró la Unión de Trabajadores Alemanes y el Comité de Correspondencia Comunista, acogió a refugiados y viajó para recolectar fondos que contribuyeran a la causa revolucionaria.

Fredrick Lessner, un sastre alemán que fue miembro de la Liga Comunista, visitó varias veces el hogar matrimonial. De Jenny von Westphalen consignó que “mostraba un enorme entusiasmo por la causa obrera y cualquier éxito, incluso más ínfimo, en la lucha contra la burguesía, le causaba la máxima satisfacción y alegría”.

Por supuesto que también fue autora de una serie de ensayos que versaban mayoritariamente sobre crítica cultural. Asimismo, redactó una pequeña autobiografía titulada Breve esbozo de una vida agitada. Todo esto, sin contar sus labores hogareñas como madre de siete hijos y principal administradora de la economía familiar.

Un matrimonio con altos y bajos

No existen registros que consignen un quiebre en la alianza amorosa entre Jenny y Karl. Pero eso no significa que su relación no haya sabido de momentos más que complejos. Entre el exilio y la persecución policial, fueron muy pocos los momentos en que vivieron con relativa estabilidad.

Varias veces estuvieron al borde de sufrir el embargo de sus pertenencias, y en más de una ocasión les tocó vender sus artículos personales para solventar algunos gastos familiares.

En una carta dirigida al militar y periodista Joseph Weydemeyer, la lideresa comunista le narra una serie de sucesos desgraciados que ocurrieron en tan solo un día de su vida: “Puesto que las amas de leche son prohibitivas aquí, decidí, a pesar de constantes y terribles dolores de pecho y espalda, alimentar yo misma a mi hijo. Pero el pobre angelito mamaba de mí tantas preocupaciones y disgustos silenciosos, que se hallaba constantemente enfermo, padeciendo dolores día y noche (…) Últimamente se sumaron aún a ello violentos espasmos, de modo que el niño fluctuaba constantemente entre la muerte y una vida mísera. Presa de esos dolores, mamaba con tal fuerza que mi pecho quedó lastimado y agrietado; a menudo la sangre manaba dentro de su trémula boquita”.

Eleanor, en el medio, junto a sus hermanas Jenny (izquierda) y Laura. Las acompañan su padre, Karl Marx, y su amigo, Federico Engels. Créditos imagen: Getty Images
Eleanor, en el medio, junto a sus hermanas Jenny (izquierda) y Laura. Las acompañan su padre, Karl Marx, y su amigo, Federico Engels. Créditos imagen: Getty Images

En ese contexto, Jenny le comenta que su casera se acercó al hogar para cobrar el dinero del arriendo, a pesar de que ya habían pactado otras condiciones de pago. Sin escuchar razones, la mujer “negó el contrato, exigió las 5 libras que aún le adeudábamos, y puesto que no disponíamos de las mismas en el acto (…) entraron dos embargadores en la casa, trabaron embargo sobre todas mis pequeñas pertenencias, las camas, la ropa, los vestidos, todo, hasta la cuna de mi pobre niño, los mejores juguetes de las niñas, quienes se hallaban arrasadas en ardientes lágrimas. Amenazaron con llevárselo todo en un plazo de dos horas; yo yacía en el suelo, con mis hijos ateridos de frío y mi pecho dolorido”.

Además de las constantes penurias económicas que llevaron al matrimonio a vivir la mayor parte de su vida en condiciones de pobreza, también sufrieron la pérdida traumática de cuatro de sus siete hijos, todos muertos en sus primeros años de vida.

Hubo otro evento que igualmente se asocia a su estabilidad familiar, aunque no hay pruebas sobre una mayor repercusión en la relación marital. Mientras su esposa se encontraba de viaje, Marx mantuvo una relación extramarital con Helene Demuth, la ama de llaves de la familia, que tuvo como resultado el nacimiento de un hijo ilegítimo.

En esos tiempos, Demuth oficiaba como empleada doméstica de los Von Westphalen. Cuando Jenny y Karl se casaron, fue enviada por los padres de la novia para que apoyara a su hija en los quehaceres hogareños, y pronto se transformó en una íntima amiga de la familia Marx.

Se cree que el hijo fue reconocido por Engels, que siempre fue un apoyo incondicional para la familia, incluso en el plano económico. También se dice que las hijas de Marx se enteraron de la situación en el lecho de muerte del amigo de su padre. Lo que sí se sabe es que Frederick –nombre del niño– fue adoptado y criado por una familia de obreros, y que siguió la misma línea de pensamiento que su padre. Fue uno de los fundadores del Partido Laborista de Hackney, e incluso se convirtió en un buen amigo de la familia cuando conoció a su hermana Eleonor Marx varios años después de la muerte de su progenitor.

El poemario de Marx

Durante su juventud, el autor de La cuestión judía tuvo una breve etapa de producción literaria, bastante menos reconocida que su faceta como teórico comunista.

En 1837 su compromiso con Jenny era reciente, y todo el amor que experimentaba debía ser condensado de una u otra forma. Por esos días, el joven Marx le dedicó a su enamorada un compendio de versos que muchas décadas después formarían parte de un libro bautizado simplemente como Poemas, que recopila la poesía escrita por el filósofo entre 1836 y 1840, en su época como estudiante de derecho y filosofía en la universidad de Berlín.

Uno de ellos, titulado A Jenny, versa así: “¡Mira!, podría llenar un millar de volúmenes/ escribiendo sin más «Jenny» en cada línea, / e incluso éstas podrían encubrir todo un mundo de pensamiento, / un hecho eterno y una inmutable voluntad”.

karl marx

En otro de sus escritos dejaba aún más claro el impacto que el amor causó en la vida de un joven universitario enamorado: ¡Ah, resulta inútil hablar, / estúpido es comenzar! / Pero miro en tus ojos brillantes, / más profundos que el suelo del cielo, / más claros que la luz del sol, / y entonces la respuesta me es dada”.

Todos los sentimientos plasmados durante sus primeros años de noviazgo se perciben inmutables en la carta del 21 de junio de 1856. En un fragmento, Marx incluso hace referencia a la cantidad de poesía que su amor por Jenny podía inspirar.

“Como no puedo besarte con mis labios, debo besarte con mi lengua y darle forma de palabras. Podría, incluso, darle forma de versos, un Libro de las penas alemán parecido al Libri Tristium de Oviedo. A él, sin embargo, solo lo había exiliado el emperador Augusto; yo estoy exiliado de ti, y eso es algo que Ovidio no podría entender”, le expresa el escritor.

Con todos sus matices, la relación entre ambos resulta fundamental a la hora de contextualizar la producción de Marx, que sólo pudo soportar la dureza de la vida mientras tuvo a Jenny a su lado.

En 1881, Jenny von Westphalen falleció luego varios meses aquejada por un cáncer hepático. En su funeral, Engels expresó que “los aportes de esta mujer, con tan aguda inteligencia crítica, con tal tacto político, un personaje de tanta energía y pasión, con tanta dedicación a sus compañeros de lucha, su contribución al movimiento durante casi cuarenta años, no es de público conocimiento; no está inscrito en los anales de la prensa contemporánea. Es algo que uno debe haber experimentado de primera mano”.

Marx moriría dos años después, sumido en una profunda depresión que lo llevó a desarrollar una pleuresía fulminante. El mismo Engels concluyó que la muerte de su entrañable amigo fue causada principalmente por la tristeza.

La pasión, compañerismo y complicidad intelectual del matrimonio Marx es un factor crucial en la obra marxista. La figura de Jenny fue imprescindible para fomentar el desarrollo intelectual de su esposo, que pronto se traduciría en los principios de una de las corrientes de pensamiento más relevantes de la historia. El amor revolucionario que los unió ha sido fuente de inspiración de múltiples obras, desde libros como Amor y Capital, Karl y Jenny Marx y el nacimiento de una Revolución de Mary Gabriel, e incluso canciones como Chica de oro, de la banda argentina El Mató a un Policía Motorizado.

Sigue leyendo en Culto:

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.